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Los 9 poderes políticos: conflictos inevitables y negociaciones indispensables, según Gustavo Bueno

Los 9 poderes políticos: conflictos inevitables y negociaciones indispensables, según Gustavo Bueno
El profesor Felicísimo Valbuena desentraña en su columna el análisis de los 9 poderes políticos del desaparecido, y reputado filósofo, Gustavo Bueno.
09/12/2021 06:46
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Actualizado: 01/7/2022 08:40
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¿Qué es el poder políticos? En su libro Primer ensayo sobre las categorías de las ciencias políticas (1991), y siguiendo sus Campo Gnoseológico y su Campo Antropológico, Gustavo Bueno expone las que él considera categorías fundamentales de la política: Núcleo, curso y cuerpo de la sociedad política.

Es el momento de comprobar cómo la política es el terreno para resolver las anastomosis, es decir, para ver las contradicciones, conflictos y antinomias, como divergencias.

Con los conceptos y con el modelo de Bueno es posible encontrar vías basadas en la razón, no en los sentimientos.

El núcleo de la sociedad política es el ejercicio del poder, que se orienta objetivamente a la eutaxia de una sociedad divergente según la diversidad de sus capas.

Expliquemos qué es el poder, qué es la eutaxia y, más adelante, nos ocuparemos de las capas.

Ante todo, Bueno pone el fundamento real para distinguir entre el poder político como autoridad y el poder físico o fuerza en una diferencia de escala: el poder político implica una larga duración. Por tanto, el individuo debe plegarse a la «autoridad» sin necesidad de que ésta emplee constantemente la fuerza física.

El poder no es reducible al concepto de potencia física (fuerza multiplicada por tiempo), sin que por ello digamos que pueda prescindirse o abstraerse la fuerza física. 

José Ortega y Gasset afirmaba que «Mandar no es empujar»; otra cosa es que sea posible absolutamente mandar sin que quien manda no disponga de alguien que «empuje».

Bueno define el poder en sentido etológico como capacidad que un sujeto o un grupo de sujetos tienen para influir (desviando, impulsando, frenando) en la conducta de otros sujetos de su misma especie o de otra especie distinta.

QUÉ ES LA EUTAXIA DE UNA SOCIEDAD CONCRETA

Lo esencial es tener en cuenta que el poder político implica siempre insertar el poder en el contexto de planes y programas orientados a la eutaxia de una sociedad dada. 

Ahora bien, el poder político es indisociable de la palabra, como instrumento suyo. Por la palabra es posible incorporar total o parcialmente a alguien en un plan o programa político.

Además, la palabra es la única vía a través de la cual unas partes del todo social pueden pro-poner (poner delante), a los demás, planes y programas relativos a un sistema global y que sólo por la palabra puede ser representado. 

Así, de una manera tan filosófica y tan sencilla, Bueno indica cuál es el dominio de la comunicación política.

¿Qué implica esto? En primer lugar, que cada sujeto que interviene en las relaciones de poder (como gobernante o gobernado) ha de tener un desarrollo intelectual o cerebral asociado a una conducta lingüística que permita ampliar la conducta basada en planes y programas. 

Esta ampliación es el resultado en cada sujeto de la experiencia de otros sujetos, incluidos los sujetos de sociedades pretéritas.

En segundo, que para desarrollar los planes y programas son imprescindibles «cadenas de mando», es decir, mediaciones muy complejas de órdenes, imposibles sin el lenguaje articulado y aun escrito. 

Con lo cual, plantea el gran asunto de la importancia que la comunicación tiene en las organizaciones. Y el problema del liderazgo en las organizaciones políticas.

Pasando ahora a la «Eutaxia», hemos de aclarar este término, que Bueno ha tomado del griego, como hace en otros casos, cuando no encuentra un término que recoja fielmente el contenido de los conceptos que él quiere exponer.

Ante todo, no hemos de entenderla en un contexto ético, moral o religioso («buen orden» como orden social, santo, justo, etc., según los criterios).

«Sí, Ministro» es una «sitcom» británica emitida por la BBC entre 1980 y 1984, la serie se dividió en tres temporadas de siete capítulos cada una.

Hay varias series de televisión sobre comunicación política. A mi entender, y a pesar de los años transcurridos, las mejores son la inglesas «Sí, Ministro» y «Sí, Primer Ministro». La gran ventaja de esta serie es que tiene unos guiones y unas interpretaciones extraordinarias. La desventaja es que presenta a algunos asesores políticos que están muy por encima de los actuales.

Por eso la recomiendo vivamente, porque eleva el pensamiento.

Me voy a basar en «Sí, Ministro», para explicar qué es la «Eutaxia».

En «El sacerdote del whisky» (Temporada 2, episodio 3), el ministro y Sir Humphrey Appleby, mantienen esta conversación:

– Ministro, el gobierno nada tiene que ver con la moral.

– ¿De veras? Y entonces, ¿con qué?

– Con la estabilidad. Con mantener las cosas en marcha; con evitar la anarquía o que la sociedad se haga añicos. Con estar aquí mañana.

–Pero, ¿para qué? (No comprendió mi pregunta. La formulé de otro modo).

– ¿Cuál es la finalidad última del gobierno, si no es hacer el bien. (La idea era totalmente carente de sentido para Humphrey).

– El Gobierno no trata del bien y del mal; meramente del orden y el caos.

Más adelante, en un memorándum, explica a Bernard Wooley, el secretario personal del Ministro, qué entiende él por estabilidad:

«Ese día, más tarde, me envió un memorándum. Todavía lo conservo.

De: Secretario Permanente (Sir Humphrey Appleby).

A: Bernard Wooley.

He reflexionado sobre sus preguntas. No olvide los siguientes puntos.

He servido durante los últimos treinta años a once gobiernos. Si hubiera creído en la política de cada uno de ellos yo habría sido (o estado):

1) un apasionado partidario de mantener a Inglaterra fuera del Mercado Común;

2) un apasionado partidario de la entrada en el Mercado Común;

3) profundamente convencido de la justicia de nacionalizar el acero

4) profundamente convencido de la justicia de desnacionalizar el acero;

5) profundamente convencido de la justicia de renacionalizar el acero

6) un ferviente defensor de la pena de muerte;

7) un ferviente opositor a la pena de muerte;

8) un keynesiano;

9) un friedmaniano;

10) un defensor de la escuela privada;

11) un enemigo de la escuela privada;

12) un maniático de la nacionalización;

13) un fanático de la privatización;

14) un esquizofrénico sin salvación.

Primer Ministro: El día siguiente Sir Humphrey me hizo llamar, para ver si yo había comprendido y aceptado sus ideas. Por supuesto, el argumento básico era irrefutable. Lo admití».

El filósofo español define la Eutaxia  como un conjunto de relaciones entre el sistema de planes y programas vigente en una sociedad política en un momento dado y el proceso efectivo real según el cual tal sociedad, dentro del sistema funcional correspondiente, se desenvuelve.

Eutaxia dice disciplina, sometimiento de las actividades psicológicas a una norma no arbitraria. Aquí es donde comprobamos la gran fecundidad de los fundamentos científicos de Bueno.

Afirma que el fundamento objetivo de la eutaxia política es precisamente la norma, desplegada en planes y programas, que el todo social impone objetivamente a la parte que detenta el poder político. 

Cuando hay armonía entre individuos, grupos y organización, el resultado es eutáxico. Cuando no hay armonía, nos encontramos ante una conducta distáxica. 

Hemos de entender la eutaxia en sentido político. «Bueno», en sentido político, significa capaz (en potencia o virtud) para mantenerse en el curso del tiempo. En este sentido, la eutaxia encuentra su mejor medida, si se trata como magnitud, en la duración. 

La duración es el criterio objetivo más neutro posible del grado de eutaxia de una sociedad política. Una sociedad política que se mantiene más tiempo que otra que le sea comparable (en nivel de desarrollo, volumen, etc.) es más eutáxica que la primera.

Bueno piensa que la duración de una constitución eutáxica parece que ha de desbordar la escala del presente individual -medido en años‑, es decir, parece que habrá de darse en una escala histórica, con presente, pretérito y futuro. La medida de la duración sería un siglo.

En el episodio El juicio final (Terribles profecías, episodio 5 de la Temporada I, en televisión), Sir Humphrey Appleby expone cuál ha sido la política británica durante cinco siglos y continuaba siendo en los años ochenta del siglo pasado (tiempo de la serie) y en la actualidad. En pocas líneas, los creadores de la serie, Jonathan Lynn y Anthony Jay sintetizan cinco siglos.

Estos guionistas no temen que tomen por cínicos a los británicos, pues presentan los hechos con el estilo flemático que caracteriza a muchos de ellos.

«Esto era aún más sorprendente. Yo siempre había creído que el Ministerio del Exterior era pro Europa.

– ¿Lo es o no lo es? —pregunté a Humphrey.

– Sí y no -dijo, por supuesto-, si me perdona usted esta expresión. El Ministerio del Exterior es pro Europa porque es en realidad anti Europa. En realidad, toda la Administración Pública se unió para hacer que el Mercado Común europeo no funcionara. Por eso entramos en él.

Me parecía un enigma. Le pedí que lo explicara mejor. El argumento era, en lo esencial, el siguiente: Gran Bretaña ha mantenido una misma política exterior durante los últimos quinientos años, destinada a mantener una Europa dividida.

Por esa causa peleamos con los holandeses contra los españoles; con los alemanes contra los franceses; con los franceses y los italianos contra los alemanes, y con los franceses contra los italianos y los alemanes [La rebelión holandesa contra Felipe II de España, las guerras napoleónicas, la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial]. 

En otras palabras, dividir para reinar. Y el Ministerio del Exterior no veía motivos para cambiar una política que tan bien ha funcionado hasta ahora.»

La duración es un criterio, una medida, pero no es la esencia de la eutaxia. Bueno afirma que una sociedad eutáxica durará más que una distáxica en términos generales; pero no será más eutáxica por durar más sino que durará más porque es, en general, más eutáxica.

Después del núcleo como categoría de la sociedad política, Bueno se ocupa del curso de esa sociedad. Él no ha podido encontrar otro criterio, como inspirador de esquemas para ordenar el curso de las sociedades políticas, que el del Estado. Según esto, distingue tres fases. La primaria corresponde a la fase protoestatal; la secundaria, a la sociedad estatal propiamente dicha; la terciaria, a la postestatal.

El límite de este artículo no permite desarrollar este aspecto.

LA TABLA DE LAS CAPAS Y RAMAS DEL PODER POLÍTICO

Finalmente, la tercera categoría de la sociedad política es la de cuerpo esencial. Bueno obtiene la idea de cuerpo del análisis del sistema político global. Y como «hilo conductor» toma el Campo Gnoseológico (que ya he explicado en otra columna anterior).

Ahora, veamos cómo desarrolla Bueno todavía más su Materialismo Filosófico, ofreciendo un modelo canónico genérico de la sociedad:

El poder político, en tanto que poder sintáctico, tiene unas funciones propias (seleccionar, coordinar, dirigir, bloquear…,). Si el eje sintáctico se despliega en tres momentos -términos, relaciones y operaciones-, el poder político se distribuye en tres secciones: como poder formador de términos, como poder de establecer  relaciones y como poder que ejecuta operaciones. Bueno denomina a estas fases, poder determinativo, poder estructurativo, y poder operativo.

Ahora viene un asunto que conviene explicarlo muy bien porque si no, la confusión está asegurada. Nos referimos a las capas. ¿Cuál es el medio en el cual ejerce su acción el núcleode la sociedad política? El espacio antropológico, que se despliega en tres planos: sintáctico, semántico y pragmático.

La doctrina sintáctica del poder político encuentra como vía propia para su interno desarrollo la doctrina de las tres capas del cuerpo de la sociedad política. El núcleo irá «constituyendo» tres capas en el proceso mismo de su acción-reacción: la capa conjuntiva resultante en el eje circular; la capa basal resultante en el eje radial y la capa conjuntivaresultante en el eje angular. (También he explicado el Campo Antropológico, de Bueno, en otro artículo). 

Bueno ofrece una tabla en la que expresa los desarrollos de las capas y ramas del poder político, acompañándolos de los nombres que asigna a los puntos de cruce.

La capa conjuntiva del cuerpo de la sociedad política se condensa y consolida por la acción del núcleo de la sociedad política a lo largo del eje circular. Incluye múltiples estructuras sociales – instituciones familiares, asociativas, profesionales, generacionales…-.

También dentro de esta capa entra la llamada «clase política» a la que algunos periodistas italianos y españoles denominan «casta política». Bueno se detiene a examinar esa «clase política», aunque aquí no podemos sino mencionar este aspecto.

En el eje radial, la acción del núcleo de la sociedad política determinará la capa basalmás o menos coherente con todos aquellos contenidos impersonales (desde las tierras de cultivo, hasta los edificios, desde hornos de fundición hasta centrales eléctricas) que, formando parte del mundo entorno (natural y cultural), se nos presentan (o son representados) como configuraciones cuya conservación, transformación o reproducción pueden llegar a constituir objetivos de la acción política. La capa basal, que en sí es económica, se hace política (económico-política) cuando se representa como objetivo de los planes y programas de la sociedad política; y no hay sociedad política, por liberal que ella sea, que pueda dejar de incluir una capa basal.

La capa cortical incluye aquellos contenidos que el eje angular denota: los que tengan que ver con sujetos «personales» pero no humanos, distintos, por tanto, de los sujetos constitutivos de la sociedad política, aun cuando habiten, como númenes animales o divinos, dentro de sus fronteras; en segundo lugar, y por extensión, contendrá aquellos sujetos personales humanos, o muy próximos a los hombres, que son llamados salvajes, bárbaros, y en general extranjeros, y que no forman parte de la sociedad política de referencia. 

LOS NUEVE PODERES POLÍTICOS

Como resultado de los cruces en la tabla, Bueno distingue nueve poderes.  Para analizar la vida política, es de una fecundidad mucho mayor que la tradicional doctrina de los tres poderes. Con esta Tabla es posible, e incluso fácil, examinar las contradicciones o anastomosis entre poderes y pensar en vías para negociar soluciones.

Quien estudie a fondo la Tabla, observará aspectos de los que no he podido ocuparme en este artículo. Con lo cual, le puede servir de estímulo para investigar aspectos muy importantes de la sociedad política. Recomiendo leer libros de Historia, de periodismo de investigación, novelas, películas y series de televisión para identificar las contradicciones entre poderes políticos y ver qué caminos encuentran los negociadores durante las crisis.

Yolanda Rodríguez Vidales, directora Adjunta de Confilegal, ha escrito una columna excelente sobre cuatro series que deberían conocer los políticos: Borgen, House of Cards, El ala Oeste de la Casa Blanca y Juego de Tronos. 

También ha escrito varios artículos sobre series de política, en algunas revistas científicas: Política y poder en las series de televisión; El ala oeste de la Casa Blanca (The West Wing): Un tratado de Comunicación Política Institucional o La ficción inspira la forma de hacer política.

Poder ejecutivo es el poder operativo en cuanta capacidad de actuar en la capa conjuntiva. 

Gustavo Bueno toma de Francis Bacon su concepto de poder como capacidad para juntar o separar. Operar, en el ámbito de la capa conjuntiva, es tanto poder aproximar a sujetos o bienes (reunirlos en asamblea, convocar a los ciudadanos, retribuirlos) como separar a los ciudadanos entre sí (disolver asambleas, disociar, por exacciones, ciudadanos y bienes, etc.). Operar es también poder de obligar (poder coercitivo) a los ciudadanos según unas rutas y no otras. 

Y partiendo de que la policía es el brazo ejecutor del poder operativo en la capa conjuntiva, Bueno diagnostica la situación de anastomosis o conflictos de las diversas fuerzas de seguridad. Es algo que podemos constatar en todas las naciones, sean del régimen que sean. Y algo muy importante: sólo el poder ejecutivo puede hacer cumplir las sentencias judiciales, asunto que muchos jueces parecen ignorar. 

Poder legislativo es la capacidad de establecer relaciones normativas estables, regulares, en la perspectiva de la eutaxia entre los términos (individuos o grupos). Son las leyes. Pero leyes pensadas desde la perspectiva política, fundamentalmente las leyes constitucionales.

Poder judicial es un poder para clasificar a los individuos en ciudadanos y no ciudadanos; a los ciudadanos en categorías fiscales o militares. La capacidad que las mayorías tienen en las democracias parlamentarias para derribar gobiernos o elegirlos (capacidad que también podría estar detentada por minorías, por el mecanismo del «golpe de Estado») podría considerarse conceptualmente como un ejercicio del poder judicial: el pueblo actúa aquí no como legislador ni como ejecutor sino como jurado. Bueno ha escrito sobre la independencia de los jueces, afirmando que esa independencia es ilusoria o de mala fe.

Poder gestor es una capacidad que moviliza y canaliza las fuerzas de trabajo, capacidad que el poder político ha de tener de algún modo si efectivamente tiene una responsabilidad en la eutaxia. No hace falta que utilice la violencia. A veces resulta más eficaz el poder estimulativo, es decir, la capacidad del poder político para disponer de estímulos suficientes, estadísticamente hablando, para disuadir a una gran porción de la fuerza de trabajo de rutas no deseadas y atraerles a las rutas preestablecidas.

Aquí es donde tienen cabida las estrategias y tácticas de la negociación, aunque el filósofo español no las menciona. Es muy importante disponer de información para tomar decisiones y para motivar mejor. La etapa final de la negociación es presionar con las tácticas más oportunas.

Poder planificador es la capacidad para establecer planes y programas. Los planes como fines objetivos en cuanto cuentan necesariamente con otros sujetos. Pueden ser universales o regionales. Los programas se definen  a partir de los contenidos impersonales correspondientes a los fines establecidos. Los programas se clasifican en genéricos y específicos. También es necesario negociar los planes y programas.

Poder redistribuidor es la capacidad del poder político para fijar impuestos y exacciones a los sujetos o instituciones y redistribuir lo recaudado para proporcionar, principalmente, la base «energética» para la producción en general. Las funciones del poder fiscal son análogas en la capa basal a las que el poder judicial tiene en la capa conjuntiva. Imponer exacciones a cada súbdito es fundamentalmente clasificar; como también canalizar las redistribuciones es clasificar.

Poder militar es el poder de cara a la guerra contra los o bien el poder asociarse o federarse con otros pueblos. Comporta, por tanto, disponer de un ejército capaz –paralelo de la policía de la capa conjuntiva–, con poder (o derecho natural) de invasión hacia los extraños.

Poder federativo es un poder que capacita a la sociedad política a establecer relaciones regulares y normativas con sociedades extrañas –concordatos con la Iglesia, alianza con extranjeros– y que, por tanto, sólo podrá estimarse como tal poder cuando él sea compatible con preservar la soberanía.

Poder diplomático equivale a la facultad de juzgar, es decir, de determinar quiénes son los miembros de la clase de extraños que puedan ser considerados como aliados o como enemigos. Este poder intersecta ampliamente con el campo del derecho internacional y con el derecho de gentes. Es un poder diplomático, discrecional.

«Sí, Primer Ministro» (1986-1988) fue emitida por la BBC. (Esta segunda entrega tuvo un total de veintiún capítulos).

Ejemplo de un conflicto político

En Hombre al agua (Episodio I de la primera temporada de «Sí, Primer Ministro«, el conflicto tiene lugar entre el Poder Redistribuidor (el ministro de Trabajo pretender racionalizar los puestos de trabajo en distintas zonas geográficas), el Poder Militar, que prefiere no cambiar la situación, y el Poder Ejecutivo, del primer ministro, que es de quien depende la decisión final.

Sir Humphrey: Veámoslo desde el punto de vista del primer ministro. Tenemos 420.000 militares en servicio, pero sólo 20.000 de ellos situados en el Norte de Inglaterra. Casi todo está aquí, en el Sur. La Armada en Portsmouth y Plymouth, la fuerza aérea en B e Eastbourne e infantería en A. Casi nada en el Norte de Gales, y allí es donde el desempleo es mayor.

Howard: Pero mucho de ellos proceden del Norte

Sir Humphrey: Sí, pero gastan el dinero en el Sur.

Allan: Es inevitable.

Sir Humphrey: ¿Por qué?

Allan: Porque es donde están ahora.

Sir Humphrey: Oh

Allan: De todas formas, no hay nada en qué gastarlo en el Norte, ¿verdad?

Secretario: El Jefe del Estado Mayor, señor.

Jefe del Estado Mayor: Humphrey, es totalmente imposible.

Sir Humphrey: Está bien, no me ataque, estoy de su parte. Pero el argumento es sólido. Trasladan dos o trescientos mil hombres en servicio al Norte y crean montones de trabajos civiles, Proveedores, constructores, mantenimiento de vehículos… Trescientos mil sobres de pagas más gastados en las tiendas.

Jefe del Estado Mayor: Pero no se pueden mover cientos de miles de hombres por el país así.

Sir Humphrey: Creía que el Ejército hacía eso.

Jefe del Estado Mayor: Pero luego vuelven. Eso sería permanente.

Sir Humphrey: Bueno, Willy, ¿hay militares que pueden ser situados permanentemente en el Norte?

Jefe del Estado Mayor: Quizá los soldados rasos y los oficiales jóvenes, pero los oficiales veteranos no querrán ni oír hablar del Norte. Sus esposas no lo soportarían por esto: el colegio de los niños.

Sir Humphrey: Creo que también hay colegios en el Norte de Inglaterra.

Jefe del Estado Mayor: ¿Y qué hay de Harrod’s? ¿Y Winbledon? ¿Y Ascott y los clubes de oficiales? O sea, la civilización en general. No funcionaría. Se les caería la moral.

Sir Humphrey: Willy, lo hemos discutido en el Gabinete esta tarde. Necesitamos argumentos más serios que unas esposas a 500 kilómetros de Harrod’s.

Jefe del Estado Mayor: ¡Ja! ¿Hay algo más serio que esto? Tendrían que ir los tipos como usted o como yo.

Sir Humphrey: Pero, ¿hay algún argumento estratégico contra el traslado?

Jefe del Estado Mayor: Podríamos encontrarlos contra lo que fuera.

Sir Humphrey: ¿Y resistirían un examen experto del exterior?

Jefe del Estado Mayor: No tendrán un examen experto del exterior. Será alto secreto, como siempre hacemos en Defensa. Sólo el PM.

Sir Humphrey: Está claro que no tendrán un examen experto. Me pregunto si no sería mejor poner en juego al hombre en vez de al balón.

El desenlace será que el Poder Ejecutivo y el Militar se imponen al Poder Redistribuidor, pero en el último momento, y después de haber dimitido el ministro de Trabajo, el Primer Ministro está dispuesto a impulsar el plan de nuevo.

Prometo escribir varias columnas sobre conflictos políticos y negociación. No de una manera inmediata, porque hay otros asuntos que también quiero abordar, pero tampoco voy a dejar que pase demasiado tiempo.

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