Multitudinario acto de recuerdo y homenaje al magistrado Javier Martínez Lázaro, un hombre en el buen sentido de la palabra, bueno
Ana Ferrer junto a sus hijos, Julia y Javier, al final del homenaje a su marido y padre, Javier Martínez Lázaro, fallecido el 16 de septiembre del año pasado. Carlos Berbell/Confilegal.

Multitudinario acto de recuerdo y homenaje al magistrado Javier Martínez Lázaro, un hombre en el buen sentido de la palabra, bueno

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23/2/2018 06:20
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Actualizado: 23/2/2018 10:13
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Casi 400 personas se dieron cita en la tarde de ayer en el salón de columnas del Círculo de Bellas Artes de Madrid, para asistir al acto de recuerdo y homenaje al desaparecido magistrado de la Audiencia Nacional, y ex vocal del Consejo General del Poder Judicial, Javier Martínez Lázaro, fallecido el 16 de septiembre del año pasado tras una larga enfermedad a los 63 años de edad.

El evento duró casi tres horas. Comenzó con un vídeo-montaje con fotografías de «Tito», como le conocían sus amigos, resumiendo su vida. Después desfilaron por el proscenio familiares y amigos que fueron construyendo su perfil más humano, a base de testimonios personales y de anécdotas.

Estudiante combativo en la transición, miembro del PCE, periodista del diario Ya, abogado laboralista de Comisiones Obreras, juez, miembro destacado de la asociación progresista Jueces para la Democracia, hincha del Atlético de Madrid, Martínez Lázaro fue un hombre que dejó huella en el alma de todos los que le rodearon. La presencia de tantas y tantas personas fue la prueba latente.

Aunque nadie lo pronunció, la estrofa del poema, Retrato, de Antonio Machado, parecía haber sido escrito como un resumen de su vida para ese preciso momento: «Hay en mis venas gotas de sangre jacobina/ pero mi verso brota de manantial sereno;/ y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, /soy, en el buen sentido de la palabra, bueno».

Periodistas, magistrados, fiscales, funcionarios, amidos, compusieron el acto de homenaje a Tito Martínez Lázaro. Carlos Berbell/Confilegal.

El salón de columnas visto desde el lugar opuesto; en la primera fila, Julia y Javier (con camisa blanca), los hijos de Javier Martínez Lázaro, y Ana Ferrer en el medio, junto a la alcaldesa, Manuela Carmena. Carlos Berbell/Confilegal.

Porque eso, en resumen, fue lo que emergió del desfile de amigos y familiares, ante la emocionada mirada de su viuda, la magistrada del Tribunal Supremo, Ana Ferrer, y sus hijos, Javier y Julia, que precedieron a su madre en el cierre del acto, leyendo un sentido relato de la relación que habían tenido con su padre; el eje rector de sus vidas.

Luego Ana leyó el suyo, en una lucha contra las lágrimas, que luchaban denodadamente por hacer acto de aparición.

«Tito siempre decía que nos había unido el BOE porque nos conocimos en nuestros respectivos destinos, en Aranjuez. Durante 30 años ha sido el mejor compañero. Cariñoso, amigo de sus amigos, un luchador incombustible, un hombre valiente, un gran negociador que creía en una justicia de calidad, al servicio de la ciudadanía, en la igualdad de género. La mejor persona del mundo», afirmó ante un auditorio que rompió a aplaudir cuando la emoción finalmente parecía que se terminaría imponiendo.

Uno de los motores del evento fue el íntimo amigo de «Tito» Martínez Lázaro, el también magistrado José María Fernández Seijo, quien hizo de introductor en un principio.

A continuación comenzaron a intervenir «los elegidos», empezando por la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, con la que coincidió, siendo un abogado recién licenciado, en el despacho de abogados laboralistas de la madrileña calle Españoleto, primero, y después en la judicatura, como compañeros en Jueces para la Democracia.

«Lo que más recuerdo de Tito era su sonrisa, su fortaleza, su gran capacidad para relacionarse. En muy poco tiempo se hizo con la confianza de los obreros del metal», dijo Carmena, que resumió el pensamiento de su amigo con una frase final: «Somos una fuerza de cariño dispuesta a cambiar el mundo que nos rodea».

La foto de un joven Tito Martínez Lázaro grabando con una video cámara en una playa presidió todo el acto. Carlos Berbell/Confilegal.

Manuela Carmena recordó con gran cariño a «Tito» Martínez Lázaro, del que dijo que era un líder. Carlos Berbell/Confilegal.

Sus hermanos Julio, Jorge y Juan Carlos revelaron que procedían de una familia acomodada del barrio de Salamanca, que habían estudiado en el Colegio del Pilar y que «Tito» siempre había sido un hombre preocupado por los demás, por hacer de este país un lugar más justo.

Su amigo Alejandro Ros, con el que tenía amistad desde los 4 años, reveló que, desde muy joven, su gran pasión fue la política, entendida como el servicio a los demás. «Para mí siempre fue un referente en mi vida», dijo. «Ojalá hubiera más personas como tú, porque esta sociedad española sería mucho mejor», dijo mirando a las alturas.

Luis Zumalacárregui, compañero de la Facultad de Derecho, relató cómo era la España de principios de los 70, cuando Franco todavía vivía. «Ninguno de los jóvenes que estáis aquí os podríais imaginar cómo era aquello. En la Universidad descubrimos la libertad. Era una isla de libertad», relató.

Los hermanos Martínez Lázaro: Juan Carlos, Jorge y Julio, durante su intervención, al comienzo del acto. Carlos Berbell/Confilegal.

Luis Zumalacárregui, con quien «Tito» compartió militancia en el PCE durante los años universitarios. Carlos Berbell/Confilegal.

«Tito fue delegado de la Facultad y miembro del PCE, de lo que siempre se sintió muy orgulloso, aunque luego las cosas cambiaron. Aquellos fueron tiempos duros. ‘Tito’ demostró ser un buen político. Realista, inteligente, culto, progresista, en el sentido de que quería lo mejor para la sociedad. Luchaba porque no hubiera desigualdad y porque todos los españoles tuviéramos igualdad de oportunidades», añadió.

Y en un arranque de sinceridad pública reveló: «Yo soy sectario. No lo puedo evitar. ‘Tito’ no lo era. Era capaz de no caer en el sectarismo y hacer cosas importantes. La enfermedad le ha robado 20 años de su vida».

El periodista de la Cadena Ser, Javier Álvarez, recordó, lo primero de todo, con cierto humor, que «Tito», como juez, «jamás nos dio una exclusiva». Desde su punto de vista, Martínez Lázaro «emergió como un nuevo modelo de juez comprometido con el servicio público de la justicia; un hombre predispuesto a escuchar al contrario y de llegar a acuerdos».

«‘Tito’ nos trató a los periodistas como miembros de la realidad jurídica que somos y concebía la política de comunicación del poder judicial como una exigencia ineludible», afirmó. Para terminar citó una frase de Paul McCartney que encaja en la personalidad de Martínez Lázaro: «En la vida real el que no se rinda es todo un valiente».

El sindicalista Juan Moreno y el abogado del Comisiones Obreras, Enrique Lillo, describieron al Martínez Lázaro abogado laboralista.

«‘Tito’ era un líder y un hombre leal con la organización. En Comisiones Obreras, a pesar de que después se convirtió en juez, lo considerábamos un compañero. Uno de los nuestros», contó Lillo. «Era, además, un hombre que tenía las cosas muy claras. La línea sindical la establecía el sindicato, y el respetaba eso, pero tenía muy claro que la estrategia legal la llevaba el despacho. En eso no cedió».

El abogado laboralista Enrique Lillo y el dirigente sindical de CC.OO. Juan Moreno. Carlos Berbell/Confilegal.

José María del Riego, magistrado de la Audiencia Nacional, fue la persona con la que compartió los dos años y pico -entre el 82 y el 84- que invirtió en hacer la oposición a juez. Del Riego describió a su amigo del alma como «un tesoro que nos ha dado la vida».

Ricardo Bodas, presidente de la Sala de lo Social de la Audiencia Nacional, compartió con él dos mandatos al frente del Secretariado de Jueces para la Democracia. Como «Tito», Bodas había militado en el PCE durante la clandestinidad.

«Nuestra actividad contribuyó, en aquel periodo, a la consecución de dos objetivos: la aprobación de la Carta de Derechos de los Ciudadanos ante la Justicia y el Plan de Transparencia de la Administración de Justicia, sin olvidar la Ley de Retribuciones; mejoras profundas para los jueces a cambio de mejoras en la respuesta del servicio a la ciudadanía», dijo Bodas, antes de dar la palabra a Begoña López.

Ricardo Bodas compartió dirección en JpD con «Tito», lo mismo que Begoña López. Carlos Berbell/Confilegal.

«Tendía puentes y aglutinaba sensibilidades diferentes. Era un don», dijo.

Montserrat Comas, con la que compartió 8 años como vocal del Consejo General del Poder Judicial, recordó que el trabajo de «Tito» y de JpD había posibilitado el cambio de elección de los 12 vocales jueces, que pasó de la elección directa por el Congreso y el Senado -como ocurre ahora-, a la elección previa de 36 candidatos, propuestos previamente por las asociaciones, de entre los que luego ambas cámaras elegían 6 cada uno.

«‘Tito’ creía en la igualdad entre el hombre y la mujer. Me animó a que me presentara. Lo primero que hicimos desde el CGPJ fue nombrar a una mujer magistrada del Tribunal Supremo. La primera de todas. Porque entonces todos eran  hombres», explicó.

Comas también reveló la gran impresión que había sentido «Tito» cuando, el 7 de noviembre de 2001, un día después de tomar posesión, ETA asesinó en Guecho, Vizcaya, al magistrado José María Lidón cuando salía de su casa en coche.

«Nos fuimos al País Vasco. Velamos su cuerpo con su familia. Aquello le marcó profundamente y pidió ser vocal para el País Vasco. Fue un vocal muy cercano con los compañeros de Euskadi, a los que ayudó en todo lo que pudo», relató. «‘Tito’, yo lo conocí bien, era un hombre de Estado, muy leal con la institución».

Javier Laorden, compañero también durante el mandato 2001-2008 del CGPJ -conservador-, se emocionó relatando su colaboración con Martínez Lázaro, en especial en la participación del CGPJ en la creación de la Red de Consejos del Poder Judicial de Europa, en el que España jugó un importante papel.

Montserrat Comas fue la compañera de Javier Martínez Lázaro cuando ambos sirvieron en el CGPJ como vocales, entre 2001 y 2008. Carlos Berbell/Confilegal.

Javier Laorden, vocal conservador del CGPJ del que formó parte «Tito» Martínez Lázaro, dio prueba de su capacidad para llegar a acuerdos y hacer grandes cosas. Carlos Berbell/Confilegal.

«En Europa nos llamaban ‘los javieres’. Dejamos muy alto el pabellón español en eficacia y claridad de ideas. La gente apreciaba nuestro trabajo. Fue un honor trabajar con ‘Tito’, que no era un supremacista, ni sectario. Buscaba el consenso, el diálogo. Nuestra colaboración es una prueba de ello», contó.

Sus compañeros de la Sección Primera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, Ramón Sáez y Manuela Fernández, «Nela», describieron a un Martínez Lázaro que disfruta con su trabajo, pero al que le irritaba la falta de medios. «Y la ausencia de una biblioteca. Llevaba muy mal tener que irse a la del CGPJ», relató «Nela» Fernández.

También subieron al proscenio otros amigos más en lo que se convirtió en una riada de cariño, pero también de dolor, por la pérdida de un magistrado carismático capaz de entenderse con cualquiera.

Ramón Sáez Valcarcel y «Nela» Fernández, compañeros y amigos de Javier Martínez Lázaro, recordaron la faceta humana y profesional del desaparecido magistrado. Carlos Berbell/Confilegal.

Sáez Valcarcel y Fernández durante su intervención. Carlos Berbell/Confilegal.

Ana Ferrer, la viuda de Javier Martínez, durante su intervención final, dando las gracias a los asistentes. Carlos Berbell/Confilegal.

Entre los asistentes estuvieron el fiscal general del Estado, Julián Sánchez Melgar, el magistrado del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, y su esposa, la magistrada del Tribunal Supremo y vocal del CGPJ, Clara Martínez de Careaga, el presidente de la Sala de lo Penal del Supremo, Manuel Marchena, los magistrados de ese mismo alto tribunal, Nicolás Maurandi, José Manuel Bandrés, Andrés Martínez Arrieta, e Isabel Perelló, también sus excompañeros Ignacio SierraCarlos Granados y Joaquín Giménez, estos dos últimos recientemente jubilados, el presidente de la Audiencia Nacional, José Ramón Navarro, los magistrados de los Juzgados Centrales de Instrucción 3 y 5 de la Audiencia Nacional, José de la Mata y Carmen Lamela, los también vocales del CGPJ, Rafael Mozo y Pilar Sepúlveda, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, Francisco Javier Vieira, y el de la Audiencia Provincial de la capital de España, Eduardo de Porres, el portavoz de Juezas y Jueces para la Democracia, Ignacio González Vega, el decano de los Juzgados de Madrid, Antonio Viejo, el exministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, y el exministro de Interior, Antonio Camacho, la consejera de Justicia de la Generalitat Valenciana, Gabriela Bravo, los fiscales Javier Zaragoza, Almudena Lastra, Pedro Crespo, y el fiscal anticorrupción, Alejandro Luzón, los magistrados Celso Rodríguez PadrónMaría Tardón, Celima Gallego y José Miguel Moreno, el eurodiputado Juan Fernando López Aguilar, los expolíticos Diego López GarridoNicolás Sartorius, los abogados Jaime Sanz de Bremond y Cristina Almeida, y también Gregorio García y Jorge Gutiérrez, de Banco Santander, entre otros.

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