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Tempus fugit 2018

Tempus fugit 2018
El magistrado Vicente Magro, magistrado de la Sala de lo Penal del Supremo, en pleno centro de Madrid. Carlos Berbell/Confilegal.
31/12/2018 06:15
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Actualizado: 02/12/2021 14:38
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Se marcha ya el año 2018. E igual que otros años, no nos da tiempo casi ni a la reflexión de lo que ha sido el año entero.

Para algunos ha pasado muy deprisa.

Para otros, muy lento.

Y ello según sean los aspectos positivos o negativos que le han ocurrido a cada persona.

Pero lo cierto y verdad es que la  extrema fugacidad y rapidez con que pasan los días, los meses y los años no te permite ya, ni, casi, proceder a una reflexión de lo vivido, y valorar acerca de las actitudes que hay que mantener, porque hayan dado un resultado positivo y las que hay que modificar, porque lo hayan sido en negativo.

Nos hemos acostumbrado a vivir deprisa.

Casi sin detenernos en lo que está por venir, y ni tan siquiera en lo vivido.

Es tal la urgencia de los acontecimientos que se viven cada día en la sociedad, en la política, en el trabajo de cada uno, en el trabajo que se aspira conseguir quien no lo tiene, que no se percibe ni el pasado ni el futuro.

Se vive el presente, y hasta eso requiere de un esfuerzo inconmensurable, dado que la acumulación de sucesos y de acontecimientos impide girar la vista hacia la derecha o a la izquierda.

Se mira hacia delante, pero fijándonos en el suelo, es decir, el presente, para no tropezar con nada ni con nadie.

Por ello, la rapidez con que gira todo nos recuerda esa expresión latina de Tempus fugit, que nos marca que el tiempo fluye de forma rápida y que en modo alguno se detiene, porque los relojes no se paran y funcionan.

Para ello, no hay más que fijarse en el segundero de cualquier reloj, y apreciar que, aunque de forma lenta, no se detiene.

De suyo, esta expresión de hondo calado en el mensaje que estamos tratando se refleja y consta en muchos relojes, invitando a quienes nos fijamos en ella a la reflexión sobre la fugacidad del tiempo que consta en ese reloj.

TEMPUS FUGIT Y CARPE DIEM

Para contrarrestar esta expresión del Tempus fugit, algunas personas añaden otra expresión como la de carpe diem; es decir, que si el tiempo vuela, aprovechemos la ocasión y el momento, que es lo que quiere decir la segunda, como sabemos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad que la segunda expresión pueda ser tomada al pie de la letra, porque ello supondría olvidar el futuro y lo que está por venir.

Porque esta segunda expresión es la que ha llevado a muchas personas a huir de la reflexión y ponderación a la hora de tomar decisiones, a no invertir en el esfuerzo para conseguir algo positivo en el futuro, como puede ser formarse bien para tener buenas capacidades intelectuales el día de mañana con las que ofrecer sus servicios profesionales, o preparar una oposición a la Administración, invirtiendo muchas horas estudiando para poder conseguir ganarla.

Así, la expresión de Carpe diem  debe ser adoptada y tomada en sus justos términos dentro de esa fugacidad con la que el tiempo pasa, ya que es cierto que hay que disfrutar de cada minuto y segundo, pero sin olvidar que las obligaciones y responsabilidades están en el mismo barco de las de cada persona.

Porque tomada de forma aislada esta expresión se nos olvidan las obligaciones y miramos solo por los derechos.

Y ello, nos lleva al fracaso personal y colectivo.

Puede preocuparnos, sin embargo, ver que la rapidez de esos días que pasan ya no se repetirán y que la vida es pasajera y fugaz, así como que muchos amigos y amigas nos han dejado de una forma muy precipitada, con fallecimientos prematuros, cuando todavía les quedaba mucho que hacer y por vivir.

Es en estos momentos cuando nos damos cuenta de estas máximas de la fugacidad del tiempo, y que aquí solo estamos de paso, aunque algunos piensen, o parece que así lo crean, que consideran que van a vivir eternamente, y aplican su personal ley con intolerancia y falta de respeto a los demás.

2018 termina, por ello, y nos abre las puestas de un 2019 con miles de interrogantes sociales.

Con una sociedad donde hay muchas cosas por hacer y resolver.

Con una sociedad donde hay que sustituir la violencia por la paz, la intolerancia por la igualdad y el respeto a los demás, los gritos y las amenazas por la tolerancia y la permisividad  individual y social, y la  actitud arrogante de algunos por la práctica de la argumentación.

Por todo ello, esperemos que 2019 nos traiga un compromiso colectivo e individual de cada uno para conseguir estos objetivos.

Y que aunque tengamos para ello 365 días, esperemos que los días no pasen tan rápido como para que nos dé tiempo a todos para cumplir este importante deber, u obligación, que tenemos que asumir colectivamente.

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