“No es lícito empezar una guerra sólo por diferencias de religión”, según fray Francisco de Vitoria
El monje dominico, Fray Francisco de Vitoria, representado en un monumento erigido en su recuerdo en la ciudad de Salamanca, España.

“No es lícito empezar una guerra sólo por diferencias de religión”, según fray Francisco de Vitoria

Estas palabras fueron pronunciadas en el siglo XVI por el dominico español, fray Francisco de Vitoria. Añadió que ninguna guerra sería justa si lo que la mueve es el afán de poder territorial o material.

Y lo hizo en un tiempo que estaba a quince segundos de la toma de Granada.

Fue un adelantado a su tiempo que defendía la existencia de una Comunidad Universal, lo que hoy conocemos como ONU.

Pocas personalidades han sido tan reivindicadas en nuestro tiempo como el fraile dominico, escritor y catedrático salmantino Francisco de Vitoria, cuyo nombre ha sido adoptado por universidades, institutos universitarios, centros de derechos humanos, instituciones de estudios e investigaciones, institutos de enseñanza secundaria y bachiller e, incluso, asociaciones de Jueces; la Asociación Judicial Francisco de Vitoria.

Nada tienen que ver entre ellos, salvo que comparten el mismo nombre y lo que representa la personalidad de Francisco de Vitoria, como fuente de inspiración y, en consecuencia, de emulación.

El ejemplo es el principio de la autoridad, se suele decir.

De sus aportaciones nace, nada menos, que el derecho internacional actual.

Francisco de Vitoria, símbolo del humanismo, fue uno de los grandes juristas y teólogos españoles del siglo XVI.

Desde su cátedra de teología de Salamanca, produjo textos que molestaron profundamente al emperador Carlos I y que hacían referencia a las violencias cometidas durante la conquista española del Perú.

En uno de ellos, titulado “De indis”, dijo que los indios de América no eran seres inferiores a los que era legítimo esclavizar y explotar sino seres libres, con iguales derechos que los españoles y dueños de sus tierras y bienes.

Si bien legitimó la presencia española como forma de salvaguardar un orden jurídico superior que se fundamenta en el principio de sociabilidad humana y en la libre circulación de los hombres, los productos y las ideas.

Acostumbrado a que todos le dieran la razón e hicieran realidad su más mínimos deseos, casi bramando explotó diciendo: “¡Que se callen esos frailes!”.

Y lo dijo en plural por fray Bartolomé de las Casas. Pero ninguno de los dos obedecieron.

Terminaron imponiéndose.

Protección de los indios por la Corona

En 1542 se promulgaron las Leyes Nuevas que ponían al indio bajo la protección de la Corona, lo que no hicieron ingleses ni holandeses.

La originalidad del planteamiento del dominico no consistió en oponerse a una Conquista movida por la avaricia o el poder, cosa que otros habían hecho antes, sino porque sistematizaba y universalizaba esta doctrina, que está en las raíces del derecho internacional actual.

Según fray Francisco de Vitoria, ninguna guerra será justa si lo que la mueve es el afán de poder territorial o material.

Tampoco sería admisible si su motor fuera el de extender la fe.

Y lo hizo en un tiempo y en un espacio religioso en el que la fe -su fe- era uno de los motores que habían impulsado la Reconquista y el Imperio español.

Tuvo los bemoles de enfrentarse al hombre más poderoso del mundo en ese momento.

Fray Francisco de Vitoria, sin embargo, sí admitía que existiera una guerra justa. No era un pacifista sin sentido.

Pero sólo podía producirse como respuesta a una injuria grave. Y sin ir más allá, en la destrucción, de la reparación de la injuria.

En defensa propia.

Era necesario, además, y desde su punto de vista, que la respuesta fuera acorde con el mal recibido; el uso de más violencia de lo que fuera estrictamente necesario constituiría una guerra injusta.

Una vez que ha comenzada la guerra, afirma el dominico, sigue habiendo límites morales a la acción.

Por ejemplo, uno es que no puede atacar o matar a rehenes inocentes.

Es decir, de vivir hoy en día, fray Francisco de Vitoria entendería que los países se defendieran frente a las agresiones del ISIS, de Al Qaeda y de cuantos movimientos similares aterrorizan a las democracias occidentales.

Visión de futuro

Sin duda alguna. Pero fue más allá.

Porque el dominico defendía la existencia de una Comunidad Universal y entendía que sólo una autoridad competente de ese nivel podría o debería regular las guerras que fueran justas.

O sea, lo que hoy conocemos como Organización de Naciones Unidas. Y lo hizo cuatro siglos antes del nacimiento de esta organización.

A eso se llama visión de futuro.

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