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Triangulación y división psicológica de los niños en la cuarentena por el coronavirus

Triangulación y división psicológica de los niños en la cuarentena por el coronavirus
El abogado José Luis Sariego Morillo, autor de esta columna.
04/4/2020 06:35
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Actualizado: 03/4/2020 22:19
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El título de este artículo parece que tiene poco que ver con el mundo del derecho de familia, pero es fundamental conocer estos conceptos para poder explicar muchas cosas que les pasan a los niños en los juzgados de familia desde hace años y que ahora, con la crisis de coronavirus, se han incrementado más que el mismo virus: la alienación parental.

Como en todo conflicto, aquellas personas que tienen un perfil querulante, son las que se sienten más cómodas en esta situación excepcional. Debo indicar en este punto, que los datos nos dicen que en los divorcios más conflictivos nos encontramos muy a menudo con personas que sufren algún trastorno límite de la personalidad o algo más grave como por ejemplo una sociopatía o una psicopatía.

En España, se sigue usando de forma mayoritaria la solución decimonónica y ancestral de la custodia materna como solución a las separaciones y a los divorcios con hijos.

Ello entraña que, como se señala en un artículo de la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, “la figura parental encargada de la custodia (las más de las veces la madre) desempeñe prácticas educativas erráticas, con poco control sobre el comportamiento del hijo y escasa sistematicidad en el seguimiento de reglas, con las consecuencias negativas que son de prever en el desarrollo de los hijos”.

Todo ello provocado por la inmensa carga emocional que supone a un progenitor el ejercer en exclusiva la custodia, sin poder contar con el otro progenitor en dicha carga de forma equitativa y equilibrada.

HIJOS DEL DIVORCIO

Desde el comienzo del milenio, hemos observado en nuestro despacho que las características de los divorcios son diferentes a las de las décadas anteriores.

Ahora, quienes se divorcian en su mayoría son “hijos del divorcio” y estos vienen de forma mayoritaria de familias desestructuradas y donde la ausencia de la figura paterna es la norma.

Estos niños llegan a la adultez con síntomas preocupantes para su bienestar tales como el miedo a la soledad, el miedo al abandono, angustia vital, desconfianza en los demás, etc. y que dan lugar a vivir una vida bajo el paraguas de una sintomatología típica del trastorno por estrés postraumático que puede durar, incluso el resto de sus vidas. Afortunadamente, muchas personas suelen superarlo, pero otras muchas no.

Numerosos estudios nos recuerdan que el indicador que más perjudica a los niños en su salud mental y que impide un desarrollo armónico de su personalidad, es la terrible consecuencia que tiene en la vida de un adulto, el haber crecido en un contexto familiar con la ausencia de figura paterna.

Normalmente, en más divorcios de los que deseamos, nos encontramos con personas que solo entienden el lenguaje del conflicto para resolver un problema de separación y/o divorcio.

Estas personas especialmente conflictivas, cuando tienen un contexto que favorece dicho conflicto, se vuelven mucho más peligrosas, no solo con sus parejas o exparejas, sino incluso con sus hijos.

CÓMO SON ESTAS PERSONAS

Suelen ser personas (hombres y mujeres) muy manipuladoras y que suelen proyectar en los demás sus propios traumas.

Uno de los estos “contextos favorecedores” son los divorcios o las denuncias de malos tratos y de abusos sexuales “instrumentales”. Existen leyes que fomentan el uso execrable de los recursos sociales y judiciales por parte de este tipo de personas.

A menudo, nos encontramos con “informes” de servicios sociales de algunos ayuntamientos e incluso de algunos equipos psicosociales, que no han sido capaces de detectar estos síntomas de TLP (u otras patologías psicológicas) de sus usuarios, sino que “achacan” estos síntomas a una situación de supuestos malos tratos, cuando en realidad, una vez se estudia en profundidad un caso, te encuentras que tras aquella primera observación, existe el perfil de una persona que creció en un contexto familiar tóxico.

Recuerdo un caso muy reciente en que una Unidadde Valoración Integral de Violencia de Género (UVIVG) informó de una mujer que tenía todos los rasgos de una mujer maltratada.

Posteriormente, nuestros expertos detectaron que esa mujer, efectivamente, tenía síntomas de haber sufrido malos tratos pero que el sujeto activo de los mismos, había sido su propio padre.

La víctima nunca había sido tratada por ello. Cuando llegó el divorcio, esta mujer proyectó todo el maltrato sufrido a manos de su padre, hacia su pareja.

Pero volvamos a la triangulación y el coronavirus.

La triangulación psicológica es un aspecto clave para explicar cómo se transmiten al hijo los problemas no resueltos por parte de uno de los padres, sobre todo cuando llega el divorcio.

QUÉ ES LA TRIANGULACIÓN

Así lo explica la doctora Jill Salburg, quien lo expondrá mucho más extensamente en el congreso de la European Association of Parental Alienation Practitioners (EAPAP) –o Asociación Europea de Profesionales de la Alienación Parental–, en Zagreb, Croacia, donde será ponente.

La triangulación es el uso de una tercera persona que no está presente para fortalecer el control que una persona tiene sobre otra persona.

En los divorcios, muchos progenitores (85% madres, 12% padres y 3% otros familiares) usan esta triangulación (usar como culpable al progenitor ausente) de todos sus problemas, sobre todo, cuando hablan con sus hijos.

Los niños que crecen en un contexto de triangulación, suelen desarrollar esa misma triangulación cuando crecen y suelen aprender a echar la culpa fácilmente a los demás de todos sus males.

Son incapaces de reconocer sus propios errores o disfuncionalidad en sus relaciones personales (profesor, compañero, hermano, amigo, etc.). Cuando son adultos, suelen echar la culpa de todos sus problemas a un grupo más amplio (fachas, feministas, comunistas, gobierno, capitalistas, machistas, etc.).

Este tipo de personas, en la mayoría de los casos, han sufrido algún tipo de triangulación psicológica en su infancia. Los estudios sobre el odio irracional así lo demuestran.

Los niños que sufren triangulación desarrollan lo que algunos expertos denominan “división psicológica”.

Esto ocurre cuando un niño ha sido sometido a una presión y manipulación psicológica de tanta envergadura, que el niño responde con un mecanismo de defensa, dividiendo el vínculo emocional (y afectivo) del psicológico.

Esto significa que el niño que se enfrenta a una presión (manipulación alienadora) para provocar, en el sentido cognitivo, un miedo o rechazo angustioso por uno de sus padres y, a la vez, un impulso para alienarse con el padre que está causando dicha presión psicológica.

Ahí aparece la división psicológica del niño.

Por un lado, ama a su padre/madre, pero por otro lado debe mostrar rechazo, porque necesita sentir seguridad con la persona con la que convive habitualmente y lo aliena o presiona.

MENTIRA Y CORONAVIRUS

El niño crece frente una mentira, esto es, el niño sabe que es mentira lo que le dicen (papá/mamá es malo/a) pero, por otro lado, vive con el progenitor alienador y por ende, debe obedecer. Llegando a un punto en que el éste, no tiene más remedio que aceptar como real una mentira (tu madre/padre no te quiere).

Los estudios sobre el Síndrome de Estocolmo, explican muy bien todo esto. Grosso modo, este síndrome es el que explica la paradójica experiencia psicológica en la cual se desarrolla un vínculo afectivo entre los rehenes de un secuestro y sus captores.

¿Cómo es posible que alguien cree un vínculo afectivo con alguien que le amenaza con hacerle daño?

Los padres que ejercen alienación confunden obediencia ciega de su hijo con amor.

Por eso afirmo que un progenitor que aliena a su hijo, educándolo en el odio al otro progenitor, no logrará el amor de su hijo, sino que sólo obtendrá su obediencia ciega.

Los movimientos sociales antisistema y alguna “clase política” suelen usar este mecanismo a nivel social. Las sectas, son las organizaciones que más han desarrollado este mecanismo de control de masas.

Ahora, con la cuarentena del coronavirus nos estamos encontrando con que se está dando un contexto idóneo para progenitores conflictivos de los que hemos hablado más arriba, para provocar en sus hijos la triangulación y alienación parental.

Nunca antes había tenido tantas llamadas de padres y madres que, con la excusa de la cuarentena del coronavirus, se les está impidiendo no solo ver a su hijos, sino simplemente el poder hablar con ellos por teléfono.

Cuando superemos esta crisis, el daño ya estará hecho, y tendremos una nueva generación de niños que cuando crezcan, darán muchos problemas.

No debemos olvidar que los niños que sufren triangulación, división psicológica y alienación parental, suelen desarrollar algunos o varios de estos problemas en su adultez: desarrollo socioemocional interrumpido, dificultades para tener relaciones sanas, pensamiento paranoico, tendencias obsesivo-compulsivas, baja autoestima, resentimiento, dolor interior, enfado, depresión, ansiedad, síntomas somáticos, problemas relacionados con sustancias, aislamiento social y familiar y suicidio.

Todos nosotros, a través de nuestros representantes políticos, seremos responsables de no haber evitado lo evitable.

Día 20 de la #cuarentena.

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