Los colegios de abogados no deberían convertirse en la Inquisición
Fachada de la sede del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid (ICAM). El autor de la columna es José Luis Ortiz Miranda, colegiado en Cádiz.

Los colegios de abogados no deberían convertirse en la Inquisición

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08/4/2020 06:35
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Actualizado: 07/4/2020 23:50
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Acabo de leer una noticia muy preocupante y es que al parecer el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid (ICAM) ha abierto expediente sancionador a varios despachos de abogados de reconocido prestigio como son CREMADES & CALVO SOTELO, ECIJA, ONTIER, BROSETA y el GRUPO HEREDA, perteneciente a la Asociación de Abogados Cristianos.

Los cinco habían ofertado su publicidad en los medios consistente en el “asesoramiento gratuito” a las víctimas del COVID-19, por infringir, presuntamente, el artículo 25 del Estatuto de la Abogacía y el artículo 6.3.c) del Código Deontológico, que prohíbe publicitarse a víctimas de accidentes, de desgracias o catástrofes que carecen de la plena y serena libertad para la elección de abogados, por estar en ese momento sufriendo su desgracia personal, hasta pasados al menos 45 días desde el hecho.

¿CÓMO SE PUEDE SANCIONAR A BUFETES QUE HAN OFRECIDO ASESORAMIENTO GRATIS A LOS AFECTADOS?

En toda la publicidad de estos prestigiosos gabinetes hay un denominador común: se renuncia a cobrar nada al cliente por el asesoramiento y se renuncia a tomar a estar personas que hacen la consulta como futuros clientes y encima se someten a un control posterior de su Colegio para verificar que se cumple con dicha condición.

Siempre pensé, que la función social de la Abogacía era ayudar al ciudadano, en la defensa de sus derechos individuales y colectivos cuyo reconocimiento y respeto constituye la espina dorsal de nuestro propio Estado de Derecho.

Pero parece ser que el ICAM no permite la solidaridad y ello cuando hay en la sociedad una necesidad evidente, pero no solo por parte de los contagiados por el COVID-19 si no también por multitud de PYMES y autónomos que están totalmente perdidos ante este marasmo y galimatías que ha escupido el Gobierno en forma de más de 8 Reales Decretos y no sé cuántas órdenes ministeriales en apenas 15 días – y encima alguna de ellas contradictorias entre sí – vamos, ¡una situación de locos!

¿Qué problema hay por tanto en que nuestros Colegios permitan la colaboración desinteresada del abogado que lo desee en término de beneficio cero?

En EEUU, desde luego han tomado buena nota. Y la “American Bar Association” ha animado a los abogados norteamericanos a que sean creativos y tomen la iniciativa para atender a los ciudadanos altruistamente en estos momentos difíciles.

Y sugiere que cada uno dedique, al menos, 50 horas mensuales de trabajo gratuito para asesorar telefónicamente o por Skype a los afectados, ya que de momento las consultas solo pueden ser telemáticas para evitar posibles contagios

¿POR QUÉ TU SI Y YO NO?

Cada uno da y regala lo que puede dar y regalar.

Hoy por hoy, nadie ve mal ni se rasga la camisa – al contrario -, cuando escucha que Amancio Ortega, a través de Inditex, ha regalado 3 millones de mascarillas.

Nadie ve mal que Mango regale 1 millón de guantes látex.

Nadie ve mal que Huawei done también 1 millón de mascarillas contra el coronavirus.

Y así podríamos seguir, al contarlo, agradecidos.

Por su parte, la cadena de pizzerías en Cádiz “La Mafia se sienta a la mesa” envía todos los días un montón de pizzas gratis a los médicos y sanitarios del Hospital Puerta del Mar.

Todo el mundo aplaude estas iniciativas de solidaridad social desinteresada, que se multiplican por doquier por toda la geografía nacional, sacando lo mejor de los españoles.

Y es que la crisis del coronavirus ha sacado en muchos casos, lo mejor de la ciudadanía.

Sin embargo, ¿los abogados no podemos ayudar también?

Tengo claro que todos los abogados debemos hacer lo que podamos. Tenemos que estar ahí, cerca de los débiles en estos momentos de crisis tan duros y de confinamiento.

¿Cómo?

Pues, dándoles asesoramiento telefónico gratuito o por correo electrónico. No veo ninguna otra forma.

Por eso, a estos bufetes que tomaron la iniciativa y dieron un paso al frente, ofreciéndose a asesorar gratuitamente, sin captar el cliente a posteriori y con beneficio cero, y ofreciendo, incluso, la fiscalización de su propio Colegio, y así se publicitaron en los medios, no habría que sancionarlos, sino ponerles “un monumento”.

Los Colegios de Abogados no deberían de convertirse en la Inquisición, tienen que estar para defender al gremio, no para freírlo a multas y sanciones.

La Abogacía Española se enfrenta a un dilema: autorizar la colaboración de quien lo desee, en términos de beneficio cero; u optar por el camino de la prohibición, persecución, estigmatización y sanción a los que lo hagan.

Nos guste o no, el tiempo y la historia pondrá a cada uno en su sitio. Porque todos rendimos cuentas ante la sociedad.

Creo que se debe poner en valor y ensalzar el esfuerzo de todo compañero abogado, solidario, que quiera ser útil en estas difíciles circunstancias.

Decía mi maestro que “una mota de arena no hace montaña, pero acompaña”.

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