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In Memorian del Cuerpo General de Policía
02/6/2020 06:40
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Actualizado: 01/6/2020 20:11
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Estaba viendo unas fotografías de mi juventud y de improviso apareció una de 1970, con el inspector Rodrigo a la puerta de la Comisaría del distrito de Cuatro Caminos de Madrid, y en ese momento comenzó en mi mente una vorágine de gratos recuerdos de aquellos tiempos ya lejanos en los que me iniciaba como investigador criminal del Cuerpo General de Policía (CGP), que, en aquellos tiempos, de hace ya medio siglo, era un Cuerpo de Investigación y no de seguridad.
El tiempo de investigador se me acabó a mí hace un quinquenio. Al menos los de investigador oficial con la jubilación, pero ni se me acabó el conocimiento, ni la ilusión por seguir aportando experiencia e ideas a la sociedad.
Casi 44 años de investigación en diferentes especialidades me han dado una experiencia que creo que debo de aportar a la sociedad que me la proporcionó.
Es precisamente esos recuerdos, los que me trasmitieron la añoranza de aquel Cuerpo General de Policía.
Creo que su espíritu y su cultura se han volatilizado con sus últimos componentes, que han desaparecido o están finalizando su andadura.
Cuando estaba ya trabajando en el grupo criminal de la comisaría del distrito, creo recordar que no llegaríamos a los 7.000 funcionarios de carrera, que junto a los cuerpos especiales de auxiliar y administrativo supondrían unas 8.000 personas, dedicadas únicamente a la investigación de delitos y su tramitación.
De lo que sí me acuerdo como si fuera ayer es que en la comisaría había un comisario, seis inspectores jefes y catorce o quince inspectores, nuestro distrito contaba por tanto con algo más 20 funcionarios del CGP y dos o tres de los cuerpos especiales auxiliar o administrativo.
La seguridad de las instalaciones corría a cargo del Cuerpo de Policía Armada, al igual que los calabozos; era un Cuerpo Militar.
Recuerdo el compañerismo, el respeto a nuestros comisarios e inspectores jefes, de los que íbamos aprendiendo el oficio de investigador.
Es verdad que para ingresar, supongo que en casi todas las instituciones en aquella época, debíamos pasar por una oposición donde los exámenes orales de los temas, en nuestro caso de derecho penal, administrativo, civil, ley de enjuiciamiento criminal y organización del Estado, eran su contenido y por tanto se suponía que su conocimiento era del dominio de todos sus componentes.
Posteriormente en la Escuela General de Policía, que en aquella época estaba exactamente en el mismo edificio en el que se encuentra actualmente la Dirección General de Policía, esto es, en el 5 de Miguel Ángel, teníamos que aprobar asignaturas como medicina legal, identificación, dactiloscopia, redacción de documentos, todos los derechos de la oposición, investigación criminal, investigación social, tiro, defensa personal y alguna más que no recuerdo.
Todos los profesores de materias policiales eran responsables nacionales de la materia que impartían, así el de medicina legal, era el responsable del departamento médico, el de dactiloscopia era el responsable de esa área, etcétera.
No puedo seguir sin citar aquellos que fueron mis profesores en la extinta Escuela General de Policía, siendo director de la escuela D. Evelio Calatayud.
En investigación criminal Antonio Viquéira, José Aiguabella, y Jambrina en Investigación social, en dactiloscopia, perfiles y escena el célebre Piédrola, Peña Torrea en técnica policial, en defensa personal nuestro querido Fidel, en tiro Brantot, Feito en derecho penal, en medicina legal Moro, en redacción de documentos, Fernández, o el cura Torrente, por nombrar a algunos de los que recuerdo.
Todos ellos en activo y siendo los máximos responsables de las brigadas centrales o departamentos centrales en sus respectivas áreas de actividad y conocimiento.
A todos ellos mi profundo agradecimiento por sus enseñanzas teóricas y de su experiencia profesional en décadas de trabajo. Ellos fueron mis verdaderos maestros iniciales.
Los que me fueron inculcando conocimientos de investigación y formas de entender la vida en esta profesión. Nunca podré olvidar aquellas tardes en el aula donde los 50 subinspectores alumnos de la 5º Sección comenzábamos a vislumbrar lo que era y significaba la investigación criminal para una sociedad civilizada.
Todos los anteriores, junto con los que inicié ya mi quehacer diario, fueron mis verdaderos maestros en los que sería durante casi medio siglo mi verdadera vocación y pasión: la investigación criminal.
Pero todos esos conocimientos no te ayudaban a describir con soltura y lógica la denuncia de un hecho delictivo que iría al juzgado y a los grupos de investigación para su análisis y seguimiento.
Ni mucho menos a saber tomar declaraciones tanto a víctimas, como a testigos o posibles autores en la inspección de guardia.
LO QUE ERA DE VERDAD EL CUERPO GENERAL DE POLICÍA
El Cuerpo General de Policía era un Cuerpo de Investigación, sin competencias en seguridad ciudadana y con un número de efectivos bastante reducido, menos de siete mil funcionarios entre todas sus categorías, desde subinspector alumno hasta comisario principal.
En mi caso la investigación y la cultura que ese Cuerpo me trasmitió fue rica en conocimiento, profunda en vivencias y experiencias, ilusionante socialmente, llena de altibajos como es natural, con situaciones gratificantes y a veces también frustrantes.
Pero sobre todo rica en conocimiento y contactos con otras personas, otras culturas, otras profesiones y otras formas de entender la vida.
Recuerdo el amplio conocimiento que teníamos de todo lo que tuviera relación con nuestro trabajo, que cubría las 24 horas del día, los 365 días del año.
En las inspecciones de guardia que era la escuela de los inspectores noveles, donde teníamos un horario de 24 por 48 e íbamos comprobando como debíamos tomar las denuncias aplicando los conocimientos que nos habían enseñado de derecho y redacción de documentos.
Los dos inspectores de noche recorrían el distrito y conocían todos los movimientos de personas en situación anormal y sobre todo el gasto fuera de lugar que tuvieran y que no parecían corresponder a sus movimientos diarios, esas informaciones se las pasaban al grupo de investigación, por si pudiera tratarse de dinero conseguido ilegalmente, como solía ser.
El grupo de investigación criminal, tenía un conocimiento exhaustivo de los delincuentes que teníamos en el distrito, al igual de los que siendo de otros distritos, solían aparecer por el nuestro de vez en cuando.
Como era sus “modus operandi” y las descripciones físicas que tenían.
En el distrito resolvíamos asesinatos, atracos, robos casi imposibles y todo entre los cuatro que conformábamos el grupo de investigación criminal del distrito.
Durante su existencia destacó la investigación de algunos crímenes que tuvieron gran eco social, como fue el caso de los asesinatos cometidos por José María Jarabo, «el Jarabo», o los crímenes de la envenenadora de Valencia, Pilar Prades Santamaría.
EL ACCESO DE LA MUJER COMENZÓ EN 1974
Uno de los grandes problemas que existían en ese inicio mío era el registro a las mujeres, que solían realizar las funcionarias del cuerpo especial de auxiliares e incluso en vigilancias a delincuentes, cuando era necesario que fuera una mujer o una pareja, también solían ayudarnos, así que cuando en 1974 se programaron unos cursos para que pudieran acceder de los cuerpos especiales al CGP, nos pareció a todos una medida lógica y muy práctica.
De esa forma ese año se creó una «agrupación femenina», compuesta por 70 efectivos procedentes de los cuerpos administrativos y auxiliares, y que se encargaron de distintas funciones, como información, vigilancia de personas o los registros y cacheos de mujeres.
Fueron las primeras mujeres inspectoras del Cuerpo.
Siento un orgullo ilimitado de haber formado parte del CGP, de haber compartido con todos sus integrantes objetivos y vivencias.
En sus componentes encontré siempre apoyo, cariño, conocimiento y cobijo. Pienso que en su seno aprendí y comprendí una forma de entender la vida, no sé si mejor o peor que otras, pero sí que a mí me sirvió para sentirme útil a la sociedad a la que serví y además para ser feliz.
En 1978 el CGP fue reorganizado y cambiada su denominación por la de Cuerpo Superior de Policía.
Hasta 1986.
Ese año fueron fusionados el Cuerpo Superior de Policía y la antigua Policía Armada, nacida en 1938, que en 1978 había sido reestructurada y renombrada como Cuerpo de Policía Nacional, manteniendo su carácter militar.
Fue a través de la Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, de 13 de marzo de 1986. Con ella se unificaron ambos Cuerpos, perdiendo, en el proceso, la antigua Policía Armada su carácter militar y adquiriendo el civil que ahora tiene bajo la denominación actual de Cuerpo Nacional de Policía.
Juntos, pasamos a sumar más de 65.000 efectivos y asumimos, además de la investigación en las grandes ciudades, la seguridad.
Aquello también supuso un cambio para los que veníamos del CGP: se nos dotó, por primera vez en la historia, de uniformes.
Me gustaría recordar, con nostalgia al jefe del grupo de investigación criminal de Cuatro Caminos, Valentín Pingarrón, de Miguel y Vicente, jefes de la inspección de Guardia, el jefe de la Comisaría de estadística, Manuel Moneva, los inspectores jefes Palomeque, Muncharanz y Marcelino, todos ellos con mucho camino recorrido, y los inspectores ya de mi generación o cerca de ella, como Ubach, Pertierra, Villalba, Sánchez, Cervera, Villaverde, Barahona, Bodega, Alegre y un largo etcétera.
Nada habría sido igual sin esos profesionales con los que trabajé codo con codo y a los que agradezco su buen hacer, su comprensión y apoyo, que me hizo no solo más llevadero el trabajo, si no que, en la mayoría de los casos, su compañía me proporcionó un verdadero placer y el poder disfrutar de esa forma el trabajo de investigación que sin duda aprendí en el desaparecido CGP.
Un Cuerpo al que hoy en día sigo admirando y al que echo en falta, por toda la pasión que me infundió y la forma de vida que me enseñó. Quizá algún día vuelva aparecer en nuestras estructuras un Cuerpo de ese estilo.
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