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Por el derecho humano a la duda

Por el derecho humano a la duda
El abogado Jesús Seligrat en la Academia de Jurisprudencia y Legislación, de la que es académico de número. Foto: Confilegal.
14/6/2021 06:46
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Actualizado: 14/6/2021 06:46
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En un mundo, envuelto en múltiples supuestos en confidencialidad de verdades, en corrupciones públicas y notorias, en violencia de todo tipo, género, sexo y especie, en vulneración de derechos jurídico-sociales, económicos y asistenciales, en manifiesta inseguridad en el derecho humano a la vida y en el derecho humano a la salud, en un globo terráqueo donde sobreviven terceros y cuartos mundos, en una sociedad internacional, colmada de instituciones públicas y cargos públicos, que no han logrado la prevención ni la erradicación eficaz del okupa internacional coronavirus, con alarmantes situaciones de inseguridad y carencia asistencial en millones de seres humanos en la Tierra, considero con supremo respeto y en defensa de la libertad de la verdad, que resulta legítimo, justo y necesario dudar para lograr continuar existiendo. por verdad, por justicia y por libertad.

Dudar, como soñar o amar, forma parte integral del ser y estar en la Humanidad, poniendo latidos de libertad, conciencia social de realidad y talento para progresar avanzando, jamás denigrando la transparencia en todo cuanto rodea a la verdad.

Gracias al derecho humano a la duda, los pueblos a lo largo de la Historia, logran avanzar en derechos y libertades.

Gracias al derecho humano a la duda, el pensamiento único, como modelo dictatorial contrario a la libertad en la Humanidad, ha ido cayendo, afortunadamente.

Gracias al derecho humano a la duda, los seres humanos necesitamos cumplir con nuestra obligación natural de saber, conocer la verdad de todo cuanto sucede en nuestro mundo, sin fisuras, sin ambages ni sofismas, siendo protagonistas las mujeres y los hombres en lograr la verdad desde la libertad. ¡De los sueños en vida, a la verdad en la muerte, transcurre la impositiva realidad de la Humanidad en la Tierra!

Huir de la realidad vivencial, quizás, constituya abandonar la búsqueda de la verdad desde la libertad, cuando brota la sospecha fundada de que, lo que se nos dice, lo que se nos cuenta, no encaja con lo que en verdad sucede, acontece en un mundo, donde en determinados supuestos, la hipocresía en complicidad con perniciosa ambición, pueda gestar destrucción, violencia, inseguridad, indignidad o indigencia contra los derechos y las libertades en gran parte de la Humanidad.

Para lograr la verdad, en determinados supuestos, la premisa prioritaria reside en la duda, frente a versiones contradictorias, incongruentes o artificiales, diseñadas con la finalidad nociva de que la verdad sea borrada, resultando necesario evitar que sea vulnerado el derecho humano a la transparencia de todo lo que afecte a los derechos humanos, libertades y necesidades asistenciales en favor de la Humanidad.

El derecho humano a la vida, como el derecho humano a conocer la vida de la verdad, deben estar impregnados de la necesaria transparencia para que, todas las mujeres y todos los hombres desde la libertad, jamás seamos víctimas de desinformación, manipulación, sangrado, recorte o fisura en todo aquello que afecte a la Humanidad, con integral garantía en sus derechos humanos, como sociales, democráticos y seguros.

Quizás, el derecho humano a dudar en los pueblos, constituya el agnosticismo de la fe, hacia quienes gobiernan, dirigen, gestionan y mandan en este mundo, dividido, fragmentado y abatido en determinados supuestos, por retrocesos que se venden como avances, por virtualidades que se cotizan como virtudes, por sofismas que se lucen como verdades, por opacidades públicas y notorias que se ofrecen como inventadas y diseñadas transparencias.

Con supremo respeto y con cálida reflexión social, considero que dudar es de humanos, negarlo resultaría de falsos, cínicos o insensibles, ante determinadas alarmantes situaciones que gestan indignidad e indefensión en la Tierra, habiendo aumentado desgraciadamente, en la tercera y cuarta edad situaciones de ansiedad, depresión y abatimiento, con aumento de suicidios, en mayores, sintiéndose huérfanos de protección en la calle de la vida.

A la repugnante violencia de género, se suma todo tipo de violencia en múltiples supuestos, en este mundo, echado a perder, que lejos de sanar, cada amanecer enferma con nuevas tragedias víricas, sanitarias, económicas, ambientales, climáticas y existenciales, habiéndose gestado desacertadamente, establecer como principio rector en múltiples supuestos, la igualdad en la pobreza, cuando por justicia, por verdad, por equidad y por libertad el modelo a seguir debería ser la igualdad en la riqueza, como necesario logro en todos los seres humanos del planeta, aunando el derecho humano a dudar con el derecho humano a ser felices, desde la concordia, la unión en libertad y la coherencia en todos y cada uno de los pueblos de la Tierra, como hogar internacional nacido para vivir, no para malvivir o sobrevivir en las cenizas tétricas de la indignidad, indigencia o injusticia social, económica, asistencial, ambiental o vivencial.

A quienes la vida y sus traiciones nos hizo mayor antes de tiempo, poseemos la dignidad de volver a sentirnos niños en la vejez, sin olvidar nunca jamás, que, adaptados a besar con el corazón, la verdad vivencial nos ha hecho poner mayor sentimiento en la razón, buscando propuestas, soluciones y proyectos jurídico-sociales y asistenciales que logren poner verdad, justicia, derechos humanos y libertades en múltiples supuestos, dónde el ser humano sufra indefensión, inseguridad, indigencia o indignidad, desde mi propuesta legal en el año 1.974 del Defensor del Menor como nueva figura jurídica, hasta en el año 2.000 con la nueva figura jurídica del Defensor del Mayor, que, hasta la fecha, no ha obtenido la necesaria luz verde para su institucionalización legal a nivel nacional e internacional.

La Historia Universal, delata con transparencia, cómo de las profundas dudas, surgen magistrales soluciones, en un mundo dónde el pensamiento único, queda sobradamente demostrado por la evidencia de los hechos, que lejos de progreso, avance, justicia y libertad, trae ruina, miseria, indigencia e indignidad, sumando inseguridad en mujeres y hombres en la Tierra.

Por todo ello, con supremo respeto y social reflexión, invoco el Derecho Humano a Dudar, como libertad del ser y estar, como libertad de expresión, como libertad de pensamiento, como libertad de libertades, ya que, para cambiar todo aquello que dañe, perjudique o vulnere derechos, libertades o necesidades asistenciales en la Humanidad, resulta fundamental dudar de lo que nos aprisione, aniquile o impida a los seres humanos, vivir con dignidad, vivir con libertad, vivir sin ser sufridores víctimas, súbditas, súbditos sumisos, impedidos de ejercitar el Derecho Humano a Dudar, cuando lo que nos acontezca, resulte injusto, insolidario, opresivo o dictatorial, trabajando pacíficamente desde la concordia, la honestidad, la inteligencia y el talento social para lograr cambiar todo aquello, que aniquile la verdad, la libertad, los derechos, la cobertura de necesidades asistenciales en cualquier confín de la Tierra.

En aquellos pueblos del mundo dónde el pensamiento único invade impositivamente la vida de los seres humanos, dónde el Derecho Humano a Dudar, no está legitimado, subyace una hostilidad interior tan grave, qué rompe ilusiones, proyectos y esperanzas en el corazón social y biológico de sus gentes, subsumidas en dictatorial pensamiento único, que al no ser compartido, concebido ni asumido por quienes constituyen el tejido social, la desnudez jurídico-social sin libertades, delata dictaduras, que impiden disfrutar de una vida digna como seres humanos nacidos para vivir,  para sentir, para opinar, para pensar y para comunicar con libertad de expresión, qué nada hay en la Tierra, más certero que la duda.

¡Dudo, luego existo, vivo, pienso, siento, medito y reflexiono!

La Historia Universal de los seres humanos, delata con claridad evidente, qué podrán matar, aniquilar, borrar derechos y libertades en la Humanidad, pero jamás se logrará que los seres humanos dejemos de dudar, meditar, reflexionar, como la antesala de luchar pacíficamente por lograr crear todo aquello en lo que creemos por verdad, por justicia y por libertad.

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