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El Derecho Humano a la ancianidad: Una asignatura pendiente

El Derecho Humano a la ancianidad: Una asignatura pendiente
Jesús Seligrat plantea, dado el estado actual de cosas, el reconocimiento mundial al derecho humano a la ancianidad, una asignatura pendiente. Foto: Carlos Berbell/Confilegal
10/8/2021 06:46
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Actualizado: 10/8/2021 06:46
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En gran parte de los mayores, resulta desgraciadamente habitual los gritos del silencio, llorar hacia dentro, secar lágrimas de soledad, malvivir en la estrechez económica, en los cuartos trasteros de la indigencia, en el desván de los rotos, heridos, fracasados, marginados, abandonados y arrinconados en las esquinas de la dependencia, la vulnerabilidad con grave indefensión.

Me asiste el honor, desde la alfombra opaca de la tercera edad, de vivir, para escribir lo que siento, lo que pienso, lo que sueño y lo que añoro, proponiendo modificaciones legislativas en favor de la Humanidad, tan necesarias como el amor, la transparencia de la verdad y la libertad en garantía de los derechos humanos en favor de las mujeres, hombres, jóvenes, menores y mayores en todos los confines de la Tierra.

En numerosos supuestos, la carencia del Derecho Humano a la Ancianidad, como protector integral de las necesidades económicas, los derechos jurídico-sociales y asistenciales en millones de mujeres y hombres mayores en el mundo, constituye asignatura pendiente, que sangra la inmediatez en erradicar indignidad, inseguridad, desamparo e indigencia.

Ser mayor en millones de supuestos, es sufrir la lejanía, la desprotección, la pobreza como llaga abierta sin cicatrizar, gangrena social que rompe el acontecer de mujeres y hombres en su tercera y cuarta edad.

SUICIDIOS

El aumento de suicidios en la vejez, el incremento de situaciones inmersas en deterioro cognitivo, demencias, alzheimer, dolencias psíquicas, emocionales, con múltiples patologías del comportamiento, constituye un grave y tétrico panorama sin resolver eficazmente en numerosos supuestos. ¡La más trágica muerte, reside sufrirla en vida!

Resulta errado dar la espalda a la verdad, a la realidad de millones de mujeres y hombres en el mundo que, lejos de vivir y morir con dignidad, malviven en la contrariedad de su indefensión, inseguridad, indigencia y desprotección en una sociedad internacional colmada de instituciones públicas, organismos públicos y cargos públicos que, hasta la fecha, no ha dado luz verde a nivel nacional ni internacional, institucionalizando la nueva figura jurídica del Defensor del Mayor que desde hace más de veinte años llevo proponiendo, por justicia, por verdad, por libertad, por protección y garantía de los Derechos Humanos de los Mayores con especial relevancia en el Derecho Humano a la Ancianidad.

En un mundo envuelto y revuelto en pandemias, cambios climáticos, violencias, terrorismo…, olvidar la sangre, sudor y lágrimas de quienes todo lo dieron, todo lo entregaron por lograr un mundo mejor, más justo, más verdad, más libre, resulta gravemente injusto e insolidario que millones de mujeres y hombres en su tercera y cuarta edad, en la antesala de la muerte, sufran carenciales, dramáticos, angustiosos estados de necesidad, abandono e indigencia integral.

Que ser mayor no constituya sufrir víctimas del mayor de los fracasos.

Que ser mayor, lejos de sumar derechos económicos, sociales y asistenciales, continúen brotando manantiales de pobreza, pensiones residuales, soledades impuestas, abandonos en lejanía de familias, a quienes dieron vida, hogar, cobijo, triunfo y continuidad.

Que ser mayor, no continúe siendo el drama de malvivir como seres humanos, cuya única luz, resida en la sombre de su final.

Que ser mayor, constituya en el ejercicio y garantía de su Derecho Humano a la Ancianidad, un sistema jurídico-social, capaz de hacer libre a su verdad, logrando que los mayores disfruten de una vida digna, sin fisuras, sin utopías, sin virtualidades mediáticas, poniendo siempre en el baremo de la realidad, que gracias a nuestros mayores el mundo nació, vive y jamás muere gracias a ellas y a ellos, por su entrega, por su sangre, por su amor, por su lealtad, por su lucha pacífica, por su continuidad creativa desde el rigor, desde la cultura de las libertades y desde la sabiduría de la experiencia ganada latido a latido, paso a paso, libertad a libertad.

UN MUNDO QUE NO GARANTICE ESTOS DERECHOS ES INSOLIDARIO

Un mundo que no garantice integralmente los Derechos Humanos de los mayores, el Derecho Humano a la ancianidad, siempre resultará injusto, degradante, insolidario y deshumanizado por la ley natural de la verdad histórica en la vida, continuidad, derechos y libertades de la Humanidad.

Si la ternura constituye la tercera edad del amor, que tan noble sentimiento jamás muera en favor de los mayores, necesitados del afecto universal de la solidaridad, con protección y amparo integral en sus derechos jurídico-sociales, económicos y asistenciales.

Que poner vida a los años, constituya la más noble suma en la unión generacional, multiplicando la sabiduría de la experiencia, el sacrificio del servicio y el corazón de la verdad por crear un mundo, donde ser mayor dignifique el Derecho Humano a la Ancianidad como patrimonio universal de reconocimiento internacional en la vida e historia de la Humanidad.

No garantizar integralmente el Derecho Humano a la Ancianidad, hace morir la verdad en la historia universal de los pueblos, en las raíces de sus libertades, enterrando la necesaria obligación internacional, comunitaria y nacional en proteger, garantizar y asegurar la dignidad en la vida y muerte de la tercera y cuarta edad, en todas las mujeres y en todos los hombres en la Tierra.

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