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La ministra de Igualdad «fue a por lana» al Colegio de Abogados de Madrid y «salió trasquilada»

La ministra de Igualdad «fue a por lana» al Colegio de Abogados de Madrid y «salió trasquilada»
Fernando de Rosa, senador por el PP y magistrado en servicios especiales, compara el atrevimiento de las palabras de la ministra de Igualdad, Irene Montero, a si hubiera ido al Vaticano a explicar teología al Papa Francisco.
24/1/2022 06:48
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Actualizado: 23/1/2022 20:14
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Atendiendo a nuestro refranero español, la intervención de la ministra de Igualdad, Irene Montero, en el Colegio de Abogados de Madrid (ICAM) el pasado jueves día 20, puede resumirse con la siguiente frase: “no hay nada más atrevido que la ignorancia”.

Sin duda, la ministra «fue a por lana» al ICAM «y salió trasquilada”, con su pretensión de hablar de cómo debe ser la Justicia en España ante uno de los foros de más nivel de debate jurídico en España.

Cuando leí la crónica de lo sucedido en seguida pensé en que el atrevimiento de la líder de Unidas Podemos era semejante a si hubiera acudido al Vaticano a explicar teología al Papa Francisco, ahora que está tan de moda en su partido acudir a Roma.

Sin duda, hubiera causado tanto estupor como han causado en el foro jurídico las palabras de la ministra hablando de “Justicia feminista”.

Realmente la contestación del decano de abogados de Madrid, José María Alonso, fue la correcta, desde mi punto de vista: “la Justicia no ha de ser feminista ni machista. La Justicia ha de ser independiente”.

La independencia de la Justicia es la garantía para todos los ciudadanos, hombres y mujeres, de que seremos tratados con igualdad, y, sobre todo, es la garantía para todas las minorías y grupos sociales en riesgo de exclusión de que serán atendidas sus reivindicaciones, porque el derecho de defensa es sagrado y es uno de los pilares del Estado de Derecho.

Sin defensa no hay Justicia y sin Justicia no hay libertad.

Esa es la cuestión que olvida la ministra de Igualdad, que con su tesis, puesta de manifiesto en el Colegio de Abogados de Madrid, vulnera precisamente la igualdad, principio que ella debe reivindicar si es cierta la denominación de su propio ministerio.

La Justicia española no es “patriarcal” ni tampoco supone un “obstáculo para el acceso de las mujeres a la garantía de todos sus derechos”, como afirma la ministra.

LAS MUJERES SON MAYORÍA EN LA CARRERA JUDICIAL

Mantener esta tesis supone desconocer la realidad de la Justicia en el año 2022, las mujeres son mayoría en la carrera judicial representando un 54,8 % de sus miembros, y de los 188 jueces que integran la septuagésima promoción de la escuela judicial y han recibido sus despachos, 134 son mujeres y 54 hombres, es decir en la última promoción el 71% son mujeres.

Estos datos en sí mismos son importantes ya que representan una radiografía muy diferente a la idea presentada por la ministra de que la Justicia está dominada por un “hombre blanco heterosexual” con tendencias “patriarcales” y que “los sistemas judiciales y los ordenamientos jurídicos siguen siendo ciegos, en muchas ocasiones, a la desigualdad estructural que existe entre hombres y mujeres, y que subordina a más de la mitad de la población, privilegiando la posición masculina”, frases que utilizó la ministra en su discurso pretendidamente reivindicativo sobre la Justicia en España.

Los jueces españoles, tanto hombres como mujeres, imparten Justicia sin hacer distinción de sexo, identidad sexual, raza o religión, porque aplican la ley utilizando la balanza de la igualdad.

De igual manera, trabajan el resto de operadores jurídicos sin distinción, y si en alguna ocasión hay alguna sentencia que “chirría” existe un garantista régimen de recursos que puede corregir si la ley o la jurisprudencia se han aplicado de forma incorrecta.

Los derechos humanos no deben defenderse desde una “perspectiva feminista”, sino que simplemente deben defenderse en toda su dimensión, y en esa labor están trabajando de forma impecable todos los operadores jurídicos, porque de lo contrario estaríamos creando una Justicia contraria a los derechos humanos, puesto que nos llevaría a hacer una segmentación de la misma, y tendríamos que hablar también de una Justicia con distintas perspectivas, la sexual, la racial, la religiosa y así podríamos estar hablando de tantas perspectivas como diferentes situaciones de discriminación pudieran existir.

MONTERO DESCONOCE LA REALIDAD

Esa es la realidad que parece desconocer la ministra de Igualdad, Irene Montero, y que quizá alguno de los múltiples asesores que tiene en su ministerio debería haberle explicado antes de acudir al Colegio de Abogados de Madrid, porque la reivindicación feminista no puede desacreditarse de la manera que lo hizo la líder de Unidas de Podemos, convirtiendo su discurso en simples frases hechas, perdiendo la oportunidad de hacer propuestas de calado y transformación en la Administración de Justicia desde la perspectiva de su Ministerio.

Y así evitar situaciones como la ocurrida con la menor abusada sexualmente por el exmarido de la vicepresidenta de la Generalitat Valenciana, Mónica Oltra, que no fue creída por la Administración valenciana de la Consellería de Igualdad cuando denunció los abusos sexuales y fue llevada al juicio, donde la menor era perjudicada, esposada.

En definitiva, el discurso de Irene Montero queda reducido a meras palabras, a un lenguaje simple que ridiculiza la lucha de las mujeres, como afirma la lingüista feminista Carme Junyent en la entrevista publicada en el diario “El País” el pasado 21 de enero, en la que pone de manifiesto que en su libro “Somos mujeres, somos lingüistas, somos muchas y decimos basta”.

70 mujeres afirman que ese lenguaje “ridiculiza la lucha de las mujeres y obstaculiza el mensaje, porque se acaba hablando de cómo se dicen las cosas en vez de qué se dice”.

En esta entrevista también destaca su respuesta a la pregunta que el periodista le hizo sobre porqué en su libro solo escriben mujeres, y así afirma que no tuvo el valor para pedirle a ningún colega que participase para evitarle las críticas que podría recibir porque se considerase agravante su condición de ser hombre.

Esa es la realidad de la ministra de Igualdad: nunca hace propuestas sino hace frases, y con las frases no se transforma sino que únicamente se provoca.

Por eso, el Decano del Colegio de Abogados de Madrid zanjó de una forma magistral el debate: “la Justicia debe ser independiente” sin otro apellido.

Y yo añado ¿cuál es la propuesta de la ministra de Igualdad para garantizar la independencia y la  igualdad a la hora de impartirse Justicia?

Pienso que esa es la cuestión fundamental a la que no respondió en esa jornada memorable del pasado día 20 de enero.

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