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Modelo 77, ¿algo más que una película carcelaria?

Modelo 77, ¿algo más que una película carcelaria?
El demócrata (Alfonso Lara) y Manuel (Miguel Herrán), en 'Modelo 77', la película de Alberto Rodríguez sobre las cárceles españolas durante la Transición sobre la que trata esta columna de Javier Nistal.
29/9/2022 06:48
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Actualizado: 29/9/2022 02:56
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Se entiende como género de “cine carcelario”, propiamente, aquellas películas que transcurren en prisión y reflejan la vida en este entorno cerrado. No cabe duda que dentro de este concepto tiene encaje la película estrenada este pasado día 23 de septiembre (viernes), titulada “Modelo 77” (Año 2022, España. Dirección: Alberto Rodríguez), a pesar de que la cartelera publicitaria define a esta película como la historia de un país y no como la historia de una cárcel.

Y es bien cierto, dado que el guion relata las tensiones vividas en las cárceles españolas en los años 1977 y 1978, a raíz de la amnistía política concedida por los poderes públicos de la época, de la que quedaron fuera los denominados presos comunes, que se sintieron discriminados, estimando que ellos también deberían haber sido beneficiarios de algún tipo de indulto.

Esta película de género carcelario, que debe su título al nombre de la cárcel donde se desarrolla la historia (la cárcel Modelo de Barcelona), y al año en el que ocurrieron los hechos que relata el guion cinematográfico (1977), sucede a la última película producida en España de este género titulada “Celda 211” (Año 2009. España. Dirección: Daniel Monzón), que gozó de un notable éxito en su momento.

Y es que este género de “cine carcelario” ha tenido, siempre mucho “tirón taquillero”, quizás porque nos abre los ojos a los aspectos más sórdidos de la condición humana, sus bajezas y miserias, de las que nadie se debería sentir orgulloso, pero que tienen cierto atractivo para el público.

REALIDAD Y FICCIÓN EN LA PELICULA “MODELO 77”

No cabe duda, que el Cine, además de su función lúdica representa indudables fuentes de conocimiento, particularmente, cuando se trata de buen cine, por aquello de que “una imagen vale más que mil palabras”.

Esta película “Modelo 77” refleja, con bastante precisión, la situación de las cárceles españolas en los años de la transición política, tras la muerte de Franco (1975).

La situación de las prisiones en aquellos años era caótica, con un deterioro de la vida penitenciaria preocupante, abundaban los motines, las evasiones, las protestas de los reclusos con múltiples autolesionados, las huelgas de hambre etc., un verdadero caos.

Todo esto lo refleja la película “Modelo 77”, en la que se condensan de forma ordenada algunos subgéneros de este “cine carcelario”, como es el de las evasiones, cuyo referente imprescindible es la película la “Fuga de Alcatraz” (Don Siegel, 1979), que protagonizó Clint Eastwood, también basada en un hecho real, como el que referencia la fuga que se ve en esta película “Modelo 77”.

De este subgénero carcelario de evasiones hay muchas y muy buenas películas, entre ellas: “La gran evasión” (John Sturges, 1963), repleta de valores como la honradez, la bravura y el sacrificio por los compañeros, “La leyenda del indomable” (Stuart Rosenberg, 1967), donde un prisionero Lucke Jackson (Paul Newman), reintenta una y otra vez la fuga.

Al igual que Henri Charrière (Steve McQueeen) en “Papillon” (1973), o en las películas “Un condenado a muerte se ha escapado” (Robert Bresson, 1956), “La evasión” (1960), “Hunger” (Steve McQueen, 2008), “Soy un fugitivo” (Mervyn LeRoy, 1932)

Otro subgénero de cine carcelario, que también aparece en esta película, que comentamos, es el de los motines, precisamente, son las  inaceptables condiciones de vida que soportan los presos en la cárcel (que también aparecen esta esta película), lo que suele motivar que, en algunas ocasiones, lleguen a estallar revueltas, que pueden degenerar en motines violentos, quizás el más logrado, cinematográficamente, sea el que se refleja en la película brasileña “Carandiru” (Hector Babenco, 2003), basada en un hecho real, como lo es también el de la película “Modelo 77” y, que también reflejó la española “Celda 211” (2009), aunque en esta película en la ficción.

Por todo ello, podemos decir que la película “Modelo 77” es bastante realista y que forma parte, sin duda, de ese  “cine carcelario” crítico, que aboga por combatir la crueldad de las penas y lograr el trato humanitario de los reclusos, lo cual no sólo es un ideal que pretende la ficción cinematográfica, sino que también ha sido una exigencia real de la historia penitenciaria de los países democráticos, entre ellos el nuestro, como principal referente en Europa.

LOS TÓPICOS Y ARQUETIPOS DEL CINE CARCELARIO EN LA PELÍCULA “MODELO 77”

También esta película “Modelo 77” refleja con mucha precisión y credibilidad ciertos tópicos de la vida en la cárcel, empezando por los valores de la “subcultura carcelaria”, que conforman lo que se denomina ”el código del recluso”, que convierte la cárcel en un nuevo “sistema social alternativo” para éste, que funciona de manera autónoma con sus propias normas, sus diferentes patrones de comportamiento, sus sistemas y códigos de comunicación, sus estilos de vida, su propia economía sumergida, sus grupos de presión y sus agentes de control, formales e informales, todo lo cual aparece en este película.

Sobre este efecto que se conoce como “prisionización”, hace un didáctico comentario uno de los protagonistas de esta película “Modelo 77″ (el personaje José Pino, que interpreta el actor Javier Gutiérrez).

Este efecto es uno de lo más perniciosos del paso por la cárcel, especialmente, cuando este paso es muy prolongado en el tiempo.  

Tampoco, falta en esta película, que comentamos, la imprescindible escena típica del “cine carcelario” sobre el ingreso en prisión, en este caso, con las escenas del desnudo y la desinfección del recluso; también está presente la escena típica del ajuste de cuentas (con el apuñalamiento por la espalda del personaje «Marbella», que interpreta el actor Fernando Tejero).

Esta película, también, refleja el arquetipo de los funcionarios, que suelen aparecer en este género carcelario, como colectivo corrupto, carente de escrúpulos y como torturadores. El trato con los “reclusos” parece exigir, por lo general, un carácter duro e impositivo de los guardianes, pues el arquetipo de vigilante que recoge la filmografía sobre cárceles, suele ser el de un personaje sádico y malvado.

En todo caso, es preciso resaltar para ser ecuánimes, que la cámara suele juzgar la cárcel desde la óptica de los reclusos y no de los guardianes. Además, en muchas ocasiones el papel que asumen algunos personajes presos, hace difícil que el espectador no se sienta llamado a identificarse con ellos -los malos nos parecen buenos- como el personaje que interpreta Burt Lancaster en “El hombre de Alcatraz”;  Paul Newman en “La leyenda del indomable”; Steve McQueen en “Papillon” y Clint Eastwood en la “Fuga de Alcatraz”.

A veces, esa identificación con el preso es mayor si el protagonista ha sido encarcelado por error, o por prejuicios raciales, políticos, o sociales como pasa en las películas “Sin remisión” (Edward James Olmos, 1992) o en “Huracan Carter” (Norman Jewison, 1999) y en la película más paradigmática del cine carcelario “Cadena Perpetua” (Frank Darabont, 1994).

También, “Modelo 77” refleja de una manera bastante fidedigna el perfil de algunos reclusos, que son el arquetipo de este tipo de género de “cine carcelario”, como el preso veterano, que tiene su parcela de poder entre los demás reclusos y que es respetado por éstos y consentido por los funcionarios (el personaje «Marbella», que interpreta el actor Fernando Tejero); el protector (el personaje del «Negro«, que interpreta el actor Jesús Carroza); el chivato como típico personaje que informa a los funcionarios de todo lo que hacen sus compañeros de internamiento.

El caso más logrado de este personaje de preso chivato en el “cine carcelario”, quizás sea el de Rifki (Paolo Bonacelli) en  la película “El Expreso de Medianoche” (Alan Parker, 1978). El protagonista Billy Hayes (Brad Davis) le acaba arrancando la lengua de un mordisco a este preso chivato.

CONCLUSION

Los presos que tantos motines y protestas protagonización en esos años de la transición política en España, asociados en una especie de plataforma reivindicativa, que llevaba el nombre de COPEL (coordinadora de presos en lucha) no consiguieron el ansiado indulto que demandaban, pero consiguieron algo mejor, que fue la puesta en marcha de una importantísima reforma penitenciaria, que inició el entonces director general de prisiones Jesús Haddad Blanco (asesinado en un atentado) y que culminó su sucesor en el cargo Carlos García Valdés, con la aprobación de la Ley Orgánica General Penitenciaria 1/1979, de 26 de septiembre.

Esta vino a ser el instrumento normativo que permitió modernizar y humanizar un sistema penitenciario, que adolecía de muchas  deficiencias, como eran unos edificios que no reunían las necesarias condiciones de habitabilidad, la saturación de la mayoría de las cárceles que impedían cumplir con las más elementales normas de separación interior.

Lo que daba lugar a situaciones de absoluta promiscuidad con sus perniciosas consecuencias, las deplorables condiciones higiénicas de los centros penitenciarios, la ociosidad casi total de la población reclusa y, otras muchas deficiencias, en los términos que expresamente recogía el informe de una Comisión especial del Senado que se constituyó para investigar la situación de las cárceles españolas.

Por todo lo expuesto y teniendo en cuenta que la ficción de esta Película “Modelo 77” es bastante real, mi consejo es que aquellos que conocieron lo sucedido en aquellos años de la transición política en España, como los que no lo conocieron no pueden dejar de ver esta película, porque es parte de nuestra historia.

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