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Opinión | Don Quijote en el «Campo de Agramante» de la actual política

Opinión | Don Quijote en el «Campo de Agramante» de la actual política
Javier Nistal reflexiona, sobre la base de El Quijote, en torno al "Campo de Agramante", el escenario de enfrentamientos, confusión y discordia en que se ha convertido la política hoy en día. Una falta de entendimiento que se polariza en dos personas, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, y Alberto Núñez Feijóo, líder de la oposición. Foto: EP.
30/3/2024 06:31
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Actualizado: 01/4/2024 12:43
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La política española lleva mucho tiempo en estado de permanente crispación; la polémica entre los políticos y su falta de entendimiento se está convirtiendo en algo habitual en los últimos tiempos.

Esta polarización se ha visto agravada por tres circunstancias nuevas. La primera ha sido la tramitación de una futura ley de amnistía, hecha por quienes van a beneficiarse de la misma para conseguir la impunidad por los delitos cometidos durante el llamado “procés”, lo que ha generado además de una inevitable confrontación política, un importante conflicto social y jurídico (“una profunda y virulenta división” en palabras de la Comisión de Venecia).

La segunda ha sido el reciente escándalo de corrupción protagonizado por personas cercanas al poder político, que han aprovechado esta circunstancia para enriquecerse, indebidamente, con dinero público durante la etapa de la Pandemia del COVID-19.

Y la tercera, unos procesos electorales en marcha para los próximos meses, que hace que los partidos políticos que apoyan al gobierno tengan que competir entre sí por los votos de los electores, al mismo tiempo que lo hacen con el propio partido político del gobierno al que apoyan, lo que, inevitablemente, acentuará los enfrentamientos y, la consiguiente falta de entendimiento entre ellos, cuya primera “víctima” ha sido ya la aprobación de la ley de presupuestos para este año 2024, que se ha visto imposible en este clima de confrontación y de falta de sintonía.

Todo esto, ha hecho que la actual política en España se haya convertido en un verdadero “Campo de Agramante, expresión que significa el lugar donde reina el desorden, la discordia, la división de pareceres, la confusión y la falta de entendimiento y, sin duda, en España este lugar no es otro que el de las Cortes Generales (el Congreso de los Diputados y el Senado).

El origen de esta frase “el Campo de Agramante” se encuentra en la obra literaria “Orlando furioso” del escritor italiano Ludovico Ariosto (1474-1533), exactamente, en el episodio narrado en el canto XXVII, que cuenta el ataque de los sarracenos a la ciudad de París y la defensa de la misma por las tropas del Emperador Carlomagno, quien cuando la capital francesa estaba a punto de caer en manos de los invasores sarracenos, recibe la ayuda del arcángel San Miguel, que esparce la “Discordia” sobre el lugar en el que está acampado “Agramante”, jefe de los invasores, lo que supuso que éstos comenzaran a pelearse entre ellos y estas disputas internas facilitaran la victoria de Carlomagno.

Esta discordia del campo de Agramante se le representó a don Quijote en su mente en la trifulca que tuvo lugar en la Venta de Juan Palomeque (Castillo para don Quijote) que narra Miguel de Cervantes en el Capítulo XLV de la Primera Parte de su genial novela de ficción, “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, y que nuestro caballero andante resolvió a través de su intervención mediadora; relato literario que quiero trasladar metafóricamente y, con intención didáctica, a nuestra realidad social, como muestra de los muchos saberes que se pueden extraer de esta obra cervantina, escrita hace más de cuatrocientos años.

LA LECCIÓN CONCILIADORA DE DON QUIJOTE

Es en este Capítulo XLV de la Primera Parte, donde don Quijote tuvo que intervenir para poner paz y sosiego en la tremenda reyerta que se generó en la Venta donde se hospedaban un buen número de los personajes de esta genial novela de Cervantes.

El motivo de esta “batalla campal” estuvo en la intencionada y burlona confusión protagonizada por algunos que conocían la locura de don Quijote, compinchados para porfiar con aquellos otros que no sabían del humor de nuestro caballero andante, entre lo que éste creía que era un yelmo de soldado (el Yelmo de Mambrino) y una bacía de barbero, que en realidad era; así como entre lo que era una auténtica albarda de asno y que algunos de los que manejaban la burla en la Venta querían hacer pasar por un lujoso jaez de caballo a la vista de los demás.

Pues bien, una cuestión tan liviana y baladí como ésta generó en la Venta un tremebundo enfrentamiento de todos contra todos los allí presentes, de modo que “…toda la venta era llantos, voces, gritos, confusiones, temores, sobresaltos, desgracias, cuchilladas, mojicones, palos, coces y efusión de sangre…”.

Y es en este enorme caos donde se le representó a don Quijote en su locura imaginaria, que estaba metido de lleno en la discordia del campo de Agramante, por lo que ante la sinrazón y falta de entendimiento y, de voluntad para conseguirlo, de los contendientes, es cuando nuestro caballero andante interviene exclamando «¡Ténganse todos, todos envainen, todos se sosieguen, óiganme todos, si todos quieren quedar con vida!«, a cuya gran voz todos se pararon.

Don Quijote con un discurso conciliador que finaliza diciendo “porque por Dios Todopoderoso que es gran bellaquería que tanta gente principal como aquí estamos se mate por cosas tan livianas”, logra calmar los ánimos de los contrincantes y dar por finalizada aquella enorme trifulca pendenciera, aunque no duró mucho tiempo el sosiego y la concordia, pues no tardaron en volver los enfrentamientos cuando los cuadrilleros de la Santa Hermandad, que también habían sido partícipes de la contienda, pretenden detener a don Quijote por salteador de caminos, acusación que pendía sobre él por la liberación de los galeotes (Capítulo XXII de la Primera Parte).

REFLEXIÓN FINAL

En España no debió de ser el arcángel San Miguel quien, como en el caso del Campo de Agramante sembrara la semilla de la discordia entre nuestra clase política, sino la propia diosa Eris de la mitología griega (diosa de la Discordia) conocida, especialmente, por el episodio mitológico de “la manzana de la discordia” que daría lugar a la guerra de Troya, que se narra en la “Ilíada” de Homero; diosa que encarna la rivalidad, los celos y la envidia.

Esta semilla de la discordia ha germinado rápido entre nuestros políticos y ha convertido la actividad pública española en un verdadero “Campo de Agramante”, lo que a diario se pone de manifiesto por las polémicas, los insultos, las descalificaciones, las ofensas injuriosas, las amenazas y las intrigas, que se producen entre políticos rivales que, también, alcanzan a sus familiares y allegados, convirtiendo lo que debería de ser una simple confortación de ideas, propia de un debate democrático, en una “guerra”, donde todo vale, con el objetivo de desprestigiar y destruir al adversario político, algunas veces, con mentiras y falsedades.

Y es aquí donde se echa de menos un mediador al estilo de don Quijote que ponga sosiego, paz y mesura en este “Campo de Agramante” en el que se ha convertido la actual política española para que “gente tan principal”, como deberían de ser los titulares de la soberanía popular, utilicen el debate parlamentario para confrontar ideas y proyectos que mejoren la vida de los ciudadanos a los que representan y, no para destruir al adversario político.

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