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Opinión | El legado legislativo de Napoleón Bonaparte llega hasta nuestros días

Opinión | El legado legislativo de Napoleón Bonaparte llega hasta nuestros días
Joaquín Phoenix interpretando a Napoleón en la última película de Ridley Scott, recién estrenada. Javier Nistal en esta columna explica el gran legado legislativo que dejó Napoleón Bonaparte y que ha llegado a nuestros días en casi todos los países del continente europeo y más allá.
06/12/2023 06:30
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Actualizado: 06/12/2023 08:26
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Estos días se está proyectando en las salas de los cines españoles “Napoleón”, la recientemente estrenada película de Ridley Scott (Estados Unidos 2023), protagonizada por Joaquín Phoenix.

Una vez más vez más la cinematografía ha vuelto a abordar los episodios más importantes de la biografía de Napoleón Bonaparte, cuyo talento militar para la guerra le llevó desde el empleo militar de teniente de artillería a convertirse en Emperador de Francia.

Esta película, cuyas críticas no están siendo nada buenas, bajo el argumento de que el film carece del rigor histórico, se centra, casi con exclusividad, en la faceta militar de Napoleón, lo que es buen pretexto para resaltar en esta columna otras facetas de este personaje tan controvertido.

NAPOLEÓN BONAPARTE: ALGO MÁS QUE UN GENIO MILITAR

Napoleón Bonaparte, es sin duda uno de los personajes más emblemáticos de la historia de la humanidad.

Este genio militar, que nació en la isla de Córcega el día 15 de agosto de 1769, y murió en la isla de Santa Elena, el 5 de mayo de 1821, es conocido, principalmente, por sus numerosas gestas bélicas, donde sus estrategias militares, que aún son objeto de estudio en las academias militares, le permitieron salir victorioso en la mayoría de las batallas en las que participó a lo largo de su carrera militar, aunque no en todas, pues precisamente, fue en territorio español donde el ejército napoleónico sufrió la primera derrota en campo abierto, en la conocida “Batalla de Bailen” (19 de julio de 1808), durante la guerra de la “Independencia Española”.

Una batalla que, según los historiadores, marcó el inicio del declive de Napoleón, que culminaría siete años más tarde con la derrota de su poderoso ejército la (“grande arrmée”) en la famosa “Batalla de Waterloo” (18 de junio de 1815), que supuso su final político y militar, dado que tras esta derrota fue destituido y exiliado a la isla de Santa Elena, donde pasó los últimos años de su vida, habiendo muerto a los 51 años de edad.

Bonaparte, además de ser un genio militar, que puso en jaque a las monarquías europeas de principios del siglo XIX, sentó las bases de la Francia moderna a través de diversas e importantes reformas en la Administración pública, en el Poder Judicial, en la economía, en las infraestructuras, en materia de seguridad y orden público, en materia fiscal, en materia de educación etc, aunque entre dichas reformas destacan las de índole legal, que impulsó personalmente, como fueron, entre otras: el Código Civil (1804), el Código Penal (1810), el Código de Comercio (1807) y el Código de Instrucción Criminal (1808), lo que sentó las bases de una Francia moderna, que ayudó a consolidar el legado de la Revolución Francesa.

Sin duda, la más importante de estas reformas legales fue la codificación de su “Código civil”, que quizás sea su mayor legado, porque a través de él se universalizaron los grandes principios de la Revolución francesa: “libertad, igualdad y fraternidad”, siendo sin duda, este Código Civil de los Franceses, conocido como el “Código Napoleón” un patrimonio de la humanidad, pues ha perdurado hasta nuestros días, como ya lo predijo el propio Napoleón Bonaparte, que lo consideró su verdadera gloria con esta frase suya, pronunciada desde su destierro en Santa Elena:

«Mi verdadera gloria no consiste en haber ganado cuarenta batallas; Waterloo borrará el recuerdo de tantas victorias. Pero lo que nadie borrará y vivirá eternamente, es mi Código Civil», declaró.

Y así ha sido, pues tras más de dos siglos de su publicación sigue vigente, aunque con numerosas e importantes reformas, como es lógico.

EL CÓDIGO DE NAPOLEÓN

En los años inmediatamente posteriores a la Revolución francesa, en concreto, el 21 de marzo de 1804, siendo entonces Napoleón Bonaparte, Primer Cónsul de Francia (designado en 1800) se promulgó el “Código Civil francés”, conocido, como ya hemos apuntado, como el “Código de Napoleón, siendo uno de los códigos civiles más conocidos del mundo.

Esta herencia que dejó Bonaparte está por encima de las muchas conquistas que le llevaron a la creación del Primer Imperio francés, pues gracias a su iniciativa, se pudo llevar a feliz término esta codificación, que acabó con el pluralismo jurídico de matiz feudal en Francia (abolió el sistema feudal), sustituyéndolo por un Derecho general para todos los ciudadanos, dotado de cierta uniformidad jurídica y, por ende, de certeza legal, de la que carecía la maraña legal y consuetudinaria propia del “Ancien Régime”, dando paso a una nueva época en Francia, que pronto tendría su eco en el resto de Europa y del mundo entero, y cuya influencia ha llegado hasta nuestros días.

Esta obra legal representó la culminación y el paradigma del proceso codificador en Europa, cuya relevancia radica en que fue la primera codificación, verdaderamente unificada, desde los tiempos del emperador romano Justiniano en Constantinopla, entre los años 529 a 533, conocida como el “Corpus Iuris Civilis”.

Y no hubo en adelante proyecto de Código civil alguno en el mundo civilizado, que no tuviera como referente obligatorio esta notable obra de Napoleón.

El proyecto de Código Civil francés se inicia en 1800, que se designa una Comisión integrada por cuatro miembros, todos ellos eminentes juristas de la época. Esta comisión en pocos meses eleva su proyecto al Consejo de Estado, tras haber pasado por la Corte de Casación y por las diversas Cortes de Apelación.

En los debates del Consejo de Estado participa, en persona, el propio Napoleón (se dice que de las ciento dos sesiones dedicadas a debatir el Código en el Consejo de Estado, dirigió personalmente, cincuenta y siete).

En su versión original este Código constaba de 2.281 artículos que estaban divididos en tres Libros, los cuales trataban: “De las personas”, “De los bienes y diferentes modificaciones de la propiedad» y «De los diferentes modos de adquirir el dominio«, respectivamente.

Los principios jurídicos que el “Código de Napoleón” aportó al Derecho han sobrevivido al paso del tiempo (más de 200 años) y son elementos fundamentales de cualquier legislación contemporánea.

Este “Código de Napoleón” recogía, prácticamente, todos los conceptos jurídicos que hoy conforman nuestro actual Derecho Civil, innovando algunos de los mismos, como: la irretroactividad de la ley, la seguridad jurídica, la protección de la propiedad privada, la libertad individual, la libertad de conciencia y/o la libertad de trabajo, entre muchos otros.

Además, este ordenamiento civil sustrajo varias funciones a la Iglesia Católica, como los registros de los matrimonios, los nacimientos, las defunciones etc, que pasaron a manos del Estado, algo que en aquel tiempo se consideraba, casi como una herejía.

En resumen, la idea esencial del Código Civil fue la de convertir al individuo de un simple objeto de las normas, en el sujeto titular de derechos derivados de esas normas, cuyo ejercicio debía garantizar el Estado.

No obstante, es preciso señalar que el Código significó el retroceso en varios aspectos, el principal el de la igualdad de hombres y mujeres, especialmente dentro del matrimonio, donde la esposa prácticamente no tenía derechos frente a su marido.

RESUMEN

Napoleón Bonaparte, como todos los grandes hombres de la historia es un personaje muy controvertido, pero más allá de las distintas opiniones contradictorias que existen sobre su figura, el acuerdo es unánime sobre su legado, que consta de instituciones, leyes y reformas, que permitieron una Europa más libre, siendo su herencia máxima el “Código del Napoleón” tal y como él mismo predijo.

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