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Opinión | Anoche tuve un sueño: me llamó el presidente…  

Opinión | Anoche tuve un sueño: me llamó el presidente…  
Luis Romero Santos es socio director de la firma Luis Romero Abogados y doctor en Derecho. Foto: LRS.
28/4/2024 19:18
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Actualizado: 28/4/2024 20:43
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Me desperté como si hubiera sido realidad. Paso a exponer el relato.

Era el viernes pasado, en torno a las 12 de la mañana. Me encontraba en un receso de mis clases en la facultad de Derecho tomando café con un invitado.

Observé en mi móvil en silencio una llamada de mi secretaria, a quien atendí y me informó que me iba a pasar con un asesor de la Moncloa.

Sorprendido, accedí a esa conexión.

– Don Luis, soy Ramón Barato, asesor del presidente. Don Pedro desea hablar con usted.

– Sí, encantado – respondí yo, acostumbrado a no asombrarme sobre algunas llamadas inesperadas.

– Luis, buenas tardes. Muchas gracias por atenderme. Me ha hablado muy bien de ti Pepe Escudo. Quizás te extrañe esta llamada, pero es muy urgente.

– ¡Sí, presidente, dígame!

– Puedes tutearme, Luis. Yo me he tomado ya la libertad de hacerlo ¡Quiero contratarte como abogado! Un coche te recogerá donde nos indiques y te llevará al aeropuerto para subirte a un jet que te traerá a Madrid.

– ¿De qué se trata, presidente?

– Prefiero contártelo en persona. ¡Es un asunto de Estado!

– ¡A tu disposición!

– Sabía que aceptarías, Luis.

Durante el trayecto a San Pablo, un coronel del CNI muy amable y educado me dijo que me había visto recientemente en televisión hablando sobre el caso Cerro Muriano. Me felicitó por mi férrea defensa de las víctimas.

– ¿Sabe usted de qué se trata?

– ¡Ya me gustaría a mi saberlo, don Luis! –respondió el agente con una sonrisa y una mirada pícaras que delataban su seguro conocimiento sobre el asunto.

Poco antes de las dos de la tarde, ya estaba delante de la famosa escalinata de la Moncloa, donde posan los ministros tras ser nombrados y los presidentes reciben a sus visitas.

Me hizo pasar dentro Ramón Barato, quien había hablado conmigo poco antes. En su rostro se observaba una honda preocupación. Atravesamos un par de largos pasillos hasta llegar a una ancha puerta de madera color wengé una de cuyas dos hojas se abrió al pulsar mi acompañante un mando a distancia.

Casi deslumbrado por la claridad en la sala entré y a la izquierda estaba nada más y nada menos que el presidente del gobierno.

EL PRESIDENTE ESTABA DEMACRADO, CON GRANDES OJERAS Y CARA DE NO HABER DORMIDO

Vi a un presidente demacrado, con grandes ojeras y cara de no haber dormido. Me dio un gran apretón de manos sonriendo forzadamente y me señaló el sofá color marrón oscuro que hay delante de una gran biblioteca.

– Luis, quiero ir al grano. Tenemos un gran problema ¡La seguridad del país está en juego!

Hizo una pausa, añadiendo a continuación:

– Te hemos llamado porque sabemos de tu alta posición en Rotary.

¿Rotary?, me pregunté yo, pensando qué tendría que ver el Rotary Club con el lio que tenía montado Sánchez en estos momentos.

– Nuestra preocupación viene de los nuevos datos que han aparecido sobre el espionaje de Pegasus. Me dice el CNI que Marruecos tiene una información muy delicada sobre altos secretos de Estado –añadió Sánchez un tanto nervioso.

– ¿Y cómo podría ayudarles yo?

-El presidente Biden pertenece a Rotary y sabemos que entre los rotarios os podéis pedir grandes favores. Necesitamos que el presidente norteamericano conmine urgentemente al Rey Mohamed VI para que no haga uso de esa información tan perniciosa.

– ¿Podrías indicarme de qué se trata, aunque sea de modo general?

– Supuestamente tienen un material sobre mi esposa y unos negocios de Rabat. Por supuesto, no habría ningún tipo de límites para pagar inmediatamente tus honorarios, Luis, ¿tienes cuenta en el extranjero?

– Muchas gracias, presidente. Por ahora no me debéis nada. Si es un asunto de Estado, estaré encantado de ayudar, ¿Pero cómo podéis pensar que yo conseguiré convencer a Biden antes que todo un gobierno?

– Sabemos que también te llevas muy bien con Donald Trump.

– Bueno, tengo una buena amistad con Rudy Giuliani, su abogado más cercano.

– Él también tuvo una buena relación con el Rey Mohamed.

– Pero entonces no me necesitáis como abogado.

– ¿Quién mejor que un abogado para hacer una gestión así?

– Necesito conocer más detalles sobre lo de Rabat.

Noté la proximidad de alguien a mi izquierda, me giré un poco y de pronto me encontré con una mujer muy bella y esbelta extendiendo su mano para saludarme.

Me levanté rápidamente y comprobé que la fragancia de la primera dama era de la máxima exquisitez cuando ella se acercó para besarme.

Constaté que la luminosidad de su cara y contrastaba con el rostro mustio del presidente.

Se sentó entre el presidente y yo y me dijo:

– Luis, muchísimas gracias por venir. Te leo habitualmente en Confilegal y El Español. ¿Cómo tienes tiempo para todo?

– Leo muchos libros sobre gestión del tiempo –contesté sonriendo sin dejar de admirar la gran belleza de Begoña.

– Luis, te prometo que todo lo que se ha dicho sobre el tráfico de influencias que yo he podido protagonizar es falso. Jamás me he aprovechado de estar casada con el presidente del gobierno. Me utilizan a mi para intentar que Pedro dimita y casi lo están consiguiendo.

– Han llegado a difundir rumores hasta sobre una posible infidelidad de mi mujer. ¡No tienen límites! – dijo el presidente indignado.

– ¿Por qué están tan preocupados entonces? El caso debería archivarse.

– Porque al parecer hay unas grabaciones y unos videos con un contenido comprometido. Por lo que sabemos ha sido fabricado con inteligencia artificial –respondió Begoña con contundencia., En un giro inesperado.

Me vi saliendo de allí dos horas después, tras almorzar con el matrimonio y degustar un exquisito pescado blanco capturado en las profundidades del mar del norte regado con un excelente Chardonnay.

Cuando volvía en el jet hacia Sevilla saboreando un Martini blanco muy frío me preguntaba si todo lo que había pasado había sido real o ciencia ficción.

Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.

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