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Opinión | La espada de Damocles: El insólito juicio y el irascible e ingenioso juez (tercer acto)

Opinión | La espada de Damocles: El insólito juicio y el irascible e ingenioso juez (tercer acto)
Luis Romero Santos es socio director de la firma que lleva su nombre, Luis Romero Abogados, y es doctor en derecho penal. Con esta tercera entrega cierra este capítulo.
18/12/2023 13:00
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Actualizado: 19/12/2023 08:14
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Cuando recibí la noticia esa tarde, mi memoria me desplazó a Praia Verde y me vi caminando al amanecer por su tranquila playa de arena fina oyendo el sonido de las olas cuya espuma casi alcanzaba mis pies mientras intentaba sortear algunos charcos.

El cielo comenzaba a iluminarse y la brisa golpeaba mi rostro en el silencio de la mañana en tanto reflexionaba sobre lo sucedido esos días atrás en los que se había celebrado ese extraño juicio. Todavía era pronto para ver en perspectiva todo lo que había acaecido en el palacio de justicia.

Yo sabía que esos atentados al derecho de defensa no se iban a quedar ahí. Lo haría por mi defendido y por las estudiantes de derecho que asistieron al juicio.

¿Para qué había estudiado Derecho?

¿Por qué elegí ser abogado?

Recuerdo mis lecturas en latín sobre el foro romano y el papel que desempeñaban los abogados gracias a su elocuencia y persuasión en defensa de sus causas.

En la etapa republicana, que se inicia con la expulsión del último rey, Lucio Tarquinio, «el Soberbio«, se dio rienda suelta a la expresión oral con total libertad y la oratoria era un importante instrumento de poder.

Sin embargo, dos milenios después, cuando yo me dirigía al jurado en mi alegación inicial, fui bruscamente interrumpido por el juez una y otra vez.

1.- “El camarote de los Hermanos Marx”. Historia de un juicio

Los veinte minutos para tomar café alcanzaron la hora, no habiendo ninguna prisa en esos momentos preliminares del juicio. Muy relajados el juez y las fiscales, nos hicieron esperar a todos en ese receso entre la selección del jurado y las alegaciones iniciales. Después vendría el alboroto, el estrépito, la algarabía.

Del cafelito a la silla baja modelo Benzino Napolini (“El gran dictador”), del micrófono sin batería al del karaoke con las lucecitas verdes, rojas y azules en movimiento; del “complejo de cantante” a “¡Aquí en esta sala el que manda soy yo!; del “Ya vamos repitiéndonos” a los fuegos artificiales de Händel; de la propulsión de las fiscales a las morisquetas; de la invitación a cursar una oposición a la medalla con cena y recena.

Pero el director se olvidó de grabar.

2.- La parte contratante de la primera parte…

• “(…) La parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte ¿Qué tal, está muy bien, eh?”.

• “No, eso no está bien. Quisiera volver a oírlo” (…).

El “Dekreti” o decreto mágico del letrado judicial, parecía ser más importante que el texto de la ley que obliga a grabar todos los juicios salvo excepciones que no tuvieron lugar en este caso: con el que se trató de fundamentar que no se recogiesen ni la imagen ni el sonido.

3.-  “¡Eso lo diré yo!”

No se recoge la protesta, si yo no lo autorizo.

El secretario no recoge la protesta ni el texto de la misma. Necesitaba el “plácet”.

4.- Dos varas de medir. “Y se lo digo también a la señora fiscal”

No hay igualdad de partes.

Se observó una alta consideración del juez hacia la fiscal ante el jurado.

“No sé hasta que hora vamos a estar aquí”. La hora del desayuno…

5.- El “paripé”. “No vea usted fantasmas, letrado”

Llamada a su despacho. Yo no haré preguntas al inspector jefe, dijo la acusación. Y se formularon.

“Intente, por favor… Son unas alegaciones previas. No sé qué van a dejar ustedes… y a la Fiscal igual, para el informe final”. (¡La fiscal ya había finalizado!)

“No vea usted fantasmas, letrado” ante la advertencia de la vulneración del derecho de defensa y del principio de igualdad de partes, en un receso.

6.- “¡Guarde-usted-silencio-letrado!”

“¡Sí, le estoy escuchando pero usted también me tiene que escuchar a mi…!”, expresé tras innumerables interrupciones del señor magistrado presidente.

“¡Le apercibo ante el señor secretario!”.

Ulteriormente, una balsa de aceite.

7.- La foto de la justicia: lo que veo al salir del ascensor

El día del objeto del veredicto: juez, fiscal y letrado judicial, todos juntos y sonrientes junto a la puerta de la sala. Dejan de hablar cuando me acerco.

“Con flores a María” (Alfonso Grosso).

8.- Las advertencias previas a las alegaciones finales, me coartan

¡Por fin! ¡Puedo hacer mi intervención sin interrupciones!

Cincuenta minutos, no fueron dos horas y media ni cuatro.

¡Pero yo ya no era libre!

Es como si en un interrogatorio ante la policía y antes de que llegue el abogado del detenido le advierten a éste: “¡Le vamos a poner en libertad pero tiene usted que colaborar…!”,

9.- “No hagan caso a las apelaciones sentimentales” El discurso final

Instrucciones verbales del magistrado presidente al jurado: casi una hora, en parte analizando la prueba practicada y no precisamente favoreciendo a la defensa.

10.- El espíritu de la ley

Exposición de motivos de la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado de 1995:

“Instrucciones. En ellas radica otra de las condiciones del éxito o fracaso del enjuiciamiento por Jurado (…) Por ello se estima adecuado suprimir entre sus contenidos una cuya inclusión determinó una gran polémica en nuestra pasada experiencia histórica: el resumen de la prueba practicada”.

“(…) Te haré demostración que no son males los que lo parecen, digo ahora que estas cosas que tú llamas ásperas y adversas y dignas de abominación son, en primer lugar, en favor de aquellos a quien suceden, y después en utilidad de todos en general (…)”.

Séneca, “Tratados morales”. Libro primero, capítulo III.

P. D.:

La solicitud de nulidad de nuestro juicio argumentando por qué tendría que haberse grabado ha servido para esta victoria del Estado de Derecho: desde el 5 de septiembre de 2022 se graban todos los juicios ante el tribunal del jurado en esta corte.

Aún resuenan en mi cabeza esos gritos ensordecedores.

Nota del autor:

Para comprender mejor este tercer acto se aconseja leer los dos primeros de esta obra.

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