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En el Majestic, de huelga con los LAJ: reflexiones desde la ciudad condal

En el Majestic, de huelga con los LAJ: reflexiones desde la ciudad condal
El autor de esta columna es socio director de Luis Romero Abogados y doctor en Derecho Penal.
07/2/2023 06:48
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Actualizado: 07/2/2023 07:52
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El  miércoles pasado me levanté temprano, a las seis de la mañana, pues mi vuelo desde Sevilla a Barcelona salía a las nueve y diez minutos. Me gusta llegar una hora antes al aeropuerto aunque el vuelo sea nacional.

Llegaría a la ciudad condal poco antes de las once.

Debía estar ese día allí pues el jueves 2 tenía unas declaraciones en un juzgado de instrucción y había fijado esa misma tarde a primera hora una reunión con mis dos clientes para preparar su intervención.

Aunque ese señalamiento llevaba anotado en mi agenda meses, no adquirí el billete para mi viaje hasta una semana antes, pues a veces nos suspenden actos procesales unos días antes.

A pesar del riesgo aún existente, me atreví a pedirle a mi secretaria ese encargo con la agencia de viajes. Volvería a Barcelona un año después y ya me imaginaba en el Paseo de Gracia saliendo del Hotel Majestic para dar una vuelta por la animada y cosmopolita avenida.

Sí, señor, esa fecha del 1 de febrero estaba anotada en mi agenda semanal de papel en amarillo fluorescente desde que adquirí mi dietario a principios de diciembre.

Llegué al aeropuerto de El Prat y justo cuando buscaba los carteles que indicaban la salida en los concurridos y anchos pasillos, oí el timbre de mi móvil observando en la pantalla que la llamada procedía de mi bufete.

¡No podía creerlo! Mi procuradora acababa de llamar anunciando que desde el juzgado le informaban que las declaraciones del día siguiente quedaban suspendidas por la huelga del letrado de la Administración de Justicia.

Como uno debe ser optimista, rápidamente pensé en la mejor solución de las varias posibles que podría elegir: me quedaría en Barcelona ese día y volvería a Sevilla a finales de la tarde del jueves tal como hubiese hecho de no haberse producido la referida suspensión.

Así no tendría que llamar a mi amigo Wally y cancelar mi almuerzo con él en el Botafumeiro: teníamos muchas cosas de las que charlar tras nuestra última comida en el famoso restaurante antes del confinamiento por la pandemia.

Y uno no tiene todos los días la oportunidad de compartir varias horas de conversación con un hombre como Wally Nieto de Dios, uno de mis primeros instructores y «coach». Solo por esta cita habría valido la pena viajar a Cataluña.

Mientras esperaba avistar mi maleta en la cinta correspondiente, sonó de nuevo mi móvil y era un compañero de profesión que deseaba saludarme. Al preguntarme cómo estaba le dije:

– ¡Pues mira, aquí en Barcelona de huelga con los LAJ!

– ¿Cómo? ¿Qué estás de huelga con los LAJ? ¿Estás en alguna manifestación con ellos?

– No, Fulgencio, es que acabo de enterarme de que me suspenden dos declaraciones que tenía mañana aquí por la famosa huelga ¡Y me avisan hoy!

– ¡Lo siento! ¡Has viajado para nada!

-No te preocupes, yo voy aprovechar bien mi viaje.

Y así, seguí contándole a mi amigo y colega Fulgencio Comino mis planes para mi estancia en Barcelona.

Antes de que me diese cuenta, un botones me abrió la puerta del taxi y me saludó mientras que otro ya portaba mi maleta hacia la entrada del hotel Majestic. En el mostrador de mármol de la recepción, una joven atractiva y sonriente me saludó por mi nombre interesándose por la comodidad de mi viaje.

La verdad es que solo por disfrutar de este hotel, ya merecía la pena haber hecho el viaje.

El motivo principal por el que había decidido desde el primer momento mantener mi horario de vuelta a Sevilla era mi deseo de invertir mis horas libres en poner al día mi agenda y trasladar a la misma tantas anotaciones que tenía en mi lista de tareas pendientes, mensajes de «Whatsaps», correos señalados, etc.

En definitiva, aprovecharía para organizar mi trabajo.

Ya arriba en mi luminosa habitación, contemplé el trasiego de gente en la calle y los históricos edificios en el Paseo de Gracia tras los árboles. La temperatura era cálida a pesar del frio reinante en el exterior.

Me encanta la decoración de este elegante hotel, y la mesa de estilo francés cercana al ventanal recibía luz natural suficiente para que pudiese hacer mis tareas cómodamente. El cuarto de baño de mármol blanco con aroma a perfumes orientales me recordaba otras estancias aquí.

Eran las doce de la mañana y como Wally no me recogería hasta la una y media en el hall, decidí caminar por la ancha avenida bien abrigado. A la salida del Majestic, me dirigí hacia la izquierda y crucé a la acera de enfrente.

Me venían mis recuerdos de viajes con mi familia cuando los niños eran más pequeños y nos alegraban el día con su simpatía y ocurrencias.

Me quedé parado un momento frente al hotel observando su elegante fachada de estilo neoclásico francés y miré hacia lo más alto pensando en la terraza La Dolce Vitae donde algunas noches de verano había disfrutado de cenas memorables, una vez a pocos metros de Claudia Schiffer.

Con las manos metidas en los bolsillos y el cuello del abrigo levantado comencé a entrar en calor caminando rápido. Ciudadanos chinos, eslavos, americanos y de otras partes del mundo se cruzaban conmigo junto a las lujosas tiendas de marca a la derecha.

Ya ensimismado en mis cosas, como me ocurre siempre que camino y camino, al pasar junto a la Plaza de Cataluña, me acordé de esos otros viajes cuando me calzaba bien temprano mis zapatillas de correr y cogía esa ruta para continuar por La Rambla, Monumento a Colón y ya cercano al mar divisar de cerca las Torres Mapfre antes de dar la vuelta.

SUBIDAS DE SUELDO

Cuando me di cuenta, ya estaba llegando a la entrada del hotel en el número 70 viéndome sorprendido por detrás por la inconfundible y entusiasta voz de Wally Nieto, que conservaba aún su original acento colombiano.

Tras un cordial saludo y un efusivo abrazo, pusimos rumbo al Botafumeiro con ganas de degustar los sabrosos platos de receta gallega que nos servirían allí.

– ¡Así que te quedas aquí hasta mañana, Luis! ¿A qué hora tienes el juicio?

– Pues tenía mañana unas declaraciones en la ciudad de la justicia pero por la huelga de los letrados judiciales, me las han suspendido.

– ¿No me digas? ¿Y qué vas a hacer? ¿Te vuelves hoy?

– ¡No, me quedo aquí! Aprovecharé para planificar mi agenda y disfrutar del hotel y la ciudad, aunque solo con el Paseo de Gracia y mi carrera al amanecer ya tengo bastante.

– ¡Bueno, pero cuéntame cómo es eso de la huelga de los secretarios judiciales! ¿Así se les llamaba antes, no?

– Tienen varias reivindicaciones pero como casi en todas las huelgas, exigen subidas de su sueldo.

– ¡Pues ya podrían hacer una huelga a la japonesa con todo el retraso acumulado que hay en los tribunales! ¡Como servidores públicos ya podían dar ejemplo!

– ¡Eso he pensado yo! Con el retraso histórico en los juzgados agravado por la pandemia, ahora que por lo menos se comenzaba a coger el ritmo…

– ¿Y te han avisado hoy, sin tiempo para cancelar tu vuelo?

– Así es, Wally. Le dije a una compañera del bufete que llamase unos días antes al juzgado para cerciorarnos pero la funcionaria encargada de las diligencias le dijo que no podrían decir nada hasta poco antes.

– ¡Así que tuviste que preparar tu viaje sin saber si la huelga iba a afectar a tu gestión aquí en Barcelona!

– Me cuesta trabajo entender que los encargados de que su juzgado o su sala funcione correcta y eficazmente, actúen así; al menos, algunos.

– ¿Y tus clientes, son de aquí o también han viajado?

– Viven en Barcelona. Pero ya he tenido varios casos en los que ha habido desplazamientos de mis clientes, de testigos y peritos, a los que no se les ha avisado de la suspensión hasta unos minutos antes. Eso significa la pérdida de muchas valiosas horas y gastos de desplazamiento que habrán de repetirse en una fecha incierta.

– ¿Y quién paga esos daños y perjuicios?

– Entiendo que podríamos reclamar patrimonialmente a la Administración por el mal funcionamiento de la misma justificando los daños producidos en cada caso ¡Pero algo tendrán que ver también los LAJ!

– ¡Claro, es como si los médicos estuviesen de huelga y no avisasen a los enfermos de que su operación iba a suspenderse!

– ¡Una cosa es la huelga y otra causar el mayor perjuicio posible a los abogados, procuradores, partes, testigos, peritos, etc.!

Al cruzar con la Avenida Diagonal, pensé:

¡Pues yo si voy a hacer una huelga… a la japonesa!

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