Todo lo que no te enseñaron en la Facultad de Derecho y necesitas saber, sobre esto va el libro de Luis Romero
Luis Romero, socio director de Luis Romero Abogados, firma especializada en derecho penal, ha publicado un libro muy a lo estadounidense, "50 consejos para abogados altamente efectivos", con el que posa en la imagen. Foto: Confilegal.

Todo lo que no te enseñaron en la Facultad de Derecho y necesitas saber, sobre esto va el libro de Luis Romero

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18/9/2023 06:35
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Actualizado: 18/9/2023 17:41
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Durante el pasado mes de agosto y parte de este de septiembre Luis Romero ha sido una cara habitual de muchos de los programas nacionales de televisión, tratando el caso del crimen y posterior descuartizamiento del médico colombiano Edwin Arrieta, en Tailandia.

En representación del abogado bogotareño que entonces defendía los intereses de la familia del cirujano plástico.

No era para menos, teniendo en cuenta que el acusado es el joven Daniel Sancho, hijo del conocido actor Rodolfo Sancho, y nieto del también actor Sancho Gracia, al que todos llevamos en nuestro subconsciente por su papel como el bandolero «Curro Jiménez».

Ahora Romero, socio director de Luis Romero Abogados, vuelve al foco público merced a un nuevo libro titulado «50 consejos para abogados altamente efectivos«, que podría haberse publicado con el título que abre esta entrevista: «Todo lo que no te enseñaron en la Facultad de Derecho y necesitas saber». Y se podría añadir, «para ejercer la abogacía con éxito». Porque, en esencia, es lo que es.

Conversar con el doctor Romero, como lo llaman en Iberoamérica –es doctor en Derecho–, es siempre muy agradable. Por tres circunstancias, porque es siempre muy educado (ya se sabe el dicho, «educación y buenos modales abren puertas principales»), porque tiene un fino sentido del humor y porque habla muy claro, sin levantar la voz.

Recién salido del horno el libro, «calentito», como se suele decir, tiene lugar esta entrevista en el Hotel Hospes Puerta de Alcalá, con el famoso monumento que el arquitecto italiano Francesco Sabatini levantó en 1778 por orden del Rey Carlos III, muy presente. Romero sentado en un chestlong y un servidor en otro, junto a él, en un salón que recuerda mucho alguno de los clubes londinenses que tanto admira.

¿Por qué ha escrito este libro? ¿Qué le ha impulsado a publicar una obra en la que revela sus, digamos, secretos?

Cuando yo empecé a ejercer, en 1991, había solamente tres libros de este tipo publicados en las librerías. Recuerdo que compré «Abogacía y abogados», de Martínez Val, «El alma de la toga», de Ángel Ossorio, y «El abogado y la sociedad industrial».

Porque yo tenía una necesidad de leer sobre lo que era la profesión. No había prácticamente nada escrito sobre el día a día y las experiencias personales de los abogados. Yo venía de una familia que nada tenía que ver con la abogacía. Mi padre era médico. Lo necesitaba.

Desde entonces hice de la escritura, de artículos, un hábito, en diversos medios desde el año 2000. Este libro está pensado para cubrir ese espacio.

Está pensado para los estudiantes de derecho, para los abogados que están empezando y para muchos que llevan tiempo y que saben que necesitan mejorar en algunos aspectos del oficio. Es mi contribución a la mejora de la profesión.

Luis Romero 2 def espejo
Romero frente al espejo. Su libro es también un espejo en el que se pueden reflejar muchos compañeros. Será presentado por vez primera en el Colegio de Abogados de Lucena el próximo jueves 21 de septiembre. Foto: Confilegal.

Bueno, de casta le viene al galgo, como se suele decir. Aunque lleva 32 años ejerciendo, también ha dado clases. La vena divulgadora, que se dice.

Así es. Comencé a dar clases de derecho en 2007, en la Escuela de Práctica Jurídica y Ciencias del Derecho, ICIDE, en la Universidad Pablo de Olavide, pasando por la Universidad Carlos III de Madrid, el ISDE, en la Universidad Europea y en la Universidad de Sevilla. La verdad es que disfruto con ello. Son muchas las conferencias que he impartido. Siempre se recuerda la primera, en el Archivo de Indias de Sevilla, a sus empleados, sobre delitos contra el patrimonio histórico-artístico y los pecios, los barcos españoles hundidos por todo el mundo.

En su libro usted habla de todo lo que interesa a los abogados, como por ejemplo cómo cobrar. ¿No le preocupa revelar sus secretos?

En absoluto. No tengo ningún miedo a descubrir lo que muchos describirían mi fórmula secreta de funcionamiento y gestión del bufete y el cobro de los honorarios. Porque no es en absoluto secreta. Está basada en el sentido común. Sí digo que no hay que tener vergüenza en pedir lo que uno vale. A mí lo que me daría vergüenza es cobrar 500 euros por un caso que vale 10.000 euros como hacen algunos.

Yo cuento cómo abordo esta faceta de nuestra profesión, que a mí me va bien. A cualquiera que lo lea y que aplique mis consejos estoy seguro de que le irá mejor de lo que le está yendo hasta ese momento.

«No tengo ningún miedo a descubrir lo que muchos describirían mi fórmula secreta de funcionamiento y gestión del bufete y el cobro de los honorarios. Porque no es en absoluto secreta. Está basada en el sentido común»

Podría haber titulado su libro «Todo lo que no te enseñaron en la Facultad de Derecho y necesitas saber»…

Eso hubiera sido todavía más atrevido. El título de «50 consejos para abogados altamente efectivos» lo utilicé hace seis años como título de la clase que impartía en la Universidad de Sevilla al finalizar el curso. Me pareció que era el adecuado para esta obra porque describe con precisión su contenido.

Reconozco que también me inspiró Stephen Covey con su libro «Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva». Ese libro fue uno de los que más me marcaron. Me hicieron pensar mucho. ¿Para qué? Para organizarme y organizar mi trabajo. Eso me ha permitido levantar un despacho penalista solvente en Madrid y en Sevilla y próximamente en Lisboa. Esto que le estoy dando es una primicia.

¿Aspira a que su libro también sea inspirador para sus compañeros?

Si diera marcha atrás en el tiempo y fuera un joven abogado recién salido de la Facultad sin duda me lo compraría. Porque lo he hecho con esa intención.

Dice en su libro que hay que educar a los clientes, para que no le llamen a todas horas.

El cliente es el centro de todo. Hay que escucharlo, pero no siempre tiene razón. Tenemos que ser claros con él. Hay que advertirles que los procedimientos son lentos y que hay que tener paciencia. Tenemos que ser sinceros, tenerlo informado en todo momento, y mantener la confianza. Y el respeto. Y hay que establecer unas pautas de comunicación. Eso es esencial. Sólo en los casos de extrema urgencia es lógico ponerse en contacto con el abogado. Pero no a las 10, 11 o 12 de la noche o de madrugada.

Luis Romero Chestlong
La entrevista tuvo lugar la pasada semana en el Hotel Hospes Puerta de Alcalá. Luis Romero sentado en un sofá cheslong, el abogado desgranó las motivaciones de por qué ha escrito el libro. Foto: Confilegal.

Usted fue uno de los pioneros en lo que hoy se describe como marketing jurídico. Tampoco le han dolido prendas en contar su fórmula y los réditos que se pueden obtener si se aplica.

Y que sigue funcionando. Y no consiste solo en publicidad directa sino que también hay una serie de cuestiones que también son marketing jurídico, como por ejemplo, esto que he hecho, escribir un libro, publicar artículos en su diario digital, intervenir en programas de televisión y de radio, impartir clases, dar conferencias, asistir a congresos, a desayunos, etcétera, con el fin de generar pertenencia por asociación.

Lo que hoy definen como «networking» y antes describíamos como hacer relaciones.

Pero sobre todo, para mí, entre las cosas más importantes, se encuentra la de escribir. Calculo que en los últimos 20 años habré publicado más de 200 artículos. Y tres libros, «La técnica del interrogatorio», como coautor, con Julio García, en segundo lugar, mi tesis doctoral, sobre el delito de blanqueo de capitales –por cierto, una editorial muy conocida me ha pedido publicarla actualizada– y este de «50 consejos».

La técnica del interrogatorio, para el que también tiene un capítulo, ¿se aprende o es un don que viene de fábrica?

Yo aprendí la técnica del interrogatorio viendo y escuchando a grandes abogados que sabían interrogar sabiamente. En mi opinión, se aprende yendo mucho a juicio y estudiándolo. Pero eso serviría de poco si uno no lo pone en práctica desde el primer momento.

Muchos compañeros, tanto fiscales como abogados, cuando interrogan, caen en ese error. «La señora llegó a la tienda, cogió la pistola y apuntó al dependiente» y a continuación hacen la pregunta.

Dicho así sería una pregunta sugestiva.

«¿Qué vio usted cuando llegó allí? ¿Qué hizo esa señora? ¿Llevaba una pistola? ¿Apuntó al dependiente?», es una serie más lógica.

Un buen interrogatorio hará que se pueda ganar un juicio. Es más importante que el informe final.

«Yo aprendí la técnica del interrogatorio viendo y escuchando a grandes abogados que sabían interrogar sabiamente. En mi opinión, se aprende yendo mucho a juicio y estudiándolo. Pero eso serviría de poco si uno no lo pone en práctica desde el primer momento»

El año pasado usted protagonizó un contencioso peliaguado en la Audiencia Provincial de Sevilla. Un juicio con jurado en el que usted defendía a un cliente acusado de asesinato no fue grabado porque así lo decidió el letrado de la Administración de Justicia.

La ley establece que los juicios se graban. Y esas grabaciones son las actas de hoy en día. En la grabación audiovisual se recoge todo. Lo que es esencial a la hora de presentar un recurso de apelación o de casación. Porque lo que un acusado se juega son muchos años de libertad.

Luis Revilla, el letrado de la Administración de Justicia del tribunal del jurado en Sevilla, llevaba 13 años sin grabar ningún juicio. Tenía una mecanógrafa que recogía lo que allí se decía. Una mecanógrafa jamás es tan completa como una grabación, pero el sistema es más cómodo para el LAJ.

Han sido 13 años nada más y nada menos. Más de 200 juicios. Y solo en una ocasión un compañero protestó y recurrió. Es muy preocupante que en esos 13 años ninguno de los magistrados o de los fiscales intervinientes dijeran nada. Todos ellos han permitido esta anomalía que no se produce en ninguna otra Audiencia Provincial de España. No se puede permitir.

¿Qué es lo que más le ha chocado de este caso?

Que la mayor parte de los juicios con jurado los 9 miembros legos que lo conformaban tardaban 24 horas en llegar a un veredicto. Se retiraban a deliberar un día y al mediodía del siguiente día ya tenían el veredicto. Un caso excepcional que da mucho que pensar sobre este sistema implantado por el LAJ Revilla que ciertamente era muy cómodo para él. ¿Y los derechos de los justiciables? Ciertamente se había apartado de la norma.

Por cierto, que mientras que en España y el resto de Andalucía la estadística es del 90 % de veredictos de culpabilidad, aproximadamente, en Sevilla es del 95 %. Desde 2012 no ha habido prácticamente sentencias absolutorias.

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Romero es partidario de ser firme en la defensa de los clientes y no permitir que nadie, incluyendo en esto a los jueces, le falte al respeto. Foto: Confilegal.

Supongo que será un firme partidario no solo de que se grabe todo sino también de que se enfoque a los jueces, cosa que no ocurre ahora.

Sí, ahora sus señorías solo salen por el cogote. Aquí tenemos que salir todos. Sé que el Consejo General del Poder Judicial ha dado el visto bueno a que se instale una grabación que encuadre también a los jueces. Sin duda contribuirá a que haya una mayor transparencia y seguridad jurídica.

¿El haber llamado soberbios a algunos jueces le ha pasado factura?

Una vez me censuraron un artículo que llevaba ese título, «la soberbia de algunos jueces». Los abogados no podemos permitir que nadie nos falte al respeto, y en eso están incluidos los jueces. Tenemos que ser firmes en la defensa de nuestros clientes y de nuestra profesión. Doy gracias al hecho de que no está generalizada esa falta de respeto pero cuando emerge hay que combatirla con firmeza y con educación.

Dentro del libro hay un artículo titulado «20 razones por las que algunos jueces faltan el respeto a los abogados«. Algunas de ellas tienen que ver con que la mañana se acaba y no se va con la rapidez prevista.

Y eso tiene que ver con el hecho de que el juez ha metido 20 juicios con calzador y no quiere celebrar por la tarde. ¿Y qué ocurre? Que quiere marcharse a comer. A mí me han llegado a decir que tenía un minuto para informar. Fue en Madrid. Y en Cáceres me dieron cinco minutos.

Hay que hacer sentir al juez que el abogado y su cliente tienen sus derechos y que no basta con que tenga o no ganas de comer o que esté cansado. Hay que cumplir con la ley.

Por último, en su libro presta especial atención a las estrategias de defensa. De defensa y de acusación –particular o popular–, una característica que el resto de los países de nuestro entorno no tienen porque adolecen de ello. Como en el caso de Edwin Arrieta, ¿no?

Sin duda, las estrategias que debemos adoptar no son solo de defensa, también de acusación. Y no solo ante los tribunales de justicia, también ante el tribunal de la opinión pública, los medios de comunicación.

El caso del crimen de Edwin Arrieta ha sido un buen ejemplo. Mientras se estaba investigando en Tailandia, después de que el joven Daniel Sancho confesara haberlo asesinado y descuartizado, lo que se produjo en España fue una corriente mediática que parecía absolver al joven y convertir al señor Arrieta en el culpable.

En este caso, con la aquiescencia del doctor Miguel González Sánchez, de la firma de Bogotá, Miguel González Sánchez & Abogados Asociados, defendí la causa del señor Arrieta poniendo las cosas claras. Porque el señor Arrieta ni se había asesinado a sí mismo ni se había autodescuartizado.

Las defensas o las acusaciones tienen mucha reflexión detrás, muchas horas de pensamiento. Como este libro.

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