Gritos, humillaciones, impagos y días sin comer: así actuaba la registradora de Albacete condenada a 12 años de prisión
La registradora de Albacete, condenada a 12 años de prisión y más de 120.000 euros de indemnizaciones. Foto: TSJCLM.

Gritos, humillaciones, impagos y días sin comer: así actuaba la registradora de Albacete condenada a 12 años de prisión

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22/12/2023 06:30
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Actualizado: 23/12/2023 08:19
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La registradora de la propiedad María Dolores Paya Roca de Togores ha sido condenada a 12 años de prisión en este mes de diciembre.

Una condena que llega después de que haya sido considerada culpable de seis delitos contra la integridad moral, en su modalidad de acoso laboral, a seis de sus empleados, En concreto, a los trabajadores Joaquín L., Ana L, Consuelo M., Fernando R., María José M. e Inmaculada L.

A su vez, ha sido encontrada culpable de seis delitos de lesiones psíquicas hacia estos mismos empleados a su cargo en el Registro de la Propiedad nº1 de Albacete.

Lugar donde Paya Roca tomaba posesión como registradora titular el 9 de mayo de 2013. Fecha que supuso el inicio de la pesadilla para estos seis trabajadores.

Una «actitud despreciativa y humillante» que ha valorado el Juzgado de lo Penal nº1 de Albacete, dirigido por el magistrado juez Juan Miguel Paños Villaescusa, en la sentencia 00255/2023.

Sentencia en la que las seis víctimas, asistidas por el letrado Marcos García Montes, exponen ante el tribunal el acoso al que se vieron sometidos durante años por parte de la registradora ahora condenada.

Condena que, tal y como apunta el documento judicial, consta de 6 años de prisión, por seis delitos de acoso laboral. También seis años de prisión, por lesiones psíquicas. Inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo y ejercicio de la profesión del tiempo de condena.

Y, finalmente, una indemnización de 20.000 euros, con intereses, a cada uno de los afectados.

Nadie en Albacete quiso llevar el caso

«Encantados». Esta es la palabra utilizada por el abogado García Montes para explicar la sensación de júbilo de estos trabajadores ante la sentencia. Una sentencia que, eso sí, aún no es firme.

Una decisión de los tribunales que, sin duda, parece un reconocimiento al duro trabajo. «Ha sido muy duro» reconoce el letrado a Confilegal. Especialmente, para los trabajadores. Y es que ellos, a pesa del tiempo transcurrido, siguen con tratamiento psicológico, el cual les acompañará prácticamente de por vida.

¿Sabías que, en el pasado, a los abogados se les llamaba boceros, con b de Barcelona?
En la foto el letrado Marcos García Montes, socio director de uno de los bufetes más conocidos de la capital de España. Confilegal.

Un caso muy complicado que llegó a manos del letrado casi por casualidad, y desesperación de las víctimas. Y es que nadie en Albacete quiso llevar el asunto, tal y como explica él mismo. Tampoco los médicos forenses, teniendo que recurrir a especialistas de otros lugares.

«Corporativismo» que también parece producirse en el caso de los compañeros de profesión de la registradora. Así pues, a pesar de que se pusieron en contacto con el Colegio de Registradores de Albacete, así como el nacional, el silencio fue la única respuesta.

Mientras tanto, la registradora ahora condenada se encuentra ejerciendo en Carlet, Valencia.

Así eran las vejaciones y el maltrato de la registradora hacia sus empleados

Desde el 9 de mayo de 2013, hasta mediados del mes de junio de 2016, estos seis trabajadores sufrieron las consecuencias de la llegada de Paya Roca al Registro.

Tal y como destaca la sentencia, la registradora exponía a sus trabajadores a «situaciones humillantes y vejatorias«. Algo que no hacía más que generar un entorno de «tensión y hostilidad» en el trabajo insoportables.

«Al llegar María Dolores comenzaron una serie de malos tratos, como poner en duda su capacidad, o insultos» explica Joaquín L.

Una actitud que fue empeorando con el paso del tiempo, siendo muchas las vejaciones que sufrieron estos trabajadores.

Sometidos a la registradora titular, sufrieron gritos, recriminaciones públicas, tanto ante clientes como ante compañeros, órdenes contradictorias e incluso insultos. Tanto es así, que a una de las afectadas llegó a decirle que estaba «vieja» para su trabajo, haciéndola llorar.

«Cuando les daba la nómina, les decía que tenían que estar muy agradecidos por cobrar. Lo mismo cuando tomaban un permiso, como acompañar a su mujer a una operación» destaca la sentencia. Unos pagos que no siempre cumplían con la legalidad. Y es que Joaquín L. asegura que la registradora «dejó de pagarle los trienios que se le reconocían«.

También la trabajadora Ana L. relató «un incidente en el que se le intentó quitar los documentos con que estaba trabajando, y mezclárselos».

«Cuando llegaba la registradora a hablar a su mesa, debían ponerse de pie y que en otras ocasiones se le exigió hablar con susurros» explica la parte de los trabajadores. Unos susurros acompañados de sus propios gritos. «Era frecuente oír los gritos de la registradora, y golpes en la mesa» lamentan.

«Un día, la registradora perdió un pendiente y empezó a decir que “se había perdido por culpa de la declarante, que le iba a dar un infarto y se iba a ir a urgencias y sería por culpa de la declarante”» cuenta María José M.

Actitud que no terminaba con la jornada laboral. Y es que los trabajadores señalan en la sentencia que la registradora también prolongaba la jornada laboral «de forma arbitraria y abusiva».

Tanto, que en una ocasión obligó a uno de sus empleados a «trabajar de las 8 de la mañana a las 9 de la noche, sin poder comer ni descansar«. «Jornadas maratonianas», lamentan, en las que la registradora les llegaba a impedir salir a citas médicas.

Otros trabajadores salen en defensa de las víctimas

Experiencias que no sólo vivieron los seis trabajadores demandantes. Y es que otros trabajadores de la oficina también han contado sus propias vivencias con la registradora.

Así pues, una ex trabajadora, que apenas estuvo unos días, relató que Paya Roca «le “echó la bronca” por decir sus apellidos a sus compañeros diciendo que eran datos personales».

Así mismo, le prohibió hablar con sus compañeros. Y, al miso tiempo, le pidió hacer un «diario» en el que apuntara lo que hacían sus compañeros.

«La registradora le exigió llevar el mencionado diario, con la finalidad de poder despedir a los ahora querellantes, y como finalmente la testigo se negó a participar, la acusada le dijo que no hacía falta que fuera a trabajar, diciéndole que estaba despedida, impidiéndole recoger sus cosas», apunta una de las testigos, María Dolores Q.

Palabras que suscribe otra de las nuevas trabajadoras de la registradora, que entró en la oficina en 2015.

Así pues, esta empleada asegura que la registradora «hacía llorar» a todo el mundo. Una actitud que demostraba que su «clara intención» era «hacer sufrir a las personas» a su cargo.

Gritos a los que se sumaban llamadas a las 11 de la noche para ir al Registro, hacer horas extraordinarias sin fichar, o buscar «chivatos» dentro de la oficina.

Acciones que llevaban a los seis demandantes a sufrir trastornos «con sintomatología ansiosa». Una consecuencia «de la situación de tensión y estrés» que les llevó a someterse a tratamiento psicológico y farmacológico.

También a los nuevos empleados. Y es que el trabajador Antonio José J. reconoce que sufrió «depresión y ansiedad y tomó mediación, llegando incluso a tener ideas de suicidio».

Consecuencias que se perpetúan hasta la actualidad, y que demuestran el acoso laboral al que María Dolores Paya Roca de Togores sometió a sus subordinados.

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