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Opinión | La AIPI: Un cambio en las reglas del juego
05/11/2024 05:35
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Actualizado: 06/11/2024 21:21
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La creación de la Autoridad Administrativa Independiente de Protección del Informante (AIPI) representa un hito en la evolución legislativa española. Este organismo tiene como misión garantizar que los informantes, esenciales en la lucha contra la corrupción y las malas prácticas de cualquier ámbito, cuenten con la protección necesaria para cumplir con su papel.
Históricamente, los denunciantes han sido percibidos como ‘chivatos’, enfrentándose a estigmas sociales y profesionales. Sin embargo, la AIPI marca una transformación crucial en esta narrativa, reconociendo a los informantes como actores fundamentales en la protección de la integridad de las organizaciones y la sociedad en general.
En mi opinión la Ley 2/2023 manda un mensaje claro: “las malas prácticas deben ser erradicadas desde dentro, y los informantes tendrá otra via para no ser silenciados o castigados por hacer lo correcto.»
Sin embargo, la creación de esta autoridad no es solo un ajuste legal; implica un cambio profundo en la cultura empresarial. Las empresas, están obligadas a establecer canales de denuncia que sean accesibles y confidenciales.
Pienso que, “la AIPI tiene el potencial de transformar el panorama empresarial y organizacional en España, estableciendo un nuevo estándar en la transparencia y el compromiso con la integridad. Este es un paso fundamental hacia una sociedad más justa y ética”
En lugar de considerar la denuncia como una amenaza, las organizaciones deben verla como un mecanismo para mejorar sus procesos internos y evitar problemas mayores.
Tras muchos años de experiencia como economista, abogado y Compliance Officer en grandes multinacionales, mi reflexión es clara: “el verdadero éxito de una organización radica en su capacidad para detectar y corregir errores”.
Esto implica poner los problemas sobre la mesa, enfrentarlos abiertamente. Sin embargo, este proceso nunca ha sido fácil. A lo largo de mi carrera, he encontrado múltiples obstáculos, incluso en departamentos aliados como el jurídico. A menudo, el argumento esgrimido era que, al documentar un problema, se reconocía formalmente y, en un juicio o litigio, podría ser utilizado en contra de la empresa.
Pero siempre he sostenido una visión diferente. Para mí, identificar los problemas y diseñar un plan de acción no es una debilidad, sino una muestra de diligencia debida. Esta práctica no solo fortalece el programa de compliance, sino que también demuestra el compromiso de la organización con la mejora continua y la integridad.
Esta visión pone de relieve la importancia de la transparencia como valor fundamental en la gestión empresarial moderna. El éxito, no depende de evitar que salgan a la luz los problemas, sino de la disposición de las empresas para afrontarlos y aprender de ellos.
En conclusión, tenemos una oportunidad para el cambio. Nos encontramos en un punto de inflexión, donde el liderazgo ético se convierte en un componente esencial del éxito empresarial. Las empresas que logren integrar estos valores en su ADN no solo cumplirán con la ley, sino que también se posicionarán como referentes de transparencia y confianza.
La creación de la AIPI es un avance significativo en la protección de los derechos de los informantes, ahora las administraciones deben darle publicidad para su extender su uso en los casos necesarios y en la consolidación de una cultura de transparencia en las organizaciones españolas.
Como señala José Manuel Garcelán, “la protección del informante es un paso hacia la construcción de organizaciones más fuertes, éticas y transparentes”.
El verdadero desafío ahora es adoptar este marco legal como una oportunidad para mejorar, en lugar de verlo simplemente como una obligación, y que por supuesto los denunciantes hagan un buen uso del sistema y no se convierta en un mero mecanismo de chantaje contra las organizaciones.
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