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Opinión | El caso Mastercard sigue sacudiendo al Reino Unido en una lucha por 16.924 millones de euros
10/12/2024 05:40
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Actualizado: 05/1/2025 00:45
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Tan ordenado como un cambio de guardia en Buckingham, pero tan complejo como el trazado del metro de Londres, el particular mundo legal británico vive actualmente una de las disputas colectivas más polémicas de toda su historia.
Hablamos, cómo no, del litigio que enfrenta a Mastercard con millones de consumidores británicos y que está poniendo a prueba el nuevo régimen de acciones colectivas en el Reino Unido.
Un pleito del que ya hablamos en alguna otra ocasión y que sigue su curso, ya que su desenlace, al igual que el sol londinense, parece resistirse a llegar.
Como recordarán, el caso comenzó cuando Walter Merricks, el anterior ‘ombudsman’ financiero de los consumidores, decidió enfrentarse a este gigante de los pagos electrónicos.
Merricks denunció que Mastercard, entre 1992 y 2008, aplicó tarifas interbancarias que violaban las normas anticompetitivas de la Unión Europea, a la que el Reino Unido pertenecía entonces.
Según sus alegaciones, las tarifas aplicadas por Mastercard se trasladaron al precio final que los consumidores pagaron, lo que provocó un daño económico a millones de británicos.
Así que la cifra reclamada por Merricks ascendió a 14.000 millones de libras (16.924 millones de euros), lo que convierte este caso en uno de los mayores pleitos colectivos en la historia del país.
El problema es que, aunque esta cifra ha recibido un sinfín de titulares en la prensa y ha generado un importante debate en el sector, el camino hacia su resolución sigue aún lleno de obstáculos como veremos hoy.
UNA ACCIÓN COLECTIVA COMO NINGUNA OTRA
Veamos, el litigio comenzó oficialmente en 2016, cuando Merricks presentó su demanda colectiva bajo el régimen de exclusión voluntaria (‘opt-out’), introducido tan sólo un año antes.
Como sabrán, este sistema incluye automáticamente a todos los afectados en una acción colectiva, salvo que opten por no participar, por el motivo que sea.
La cuestión es que, ya en el piscolabis procesal, el caso se enfrentó al rechazo del ‘Competition Appeal Tribunal’(el famoso ‘CAT’) a otorgar la certificación como acción colectiva, requisito necesario para que la demanda echara a andar.
En España, el equivalente más cercano al CAT sería un híbrido entre la Audiencia Nacional y la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, aunque ninguna de estas instituciones coincide exactamente con el modelo británico.
Total, que, en aquella ocasión, los jueces del CAT señalaron que Merricks no había acreditado cómo calcular los daños sufridos por cada consumidor debidamente, y sin este requisito, pues que no había certificación.
Este obstáculo, sin embargo, no detuvo al demandante, quien apeló la decisión y el asunto acabó llegando al Tribunal Supremo del Reino Unido, quien revocó la resolución del CAT, marcando un auténtico hito en el sistema de demandas colectivas en el país.
Pero desde entonces, la verdad es que este mastodonte ha avanzado muy lentamente.
Hasta que, hace unos días, se ha conocido que Mastercard y Merricks están explorando un posible acuerdo para cerrar el caso por aproximadamente 200 millones de libras esterlinas (241,7 millones de euros).
Una cifra que, como verán, aunque es un pastón, representa una pequeña parte de los 14.000 millones de libras reclamadas inicialmente por Merricks, lo que ha generado bastantes cabreos al personal, incluidos los financiadores del caso.
EL MALESTAR DEL FINANCIADOR POR EL POSIBLE ACUERDO CON MASTERCARD
Pues efectivamente, el posible acuerdo entre Mastercard y Merricks ha abierto un nuevo frente en el megapleito. Y aunque las negociaciones aún están en curso y los detalles no han sido confirmados todavía, la cifra propuesta ha sido objeto de importantes críticas.
Para empezar, según este posible pacto, los millones de consumidores afectados recibirían un pago de entre 40 y 50 libras (48,3 y 60,4 euros) cada uno, siempre y cuando se registren en la demanda colectiva para reclamar su parte.
Y ustedes se preguntarán: si el sistema es de ‘opt-out’, ¿entonces, para qué esto del registro?
Pues muy sencillo, porque los que demandantes quieran pasar por caja para cobrar tendrán que renunciar expresamente a reclamar ni un penique más a Mastercard.
Por otro lado, esta cantidad ha sido considerada muy baja por muchos especialistas en indemnizaciones, especialmente teniendo en cuenta la magnitud de los daños denunciados y el extenso período de 16 años en que se llevaron a cabo estas prácticas anticompetitivas por Mastercard.
Pero la sorpresa la ha dado el fondo de financiación de litigios Innsworth, que es quien ha financiado la demanda de Merricks, criticando públicamente los posibles términos del acuerdo.
Según Innsworth, la cifra no sólo es insuficiente para indemnizar a los consumidores, sino que además subestima el auténtico valor del caso, echando por tierra su inversión en el caso ya que un acuerdo tan bajo reduciría significativamente los beneficios a recuperar.
Y por si esto no fuera suficiente, en un movimiento insólito, Innsworth ha trasladado sus preocupaciones al CAT, pidiendo a este tribunal que revise a fondo cualquier acuerdo con Mastercard antes de aprobarlo, lo que podría ser interpretado como un intento de boicotear el pacto.
Como se imaginarán, este conflicto con quien ha pagado la fiesta hasta ahora ha añadido un punto muy picante al plato, destacando las tensiones que pueden darse en la financiación de litigios cuando hay disconformidad con la llevanza del pleito.
UN CASO SIN VISOS DE ACABAR
Por su parte, Merricks y sobre todo su equipo jurídico han defendido la posibilidad de un acuerdo con esa cifra, justificando que nuevas pruebas y datos sobre el caso han reducido considerablemente la estimación inicial de la reclamación.
Total, que, según el demandante, un acuerdo transaccional sería la mejor solución para obtener una indemnización rápida y efectiva para los afectados, haciendo suyo aquello de que más vale un mal acuerdo que un buen pleito.
Pues ya ven, tras ocho años de cha-cha-chá, el caso Mastercard sigue aún sin visos de acabar, pero ya ha puesto de manifiesto sus importantes fortalezas, pero, sobre todo, algunas debilidades del sistema de acciones colectivas en el Reino Unido.
Y es que, aunque puede ayudar a los consumidores para enfrentarse a grandes corporaciones, también ha subrayado los problemas para llevarse a la práctica, desde la dificultad inicial para calcular los daños hasta las actuales tensiones que pueden aparecer entre financiadores y demandantes.
Mientras tanto, otros casos de demandas colectivas en el Reino Unido, como la reclamación contra BT por tarifas de línea fija o contra gigantes como Google o Microsoft, están observando muy de cerca el desenlace del caso Mastercard.
El CAT tiene ahora la patata caliente y tendrá que decidir si el posible acuerdo que se presente entre Merricks y Mastercard cumple con los estándares de acceso a la justicia y equidad necesarios.
Una decisión que no solo impactará a los consumidores en este caso en particular, sino que también establecerá un precedente significativo para las demandas colectivas y su modelo de financiación por fondos en el Reino Unido, un sector sin el cual este tipo de reclamaciones ni siquiera habrían podido plantearse.
En fin, por ahora, el caso Mastercard sigue siendo una historia sin final. No obstante, lo que resulta evidente es que ya ha dejado una marca imborrable en el sistema británico, por lo que será necesario seguir su evolución muy de cerca.
Hasta la semana que viene, mis queridos anglófilos.
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