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Opinión | Jesús de Nazaret: El nieto «divino» de unos abuelos humanos
25/12/2024 13:47
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Actualizado: 26/12/2024 00:47
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Quizás no haya momento más propicio para escribir sobre la vida de Jesús de Nazaret que en estas fechas navideñas en las que el mundo de la cristiandad celebra su nacimiento y, hacerlo sobre una cuestión tan sugerente como puede ser la posible relación que Jesús pudo tener con sus abuelos terrenales, por esa doble naturaleza divina y humana que éste poseía.
QUIÉNES FUERON LOS ABUELOS DE JESÚS DE NAZARET
Las cuestiones relativas a la infancia y juventud de Jesús, incluidas las relaciones con sus familiares, se escribieron mucho después de la muerte de éste, por lo que los detalles, a este respecto, son muy escasos y bastante imprecisos.
Es obvio que, si Jesús en su condición humana tuvo padres terrenales, también tuvo abuelos y los demás familiares que los lazos de consanguinidad y afinidad generan (hermanos, tíos primos, sobrinos, etc).
Que Jesús tuvo parientes nos consta por ese episodio de su vida pública narrado en el evangelio de San Mateo, cuando nos pone de manifiesto la sorpresa que se llevaron muchos de los presentes al oír las doctrinas que Jesús enseñaba a la muchedumbre congregada a su alrededor y, donde algunos de ellos se expresaban en estos términos: ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llaman su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿y sus parientes no están todos entre nosotros? (Mateo 13, 54-57).
Sin embargo, algunos familiares de Jesús que nunca aparecen mencionados en la vida de éste son sus abuelos a los que, sin duda, conoció.
Y es que de los abuelos maternos de Jesús solo tenemos alguna pequeña referencia en el llamado Evangelio apócrifo (no canónico), conocido como el “Protoevangelio de Santiago”, escrito mucho después de la muerte de Jesús, más para justificar los mitos que para relatar hechos históricos.
Según esta información apócrifa, parece ser que los abuelos maternos de Jesús fueron Joaquín y Ana, padres de María, quienes fueron elevados a la condición de santos por la Iglesia Católica y cuya onomástica se celebra el día 26 de julio, fecha que se ha instaurado para conmemorar “El Día de los Abuelos” en diferentes partes del mundo.
Por su parte, de los abuelos paternos de Jesús, es decir los padres de José, no se sabemos nada, pues solo se conoce el nombre del padre de éste, que según el evangelio de San Mateo (1,16) se llamaba Jacob, aunque según el evangelio de San Lucas (3, 23), su nombre era Helí. De la abuela paterna de Jesús, ni siquiera, sabemos su nombre.
Que las referencias sobre los abuelos paternos de Jesús sean casi nulas tiene una explicación lógica, puesto que José era solamente el padre putativo de Jesús (un padre supuesto) dado que Jesús era hijo de Dios, su verdadero Padre.
EL PAPEL QUE TUVO LA FAMILIA DE JESÚS EN SU VIDA TERRENAL
La doble naturaleza humana y divina de Jesús tuvo su reflejo en el distinto tipo de relación que mantuvo con su familia de sangre, según actuara en su condición divina o lo hiciera como humano.
El primer ejemplo, lo tenemos en su infancia cuando con la edad de 12 años acompaña a sus padres terrenales a Jerusalén para celebrar la Pascua, ciudad donde Jesús, intencionadamente, se despistó de éstos y a los que lógicamente dio un buen susto, hasta tal punto que su madre María le recriminó, con cierto enfado su actuación, a lo que Jesús contestó: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabéis que debo ocuparme de las cosas de mi Padre? (Lucas 2, 29).
Esta hegemonía de la naturaleza divina de Jesús sobre su condición humana en la relación familiar se ve acentuada, especialmente, en la etapa de su vida pública, donde sus obligaciones celestiales se muestran siempre con prioridad a las obligaciones humanas, lo que se pone de manifiesto cuando Jesús en uno de sus actos públicos como predicador, alguien le dijo «Tu madre y tus parientes están fuera y te buscan” él le contestó ¿Quién es mi madre y mis parientes? Y, dirigiendo la mirada a los que estaban sentados alrededor suyo dijo “He aquí mi madre y a mis parientes. El que hace la voluntad de Dios ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Marcos 3, 31-35; Mateo 12, 46-50 y Lucas 8, 19-21).
LA POSIBLE RELACIÓN DE JESÚS CON SUS ABUELOS
El cambio de actitud en la relación que Jesús mantenía con su familia al iniciar su vida pública obedece a las exigencias que requiere su misión de Mesías redentor anunciada por los profetas (Lucas 4, 21).
Sin embargo, hasta ese momento, la naturaleza humana de Jesús fue la preponderante en sus relaciones familiares, permaneciendo sumiso y obediente a los suyos, según nos lo cuenta el evangelio de San Lucas (Lucas 2, 41-52).
Y es en esa vida privada de Jesús, donde éste actuaba como humano, cuando sus abuelos serían las personas más cercanas y confiables, que sus padres tendrían para dejar a su pequeño hijo a su cargo, como habitualmente ocurre.
No podemos olvidar que los abuelos han sido siempre una fuente de amor incondicional para sus nietos a los que transmiten, como portadores de todo su bagaje de sabiduría y experiencia, las enseñanzas éticas y morales, como huellas imborrables y ejemplo de vida a seguir por sus nietos.
También, un nieto tan especial como Jesús, sin duda, tuvo que aportar aspectos muy positivos a sus abuelos.
Los abuelos de Jesús, a buen seguro, que dejaron como legado a su nieto los valores que éste asimiló en su infancia y juventud en su condición humana, que practicó ya en su etapa de adulto como enviado de Dios, que enseñó a sus seguidores a través de las parábolas que nos relatan los evangelios y que transmitió a los apóstoles en su misión redentora para que éstos los extendieran por todo el mundo, como así hicieron.
Estos valores han sido el cimiento sobre el que se han sustentado los principios fundamentales del humanismo cristiano a lo largo de los siglos, entre ellos: la fraternidad, la justicia, la misericordia y la verdad, de los que Jesús, figura central del cristianismo, la religión más grande del mundo y una de las más influyentes de la historia, dio buen ejemplo en su misión de Cristo redentor.
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