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Opinión | La incidencia del factor ambiental climatológico en la violencia machista

Opinión | La incidencia del factor ambiental climatológico en la violencia machista
Javier Nistal Burón, jurista del Cuerpo Superior de Instituciones Penitenciarias y exdirector general de Ejecución Penal y Reinserción Social de Instituciones Penitenciarias, explica cómo el tiempo influye en los crímenes machistas, siguiendo la teoría de las leyes térmicas de Adolphe Quetelet. Foto: EP.
29/6/2025 05:34
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Actualizado: 28/6/2025 23:40
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En los últimos días de este mes de junio, cinco mujeres y un niño han sido asesinados por violencia machista en poco más de 48 horas.

Y es que el período estival en España es uno de los más críticos para las víctimas de violencia machista, donde la teoría criminológica de las denominadas “leyes térmicas de la delincuencia” puede que tenga una especial incidencia.

QUÉ SON LAS “LEYES TÉRMICAS DE LA DELINCUENCIA” DE QUETELET

La conocida teoría criminológica, que lleva el nombre de “Las Leyes térmicas de la delincuencia” fue acuñada por el sociólogo y estadístico belga Adolphe Quetelet (1796-1874) precursor de la denominada “Criminología Ambiental”, que estableció una estrecha relación entre las estaciones del año y la incidencia de diferentes tipos de delitos, es decir entre la temperatura y la criminalidad.

Según la teoría de Quetelet, en invierno se cometen más delitos contra la propiedad, mientras que en verano aumentan los delitos contra las personas. Además, la primavera se asocia con un incremento de los delitos sexuales. 

Es decir, que las variaciones climáticas y estacionales influirían en los tipos de delitos que se cometen, sugiriendo este autor que el clima puede afectar al comportamiento humano y, por ende, a la criminalidad.

En concreto, la justificación del incremento de los delitos contra las personas en verano, la argumentaba Quetelet en la circunstancia de que unas temperaturas elevadas en los meses de verano excitaban las pasiones humanas, por lo que los individuos se volvían más irritables, lo que a su vez explicaba su mayor visceralidad en cuanto al trato interpersonal.

Además, al ser los días más largos y disfrutar de más horas de luz solar, las personas intensificaban sus interacciones sociales lo que propiciaba desavenencias y conflictos que acaban en riñas, lesiones u homicidios. 

LA ESTACIONALIDAD Y EL DELITO

Desde Quetelet hasta nuestros días han sido muchos los estudios científicos llevados a cabo a través del método estadístico, que corroboran que el factor ambiental del clima es capaz de generar en las personas diversos estados emocionales, que si se prolongan en el tiempo, bien podrían ir más allá del mero plano emocional y provocar el desarrollo de manifestaciones conductuales asociadas con el crimen.

Es decir, que la estacionalidad y el clima podrían tener incidencia en el comportamiento humano y una posible relación con el delito.

Que el clima afecta en mayor o menor medida al comportamiento humano es una premisa corroborada empíricamente desde múltiples disciplinas, que asocian positivamente el calor con un incremento de la criminalidad violenta, desde un doble enfoque.

El primero. Contempla que las altas temperaturas veraniegas conducirían a una mayor irritabilidad de las personas y ello provocaría, a su vez, un aumento de las acciones violentas, especialmente para quienes presentan una alta sensibilidad al calor.

El segundo. Contempla la temperatura como uno de los factores que afectan a las rutinas de las personas. En concreto, el calor de los meses de verano altera muchas de las actividades humanas rutinarias durante todo el año: cambian los horarios laborales, se disfruta de un largo periodo vacacional, los niños no asisten a los colegios, se producen cambios en el lugar de residencia habitual, los momentos de convivencia y relación social y familiar son mayores y más intensos etc.

LA INCIDENCIA DEL CLIMA EN LOS CRIMENES MACHISTAS EN ESPAÑA

La Criminología siempre ha estado interesada en resolver la incidencia de la climatología y la temperatura en el comportamiento humano en general y, en el crimen en particular.

Es a través de los avances experimentados en los métodos estadísticos los que nos permiten evidenciar que la teoría de las “leyes térmicas” de Quetelet no ha perdido su vigencia, como lo pone de manifiesto en España la incuestionable serie histórica de asesinatos en el ámbito de la pareja y la expareja, que recoge datos desde el año 2003, y que demuestra que el mes de julio registra la mayor cifra de muertes, con 137, y le siguen junio, con 122 (serán 125 si se confirma los tres últimos casos) y agosto, con 120. En total estos tres meses de verano acumulan casi el 30% de todos los crímenes machistas.

La explicación de esta circunstancia estaría en la variación estacional de la delincuencia, quizás no tanto porque el calor de estos meses de verano aumente la probabilidad de conductas agresivas, como por esos cambios que la temperatura veraniega genera en las rutinas de las personas, que agudizan las dinámicas de crisis en las relaciones personales (“teoría de las actividades rutinarias” de Cohen y Felson, 1979).

CONCLUSIÓN

Las estadísticas nos confirman de forma incuestionable que en el periodo estival los crímenes machistas se disparan de forma regular en España. Por ello, con independencia de la incidencia de otras variables, es evidente que el incremento de temperatura tiene su efecto negativo en la criminalidad de esta naturaleza.

Teniendo en cuenta esta circunstancia, parece muy acertada la medida anunciada por el Ministerio del Interior de reforzar la protección a las víctimas de violencia machista durante el verano.








Javier Nistal Burón explica cómo el tiempo influye en los crímenes machistas, siguiendo la teoría de las leyes térmicas de Adolphe Quetelet. Foto: EP.













































































En los últimos días de este
mes de junio, cinco mujeres y un niño han sido asesinados por violencia
machista en poco más de 48 horas. Y es que el período estival en España es uno
de los más críticos para las víctimas de violencia machista, donde la teoría
criminológica de las denominadas “leyes térmicas de la delincuencia” puede que
tenga una especial incidencia.
 QUÉ SON LAS “LEYES TÉRMICAS
DE LA DELINCUENCIA” DE QUETELET
 La conocida teoría criminológica,
que lleva el nombre de “Las Leyes térmicas de la delincuencia” fue acuñada por
el sociólogo y estadístico belga Adolphe Quetelet (1796-1874) precursor de la
denominada “Criminología Ambiental”, que estableció una estrecha relación
entre las estaciones del año y la incidencia de diferentes tipos de delitos, es
decir entre la temperatura y la criminalidad. Según la teoría de Quetelet,
en invierno se cometen más delitos contra la propiedad, mientras que en verano
aumentan los delitos contra las personas. Además, la primavera se asocia
con un incremento de los delitos sexuales. Es decir, que las variaciones
climáticas y estacionales influirían en los tipos de delitos que se cometen,
sugiriendo este autor que el clima puede afectar al comportamiento humano y,
por ende, a la criminalidad.  En concreto, la
justificación del incremento de los delitos contra las personas en verano, la argumentaba
Quetelet en la circunstancia de que unas temperaturas elevadas en los meses de
verano excitaban las pasiones humanas, por lo que los individuos se volvían más
irritables, lo que a su vez explicaba su mayor visceralidad en cuanto al trato
interpersonal. Además, al ser los días más largos y disfrutar de más horas de
luz solar, las personas intensificaban sus interacciones sociales lo que
propiciaba desavenencias y conflictos que acaban en riñas, lesiones u
homicidios. 
 LA ESTACIONALIDAD Y EL
DELITO
 Desde Quetelet hasta
nuestros días han sido muchos los estudios científicos llevados a cabo a través
del método estadístico, que corroboran que el factor ambiental del clima
es capaz de generar en las personas diversos estados emocionales, que si se
prolongan en el tiempo, bien
podrían ir más allá del mero plano emocional y provocar el desarrollo de
manifestaciones conductuales asociadas con el crimen. Es decir, que la
estacionalidad y el clima
podrían tener incidencia en el comportamiento
humano y una posible relación con el delito.  Que el clima afecta en mayor
o menor medida al comportamiento humano es una premisa corroborada
empíricamente desde múltiples disciplinas, que asocian positivamente el calor
con un incremento de la criminalidad violenta, desde un doble enfoque.
El primero. Contempla que las altas temperaturas
veraniegas conducirían a una mayor irritabilidad de las personas y ello
provocaría, a su vez, un aumento de las acciones violentas, especialmente para quienes
presentan una alta sensibilidad al calor.
 El segundo. Contempla la temperatura como uno de
los factores que afectan a las rutinas de las personas. En concreto, el calor
de los meses de verano altera muchas de las actividades humanas rutinarias
durante todo el año: cambian los horarios laborales, se disfruta de un largo
periodo vacacional, los niños no asisten a los colegios, se producen cambios en
el lugar de residencia habitual, los momentos de convivencia y relación social
y familiar son mayores y más intensos etc.
 LA INCIDENCIA DEL CLIMA
EN LOS CRIMENES MACHISTAS EN ESPAÑA
 La Criminología siempre ha
estado interesada en resolver la incidencia de la climatología y la temperatura
en el comportamiento humano en general y, en el crimen en particular.  Es a través de los avances
experimentados en los métodos estadísticos los que nos permiten evidenciar que la
teoría de las “leyes térmicas” de Quetelet no ha perdido su vigencia, como lo
pone de manifiesto en España la incuestionable serie histórica de asesinatos en
el ámbito de la pareja y la expareja, que recoge datos desde el año 2003, y que
demuestra que el mes de julio registra la mayor cifra de muertes, con 137, y le
siguen junio, con 122 (serán 125 si se confirma los tres últimos casos) y
agosto, con 120. En total estos tres meses de verano acumulan casi el 30% de
todos los crímenes machistas. La explicación de esta circunstancia
estaría en la variación estacional de la delincuencia, quizás no tanto porque
el calor de estos meses de verano aumente la probabilidad de conductas
agresivas, como por esos cambios que la temperatura veraniega genera en las
rutinas de las personas, que agudizan las dinámicas de crisis en las relaciones
personales (“teoría de las actividades rutinarias” de Cohen y Felson,
1979).
 CONCLUSIÓN Las estadísticas nos
confirman de forma incuestionable que en el periodo estival los crímenes
machistas se disparan de forma regular en España. Por ello, con independencia
de la incidencia de otras variables, es evidente que el incremento de
temperatura tiene su efecto negativo en la criminalidad de esta naturaleza.

 Teniendo en cuenta esta
circunstancia, parece muy acertada la medida anunciada por el Ministerio del Interior
de reforzar la protección a las víctimas de violencia machista durante el verano.

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