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Opinión | Ignacio Sancho Gargallo o el equilibrio

Opinión | Ignacio Sancho Gargallo o el equilibrio
Javier Junceda explica en su columna el gran acierto del nombramiento de Ignacio Sancho Gargallo como presidente de la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo, una decisión que se tomó por unanimidad del Pleno del CGPJ, compuesto por 21 personas. En la foto, Sancho Gargallo es el tercero por la izquierda. La instantanea fue tomada segundos después de asumir esta responsabilidad. Foto: Confilegal.
27/3/2025 05:37
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Actualizado: 27/3/2025 00:02
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Cualquiera que haya tenido la ocasión de conversar con Ignacio Sancho Gargallo habrá advertido que se trata de alguien equilibrado. Su expresión, compostura, mirada, y sobre todo el contenido de lo que dice -y cómo te lo dice-, descubren de inmediato a una personalidad ponderada, sencilla, observadora y elegante en el trato. 

De su alta preparación hablan sus sentencias, porque Ignacio es de los jueces que prefiere hablar solo por ellas. 

Tuve la fortuna de contar con él como generoso consejero en mis años de gestor universitario. Me fiaba de todo lo que me indicaba, porque era canela en rama. Nunca opinaba de más, sino que daba su parecer sobre las cuestiones que le planteaba tras haberlas antes analizado por los cuatro costados.

Como por su sangre corre el derecho, al que se ha dedicado su ilustre familia desde hace generaciones en Aragón, Sancho representa el modelo a seguir para un jurista. 

Convence con argumentos, nunca levantando la voz. Y sonríe con frecuencia, pero jamás con sentido hiriente. Es amable y educado cuando se traba contacto con él, y entrañable en la cercanía.

Con lo tantísimo que tiene encima es aún capaz de mensajearse con sus amigos y conocidos o de reservar fecha en su apretada agenda para poder verse con ellos.

Su lección magistral con motivo de la entrega del doctorado honoris causa en su alma mater zaragozana es de las que hacen época. Se ocupó entonces de los sesgos congnitivos en el quehacer judicial, una materia en la que goza de singular predicamento.

Podría perfectamente haberse centrado en la infinidad de temas del derecho mercantil que domina con una maestría formidable, pero prefirió abordar un asunto con aristas porque su inquietud por desvelar la verdad de las cosas es marca de la casa.

Formó o ayudó a formar a una legión de promesas de la justicia mercantil en España, algo que no sé cómo podríamos agradecerle. Todos, sin excepción, hablan maravillas de su talante, normalidad, integridad, afecto y el rigor con el que siempre afronta la preparación de los nuevos juzgadores o su tarea jurisdiccional cotidiana.

UNANIMIDAD  

La unanimidad con que ha sido elegido presidente de la Sala Primera de nuestro más Alto Tribunal revela el grado de autoridad que ha conseguido acumular nuestro protagonista a lo largo y ancho de su ya dilatada y brillante trayectoria profesional. 

Pero lo que también viene a confirmar ese asentimiento, aunque no lo diga, es que Ignacio Sancho Gargallo es un fuera de serie en lo personal, un ser humano de muchos quilates que es un verdadero lujo tener como amigo. 

No sé si es posible superar tanto acierto con un nombramiento, del que nos enorgullecemos cuantos hemos tenido la dicha de cruzarnos en su camino.

Los frutos de su gestión no tardarán en llegar, y sin duda redundarán en beneficio del derecho privado y de los miles de particulares y empresas que aguardan una respuesta acertada de nuestro Tribunal Supremo, a partir de ahora bajo la inmejorable presidencia de Sala de este grande de España. 

Estamos todos de enhorabuena.  

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