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Opinión | Sin ministro de Justicia

Opinión | Sin ministro de Justicia
La columnista, María Jesús Moro, diputada y portavoz del Partido Popular en la Comisión de Justicia, hace una valoración sobre el desempeño de Félix Bolaños como ministro de Justicia. Foto: Confilegal.
11/6/2025 05:40
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Actualizado: 10/6/2025 22:09
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El omnipresente y multicompetencial ministro Bolaños, se ha acostumbrado a “ir de sobrado” en cualquier escenario.

Rodeado de asesores y con todo el control en sus manos, esboza a menudo esa sonrisa burlona que es el preludio de que va a lanzarse al ataque sobre su interlocutor discrepante, como lo hace cada Pleno, bien pertrechado de informes de cada diputado que le interrogue ejerciendo la función constitucional de control al Gobierno.

No admite preguntas. Sólo pregunta él, aunque esté obligado a someterse a control. Insinúa, desliza medias verdades y casi siempre completas mentiras.

Nunca admite cuestiones incómodas (por muy educadamente que se formulen), porque se siente en posesión de toda la verdad y se felicita a sí mismo por cada trofeo cobrado (o no), ya que el único juicio admitido en su ecosistema es el suyo.

Con esa actitud se presentó también como testigo ante el juez, con desprecio y prepotencia, amparado en las dependencias de su Ministerio. Y demostró, una vez más, que no sólo no respeta a algunos jueces, en particular al instructor Peinado, sino que no respeta a ninguno, porque él quiere ser siempre juez y parte.

Sus repetidas declaraciones con el tono de no haber roto un plato alegando su profundo respeto a la independencia judicial quedan desmentidas con la realidad de los hechos, de sus actuaciones y actitudes.

La penúltima conocida (y que no debe olvidarse enterrada en nuevas barbaridades) tuvo lugar como testigo ante el juez instructor Peinado en sede de su ministerio en la práctica de la testifical en cuyo transcurso el juez hubo de llamarle la atención por esa actitud burlesca característica y por su palmaria falta de colaboración.

«Es el momento de parar y reflexionar ministro. No siga con las reformas programadas. Mantener a ultranza la seudoreforma para ‘la ampliación y fortalecimiento de las carreras judicial y fiscal’, ampliamente contestada por los integrantes del poder judicial, no tiene más explicación que la que han percibido estos y la que nosotros denunciamos: debilitar la independencia judicial y el Estado de derecho».

El Sr Bolaños olvidó su condición de testigo, de ministro y de ministro de Justicia, y se creyó en su escaño de los miércoles en el Congreso para incluso recriminarle al juez su “sorprendente interrogatorio”. 

Parece que, una vez más, el ministro querría haber escrito, no sólo sus respuestas, sino las preguntas a formular por el juez. Un autointerrogatorio, de conveniencia claro, porque solo así estaríamos ante una justicia democrática, esa “progresista” que defiende, que sólo permitiría que los jueces pregunten exclusivamente lo que quieren los testigos o los investigados y que sólo actúen contra los que el Gobierno califique como ultras (policías, guardias civiles, jueces, fiscales, periodistas y miembros de la oposición).

Un superministro que desconocía cualquier dato requerido y que fue incomodado para proporcionárselo a un juez que le pedía aquello que estaba en condiciones de poder aportar, tanto por su cargo en el momento de los hechos como por el actual.

Conociendo su amplio conocimiento de todo cuanto se mueve en Moncloa, resulta difícilmente creíble su impostado desconocimiento de hechos, personas y cargos.

ARIETE CONTRA EL PODER JUDICIAL

Pero, no es el qué, es el cómo actuó Bolaños. Se entienden ahora aún mejor sus ataques públicos sin piedad, previos y posteriores a la declaración, al juez instructor, por sí o a través de sus compañeros de gabinete, desoyendo las continuas llamadas de atención de la presidenta del Tribunal Supremo y del CGPJ al ministro por los ataques a los jueces de los miembros del Gobierno.

Nunca vimos algo igual, un ministro de justicia auténtico ariete contra el poder judicial, por más que estemos perdiendo la capacidad de asombro ante la sucesión de tanto despropósito. 

De hecho, en menos de un mes, se han superado con declaraciones en tromba contra la Juez Biedma o el Magistrado Hurtado.

Sin embargo, el problema es más grave y va más allá de su actitud ante los jueces (siendo gravísimo), y es que el ministro sigue con sus planes de desmontar la justicia independiente a tanta velocidad como sea capaz de conseguir su chequera de cesiones a los únicos que le prestan votos para materializar su asalto a la Justicia. Con lo que hoy sabemos, seguramente recibiendo órdenes de su jefe que arremete contra todo aquel que le incomoda.

No tiene ningún reparo en elaborar, alentar o consentir argumentarios para lanzar a su ministerio contra las asociaciones de jueces y fiscales que, en cumplimiento de sus funciones, realizan alegaciones discrepantes sobre propuestas legislativas impulsadas por su ministerio, recurriendo a su mantra discursivo de que todo lo que no le gusta es un bulo, en lugar de ejercer con respeto como ministro y mantener un diálogo fluido para conseguir el máximo consenso de las carreras judicial y fiscal en reformas que les afectan.

DEFENSA ULTRANZA DEL FISCAL GENERAL DEL ESTADO

Su posicionamiento es el de cerrar filas en una defensa a ultranza del Fiscal General del Estado ante su investigación y procesamiento, pero arremeter directa o indirectamente contra los jueces y magistrados que actúan en los procedimientos que afectan al entorno del Presidente de Gobierno y a miembros de su partido y contra las asociaciones de jueces y fiscales que levantan la voz contra reformas “exprés” de la Justicia según el único criterio de su departamento, el grupo socialista y los grupos minoritarios.

La Justicia en España ha perdido a su ministro. No puede ser – y no lo es-, ministro de Justicia quien planifica la estrategia de dinamitarla; quien arremete contra miembros de la judicatura, alecciona a los ministros en sus ataques y, en cualquier caso, no los frena.

Basta ver la incalificable reacción en Twitter del ministro Puente el mismo día en que se filtró la declaración del testigo Bolaños:

El ministro es abogado del Estado. Sabe bastante más derecho que un secretario municipal de pueblo que accedió a la judicatura por el tercer turno”. Manifestaciones que son noticia cada día con señalamientos y ataques a otros jueces sin ninguna contención por parte del ministro de transportes.

Si aquel al que se le ha atribuido el alto honor de ser ministro de Justicia, quien por ello es Notario mayor del Reino y se reviste de toga con atributos solemnes en el Tribunal Supremo en la apertura del año judicial, no sabe comportarse en una testifical ante el juez, no es capaz de frenar a los suyos en el señalamiento de ciertos jueces, entra de lleno en el debate bronco e irrespetuoso contra el poder judicial, desoye las continuas llamadas de atención de la presidenta del CGPJ, deslegitima la actuación de las asociaciones de jueces y fiscales discrepantes, pacta con los grupos que quieren desactivar (cuando no destruir) la Justicia española, es que no tenemos ministro de Justicia sino un activista dispuesto a todo por su líder.

Es el momento de parar y reflexionar ministro. No siga con las reformas programadas. Mantener a ultranza la seudoreforma para “la ampliación y fortalecimiento de las carreras judicial y fiscal”, ampliamente contestada por los integrantes del poder judicial, no tiene más explicación que la que han percibido estos y la que nosotros denunciamos: debilitar la independencia judicial y el Estado de derecho.

Si nada hay que ocultar, si es tan beneficiosa, no hay porqué correr. Debe dialogarse mucho.

Si no escucha al principal grupo político de la Cortes Generales, escuche a los jueces y fiscales y actúe como ministro de Justicia, no contra la Justicia.

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