Fidel Cadena rechaza la reforma del Estatuto del Ministerio Fiscal: «No es el momento de hacer mudanza en tiempos de desolación»
Fidel Cadena, fiscal jefe de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, hizo especial hincapié en la necesidad de que el Ministerio Fiscal sea absolutamente independiente del Poder Ejecutivo. Foto: Confilegal.

Fidel Cadena rechaza la reforma del Estatuto del Ministerio Fiscal: «No es el momento de hacer mudanza en tiempos de desolación»

El fiscal jefe de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo cuestiona la oportunidad, el contenido y la legitimidad del anteproyecto que pretende otorgar a los fiscales la instrucción penal. Pide reforzar la independencia del Ministerio Fiscal antes de acometer cambios de calado
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27/6/2025 05:40
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Actualizado: 27/6/2025 00:05
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En una intervención cargada de referencias jurídicas, literarias y filosóficas, el fiscal jefe de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, Fidel Cadena, alzó ayer la voz con una contundente crítica al anteproyecto de ley que reformará el Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal.

Lo hizo durante su intervención en la mesa de debate titulada «La eficiencia del servicio público de Justicia», en el que también participaron Encarnación Roca, exvicepresidenta del Tribunal Constitucional, Antonio del Moral, magistrado de la Sala de lo Penal del Supremo, y Ana Fernández Tresguerres, notaria de Madrid y letrada adscrita a la Dirección General de Seguridad Jurídica –moderada por la periodista Gloria Fernández-Lomana.

En la misma, que se celebró en el Aula Magna de la Universidad CEU San Pablo en el marco del acto de los primeros premios de Justicia de la Asociación Multisectorial de Mujeres Directivas y Empresarias (AMMDE), advirtió que el texto proyectado compromete gravemente la independencia del Ministerio Público y pone en riesgo los equilibrios del Estado de Derecho.

Críticas de fondo: autonomía comprometida

Cadena sostuvo que la reforma, tal como está planteada, ignora las garantías necesarias para trasladar la instrucción penal a la Fiscalía. El núcleo de su argumento reside en que dicha función exige un Ministerio Fiscal absolutamente independiente del Poder Ejecutivo, tanto de forma estatutaria como práctica.

“El Ministerio Fiscal no puede actuar como un órgano administrativo más, sometido a instrucciones políticas. Su legitimidad deriva de su integración funcional en el Poder Judicial y de su papel como garante de la legalidad y del interés público”, subrayó.

Citando el artículo 124 de la Constitución, recordó que el Fiscal tiene como misión promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, los derechos de los ciudadanos y el interés social, lo que solo es posible si opera sin injerencias.

Una reforma inoportuna en un contexto incierto

Para Cadena, no es solo una cuestión técnica. “No se puede acometer una reforma de esta magnitud en un contexto de crisis institucional”, dijo, refiriéndose veladamente a la imputación del actual fiscal general del Estado por revelación de secretos.

Esta situación —en sus palabras— “compromete la credibilidad de toda la carrera fiscal” y evidencia la necesidad de fortalecer las barreras entre la Fiscalía y el poder político antes de alterar sus funciones.

Citó a San Ignacio de Loyola para insistir en su mensaje central: “En tiempos de desolación, no hacer mudanza”. Para él, el momento actual exige prudencia, diálogo y maduración política, no reformas apresuradas “en clave de urgencia”.

Fidel Cadena, Encarnación Roca, Gloria Fernández-Lomana, Ana Fernández Tresguerres y Antonio del Moral. Foto: Confilegal.

Una reforma sin consenso ni visión institucional

Otro de los puntos destacados por Cadena fue la falta de un consenso político amplio para una reforma que afecta al diseño constitucional del sistema penal. “Estas decisiones deben emanar de un clima de entendimiento entre las fuerzas políticas y sociales, y no imponerse por una mayoría coyuntural”, advirtió, muy en la línea de la opinión expresada recientemente por el magistrado de la Sala de lo Penal, Manuel Marchena.

En ese sentido, cuestionó que el proyecto no aborde reformas estructurales necesarias como el método de designación del fiscal general del Estado. “Se ha perdido una oportunidad para exigir méritos objetivos, experiencia profesional y autonomía real en su nombramiento”, lamentó.

Propuso, por ejemplo, requerir que quien ocupe ese cargo provenga de la carrera fiscal y cuente con más de cinco años de antigüedad, así como que su designación esté respaldada por un informe vinculante del Consejo General del Poder Judicial.

Un mensaje a Europa y al futuro del sistema judicial

Cadena se apoyó en doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y del Consejo Consultivo de Fiscales Europeos para subrayar que la independencia de los fiscales no puede ser solo formal, sino también real y percibida como tal por la ciudadanía.

“Una justicia independiente es la única garantía de que los derechos fundamentales no se vean sacrificados al interés político del momento”, defendió.

También alertó de que la ausencia de una Fiscalía independiente debilita el conjunto del sistema judicial. “No puede haber independencia judicial si quien promueve la acción penal no es autónomo. El Ministerio Público es la pieza arquitectónica básica en el diseño del Estado de Derecho”, concluyó.

Propuestas para una verdadera reforma

Entre sus propuestas concretas, Cadena sugirió sustituir el actual sistema vertical de jerarquía fiscal por uno más colegiado, que refuerce el papel de las Juntas de Fiscales en la toma de decisiones; prohibir todo tipo de instrucciones particulares del Gobierno al Ministerio Fiscal, limitando su intervención a promociones positivas de actuaciones y nunca a inhibiciones y establecer un estatuto reforzado de garantías profesionales, con filtros frente a presiones internas o externas.

La intervención de Fidel Cadena no fue solo un alegato jurídico, sino también una advertencia política y ética. Frente a una reforma que muchos interpretan como un intento de someter el poder penal del Estado al control gubernamental, Cadena exige altura institucional, serenidad democrática y respeto a los equilibrios constitucionales.

“Una reforma tan profunda solo puede hacerse cuando la nave de la justicia navegue por un mar en calma”, dijo, evocando el estrecho de Mesina como metáfora del paso angosto entre independencia y subordinación. Por ahora, para Cadena, las aguas están revueltas.

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