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La información periodística no es publicidad

La información periodística no es publicidad
03/7/2016 07:59
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Actualizado: 15/9/2019 20:14
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Dicen que lo evidente es lo que nadie ve hasta que alguien lo explica con claridad. Bien voy a explicarlo con toda claridad: la información periodística no es publicidad. Es obvio, ¿no? Pues no.

En las últimas semanas me he dado cuenta de que personas del mundo de la justicia y del derecho no lo tienen claro.

En cuatro conversaciones diferentes se han referido a la información que publicamos en Confilegal como «vuestra publicidad», o «la publicidad que vosotros publicáis».

También me ha pasado lo mismo en un foro de opositores a jueces de Facebook.

¡Hay personas que confunden lo que es la información periodística con la publicidad!

Y son gente de nuestro tiempo. Abogados, licenciados en derecho, jueces, fiscales…

Pues no es así, y se lo expliqué con la misma claridad que lo hago en esta columna.

De la misma forma que una providencia no es lo mismo que un auto o que un auto no es una sentencia, o que no es lo mismo un recurso de apelación que un recurso de casación, tampoco es lo mismo la información periodística que la publicidad.

Nosotros, los periodistas informamos sobre lo que está ocurriendo, y nos preparamos haciendo una carrera, de la misma manera que ellos hacen la suya, la de Derecho. Y las dos tienen la misma duración.

Los publicitarios, por el contrario, ayudan a venden bienes de consumo a las empresas que les contratan a través de la publicidad.

Periodismo y publicidad son dos carreras diferentes.

Porque el fin de las dos es diferente.

OXÍGENO DE LA DEMOCRACIA

El derecho a la información y la libertad de expresión son el oxígeno de la democracia. Sin ambas cosas lo único que habría sería tiranía, dictadura.

Así de simple.

Pero en esa dictadura habría publicidad, porque el sistema económico necesitaría seguir vendiendo sus bienes de consumo.

Sin embargo, sin medios de comunicación y sin periodistas difícilmente una democracia podría recibir esa denominación. A los tiranos -y a muchos supuestos demócratas- no les gusta la información libre. Prefieren su control a través de una censura férrea.

De eso en España sabemos, por nuestra historia.

¿Y por qué algunos confunden la información periodística con la publicidad?

Eso me pregunto yo.

¡Es tan simple distinguirlo!. Hasta un niño de cuatro años vería la diferencia.

Quizá porque la revolución tecnológica ha hecho emerger un nuevo medio, Internet, que está dando al garete con los periódicos en papel y en el que todo se mezcla, aparentemente -yo pienso que no es verdad.

Ahora la información está por todas partes. Mayormente gratis.

Nosotros, los medios digitales -nos llaman medios «nativos», lo que tiene gracia- vivimos de la gente que nos lee, de los pinchazos en nuestras noticias. Eso marca nuestra circulación, lo que en el papel se suele denominar «ejemplares vendidos».

En Confilegal publicamos noticias en un ciclo continuo de 24 horas, que también distribuimos por diferentes canales, Facebook, Twitter, Google +, LinkedIn o Whatsapp.

Gratis.

Ustedes que nos siguen, lo saben.

Quien quiere leer nuestro trabajo pincha y accede directamente al texto.

Nadie tiene que pagar nada.

Es muy posible que salte una ventana de publicidad, pero con pinchar sobre la x en el margen superior derecho, desaparece. Y es lógico que exista, porque es nuestro soporte.

De la misma manera que es normal que una película tenga cortes publicitarios cuando se pone en las televisiones comerciales o autonómicas. O que el informativo de Antena 3 Televisión a las 3 de la tarde tenga en medio un bloque de publicidad.

Pero las dos cosas, insisto, son diferentes.

Como también es diferente un abogado y un juez, un fiscal o un letrado de la Administración de Justicia y las funciones que ejercen.

Nuestro trabajo lo realizamos desde el conocimiento de lo que tratamos, la profesionalidad y nuestras fuentes.

No vendemos dodotis, ni espuma de afeitar, ni viajes alrededor del mundo.

El negocio de todos los medios de comunicación es la información.

LIBERTAD

El ciudadano que lee nuestros titulares tiene dos opciones: pinchar sobre ellos, para leer su contenido, porque le interesa, o no pinchar.

A eso se denomina con una palabra: libertad.

Libertad personal para leer aquello que interesa, libertad para contrastar, libertad, en suma, para forjarse una opinión.

Porque esa es la clave de bóveda del sistema democrático: que los ciudadanos estén informados. Y a partir de esa información puedan forjar -con su inteligencia y su sensatez- su criterio sobre la gestión de la cosa pública.

Y puedan decidir su voto, en consecuencia.

Y eso se extiende a otras áreas de la cosa pública, como la Administración de Justicia, de la que dice la Constitución que «emana del pueblo».

Jueces, fiscales, letrados de la Administración de Justicia, no han sido elegidos por el pueblo, pero el ejercicio de su potestad emana de ese pueblo y deben rendir cuentas.

A esto nos dedicamos en Confilegal: a la información del mundo de nuestra Justicia -porque es nuestra, de todos- y del derecho.

No obligamos a nadie a leer nuestros textos, ¡hasta ahí podríamos llegar!

Pero reivindicamos lo que somos: un medio de información, periodistas.

Por cierto, algunas de esas personas que confunden la publicidad con la información nos suelen llamar para que les publiquemos cosas… gratis.

Lo solemos hacer si tiene interés informativo.

Porque si lo que publicáramos fuera publicidad, tendrían que pagarla.

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