¿Qué es la pena de banquillo?
En los últimos meses con motivo del juicio del caso Nóos y la presencia de la Infanta Cristina en el banquillo de los acusados, se ha escuchado mucho la expresión “pena de banquillo”.
Lo primero que hay que aclarar es que la palabra banquillo tiene varias acepciones según el Real Diccionario de la Lengua, con ella se designa al banco o conjunto de asientos situado en la banda u otro lugar de un terreno de juego donde se sientan el entrenador y los jugadores de reserva de un equipo durante un evento deportivo.
Por eso, es frecuente escuchar a los periodistas deportivos hablar de la “pena de banquillo”, cuando un entrenador castiga a uno o varios de sus jugadores convocándoles a un partido, pero sentándoles en el banquillo sin jugar. Castigándoles a ver el partido desde el banquillo. Algo que molesta mucho a los jugadores.
Pero la palabra banquillo también tiene otra acepción, con ella se designa el asiento en el que se coloca un acusado ante el tribunal en un juicio.
Pero, ¿qué entendemos por pena de banquillo en el ámbito judicial? Pues aquella que se produce todos los días en los tribunales de justicia. Así, el acusado o Investigado (antes imputado) de un delito, cuando acude a un juicio permanece sentado en un banquillo donde escucha todas las pruebas y testimonios que existen contra él. Y es que cualquier persona acusada de un delito tiene el derecho y el deber de escuchar de qué se le acusa, por qué se le acusa y quienes le acusan. Y eso lo hace sentado en un banco o en una silla, dando sentido a la expresión «Pena de banquillo».
Antiguamente, la pena de banquillo era mucho peor, ya que los bancos de los tribunales no eran sillas como ahora, sino que eran bancos sin respaldo que hacían del juicio un auténtico calvario para el acusado.
En la actualidad, las cosas han cambiado, pero aun así, nos son pocos los que ven la pena de banquillo como un agravio. Y es que ser sometido a un proceso judicial supone, muchas veces, un estigma social, incluso en el supuesto de que el acusado sea declarado inocente. Ya que en la mayoría de las ocasiones es imposible la reparación moral.
Por ello, todos los participantes en los procesos judiciales consideran que una pronta resolución de un juicio evita que las personas que están siendo investigadas y sus familiares sufran la condena social que también conlleva la «pena de banquillo«. Y es que, la citada pena se traduce primero en incertidumbre personal y, luego, en una difícil campaña para subsanar el desprestigio. Sobre todo si la persona es inocente. Por eso, es mejor que nunca tengamos que sufrir en carnes propias la odiosa pena de banquillo.
Por último, no conviene olvidar que cuando hablamos de «pena de banquillo» tenemos que tener en cuenta siempre otro concepto como la presunción de inocencia. Porque independientemente de dónde se siente una persona en un proceso judicial, todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario, lo que significa que tenemos derecho a no ser tratados como presuntos culpables durante el proceso.
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