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Reserva Voluntaria de las Fuerzas Armadas: ¿Sólo para privilegiados?
Reservistas españoles de 2011, sobre estas líneas. Lobo Estuario/Flirck.
26/12/2016 05:57
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Actualizado: 26/12/2016 10:07
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Como cada año, desde que en 2002 el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, eliminase el servicio militar obligatorio desde Fernando VII conocido como “la mili”, se convoca el concurso para la Reserva Voluntaria de las Fuerzas Armadas.
Aquella transición parecía ser resolutiva con el paradigma que suscitaba el artículo 30.1 de la Constitución Española con la premisa de que “los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España” pues sin el servicio militar, quedaba en entredicho la forma de participar en cometidos militares patrios.
Es aquí donde nace la figura de los Reservistas Voluntarios, población civil especializada en sus campos profesionales correspondientes que dan un paso al frente durante unos meses al año, militarizándose por una instrucción adecuada para desempeñar cometidos de la misma labor profesional que desarrollan en su vida civil con lo que parece que se quiere lograr un vínculo especial de la nación con su Estado y su país.
Así un abogado, un procurador, un médico, un economista, un albañil o un “nini” pueden prestar sus servicios al Ejército en el Cuerpo Jurídico Militar, Cuerpo Militar de Intervención, de Sanidad o en tropas varias con el rango que les corresponda a su formación.
En teoría la idea es maravillosa, un ahorro en formación para las Fuerzas Armadas, la vía de entrada de civiles a las mismas y la satisfacción del derecho de defender a España, pero de la práctica…de la práctica no puede decirse lo mismo.
Con una oferta de 150 plazas anuales como máximo para una demanda de cerca de 10.000 instancias, más que un derecho a defender a tu país, es un privilegio, casi un premio al alcance de pocos por lo que puede decirse que es más fácil ganar pasapalabra que ser reservista voluntario y hay más alegría en el ganador de plaza que en el ganador del euromillón por aquello de las probabilidades.
Si a esto se le añade el perfil que buscan las Fuerzas Armadas y que cada plaza exige para poder meramente concursarla en cada convocatoria ya hay que agarrarse los machos.
Nivel más que superior
Imaginemos la cara de un hijo de vecino que tiene un trabajo común y con inquietudes de alistarse voluntariamente en reserva al ver requisitos “sine qua non” de la última convocatoria por ejemplo como: poseer un nivel intermedio de hebreo, un master en gestión medioambiental, con experiencia en organismos y tratados marítimos, con experiencia militar en el Hughes 400 o cursos y/o seminarios de propiedad intelectual, nuevas tecnologías y comunicación.
No es una broma, estos son requisitos específicos a plazas específicas, porque en el ejército solo hay ilustrados y Premios Nobel y son las plazas que pueden ofertar.
Imaginemos que este vecino tiene de 25 a 30 años y cumpliese alguno de estos requisitos que piden algunas plazas, ahora ha de concursar con los méritos militares de aquellos que por obligación hicieron “la mili” y que van a sacar un buen puñado más de puntos, servicio que este vecino no pudo acceder así que no se concursa en igualdad de oportunidades, con lo que para sumar, se discrimina a los jóvenes.
Si seguimos con las mujeres con ambiciones patrias mismo cuento o peor. Las mujeres no tenían acceso al servicio militar, pero concursan con unas bases que premian este servicio y que solo los caballeros pudieron realizar.
Vaya varapalos se le da al principio constitucional de igualdad sobre todo para la mujer que cuando reciba esa pregunta retórica ¿dónde está la mujer en el ejército?
Responderá que en el mismo lugar que la igualdad “ni está, ni se la espera” con políticas como esta.
Finalizando este periplo puede aludirse, si se ha pasado esta criba con rango de odisea de requisitos, al concurso en sí por el que el perfil del ganador de cada plaza habrá de ser doctor internacional en su campo, un master, una carrera universitaria, funcionario, ex-militar con varias condecoraciones y misiones en el extranjero, sin antecedentes penales, sanísimo, hablará uno o dos idiomas perfectamente, tendrá acreditada una experiencia laboral dilatada…
En resumidas cuentas si es usted un hombre, tiene más de 35 años y es usted un portento de la naturaleza, un erudito de la ciencia, un catedrático de los que el ejército busca, este es su lugar, usted sí que tiene derecho de defender a España, los jóvenes y las mujeres no tanto y si es usted un mero graduado no vale usted en el ejército ni para pegar baldosas.
Mejor sería proceder a la libre designación de efectivos que hacer perder el tiempo a los ciudadanos más comprometidos de la nación que siempre son los maltratados.
Si alguna señora tiene un hijo así, es de admirar y tiene usted un hijo estrella, béselo, pero si no lo es dígale a su hijo o hija que intente ser registrador o astronauta porque es más fácil que ser reservista o que se lo pregunte al que redacte las bases.
Aunque lo de notarios y registradores y sus extrañas endogamias y golpes de suerte dan para varios artículos.
Le dedico este artículo a todos los que desde el 2002 o desde sus 18 años han intentado ser reservistas y no pudieron, a todos los que año a año han tenido que pagarse un viaje de ida y vuelta en un tren o bus, porque ya no se paga, hasta un centro de reclutamiento con tres diplomillas bajo brazo y se han vuelto con cara de fracasados, no es que seáis fracasados amigos y amigas, es que no quieren que defendáis a España.
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