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El abogado político: decálogo del buen defensor de un solo cliente

El abogado político: decálogo del buen defensor de un solo cliente
Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodriguez Zapatero y Mariano Rajoy, presidentes del Gobierno de España, todos se licenciaron en Derecho.
29/1/2017 07:27
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Actualizado: 10/2/2017 12:02
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Desde Cicerón o Juan Bravo Murillo a Felipe VI o José Enrique Fernández de Moya, la tradición europea y la actualidad más reciente de España demuestra que existe una gran confianza social en aquel que conoce los entresijos del Estado, los vericuetos de la Administración Pública y la desenvoltura en la palabra que electoralmente ha derivado a que exista un gran número de políticos cuya formación superior ha sido jurídica y cuya profesión muchas veces ha estado ligada a la abogacía.

Así, han estudiado derecho cinco de los seis presidentes del Gobierno de la Nación en democracia (Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy), seis de los presidentes de Comunidades Autónomas en la actualidad también (Francina Armengol, Juan Vicente Herrera, Emilliano García-Page, Alberto Núñez Feijóo, Susana Díaz y Manuela Carmena) y nada menos que los padres de la Carta Magna que a todos nos vincula (Gustavo Cisneros, José Pedro Pérez-Llorca, Manuel Fraga Iribarne, Miguel Herrero de Miñón, Miquel Roca Junyent, Gregorio Peces-Barba y Jordi Solé Tura).

Por ello no es de extrañar que en las paredes del Congreso exista un homenaje al abogado político, “el abrazo” de Genovés.

Parece por tanto que el derecho en política importa, capacita y destaca sobre otras carreras, incluidas las Ciencias Políticas, para el ejercicio de la representación y la gestión, que no es desde luego cosa menor por algo no es de extrañar que en las paredes del Congreso cuelgue un homenaje al abogado con la pintura “el abrazo” de Juan Genovés.

A pesar de que el Derecho y Ciencias Políticas sean ciencias y ninguna sea exacta, el Poder Legislativo es más docto normalmente si es tentado por un abogado y así lo han considerado muchos españoles con su voto.

Rettig Guissen recordaba en su obra aquello que José Augusto Trinidad Martín, «Azorín», defendía “mientras más abogado se es, mientras más adentrado esté en el foro y mientras más sincero sea, mejores condiciones tiene para el ejercicio político”.

Actualmente, aparte de la certificación y sinceridad, se requieren ciertas dotes para ser no un abogado político, sino un buen abogado político. A continuación se dispone un decálogo de sus facetas más esenciales:

1. Reglas de juego

Las conocen, necesitan y respetan porque saben que el método y el proceso son la base de una sociedad civilizada.

2. Labor de representación

Personifican e interpretan las necesidades populares para buscar soluciones.

3. Defienden intereses

Ambos defienden profesionalmente intereses ajenos, unos por imperativo moral de programa de campaña y otros por salvaguardia ante tribunales.

4. Labor de mediación y empatía

Requieren esta indispensable herramienta para sumergirse en la realidad del cliente o del ciudadano para poder lograr el objetivo, su satisfacción.

5. Adaptación a todo tipo de escenarios

Forjados en la calle pero también en medios de comunicación, asociaciones, tribunas, estrados, despachos, instituciones, debates y situaciones delicadas.

6. Trabajo en equipo

El éxito de ambos reside muchas veces en la eficacia, eficiencia y efectividad de este.

7. Comodidad

Decía García-Romanillos en su lección magistral de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de Granada que el abogado y el político “se encuentran cómodos en el campo de las libertades” y es que este rublo requiere templanza y preparación pues no todo es generar contenido jurídico o político.

8. Liderazgo

Indudable cualidad a demostrar para poder alcanzar metas firmes, saben organizar y representar, que no mandar, que es la característica fundamental para destacar en ambas profesiones

9. Garantes de derechos

Figuras sociales ambas de calado que amparan al ciudadano servicios prestaciones y tutela.

10. Respeto

La más importante, el abogado político ha de respetar y valorar a la contraparte, una sociedad desarrollada y moderna ha de destacar por la cortesía y urbanidad en todos los contextos.

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