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Quique «el Chicle», asesino confeso de Diana Quer: ¿Un psicópata desalmado?

Carlos Berbell es director de Confilegal.
01/1/2018 06:20
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Actualizado: 01/1/2018 09:29
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Cuando mi buen amigo Salvador Ortega Mallén y un servidor escribimos nuestro libro «Psicópatas criminales: Los más importantes asesinos en serie españoles» (2003, La Esfera de los Libros), le dedicamos varios capítulos a explicar la literatura científica del momento, cuya producción venía principalmente de Estados Unidos.
En aquel momento se pensaba -sí, era así- que el fenómeno era peculiar y propio del país de las barras y las estrellas. En España no había sujetos como esos.
Nuestro libro demostró lo contrario y tres cosas muy claras: que era un fenómeno global y que estos lobos con piel de cordero habitan entre nosotros no están enfermos sino que son así.
Y, lo peor de todo: no tienen remedio.
La confesión de José Enrique Abuín Gey -alias Quique ‘el Chicle’- primero, y la identificación del lugar donde se encontraban los restos de Diana Quer desde hace 494 días -en un pozo de una nave abandonada, a 200 metros de la casa de sus padres, un lugar que conocía muy bien-, nos induce a pensar que es un psicópata desalmado que obligatoriamente se pasará los próximos 25 años de vida tras las rejas, vía condena, y Dios mediante.
Es posible que el abogado que le toque defenderle trate de impugnar el procedimiento, aduciendo alguna ilegalidad en la extracción de la confesión, y que después alegue que padece algún tipo de trastorno mental que podría contribuir a una reducción de la pena.
El guión ya nos lo sabemos.
Lo hemos presenciado muchas veces.
Abuín Gey fue detenido a raíz de una denuncia de una joven a la que, al parecer, había tratado de secuestrar con el mismo modus operandi, incluido el robo del móvil.
El detenido tiene, lo que los investigadores definen, como «conciencia forense». Sabía que el teléfono móvil permite establecer el lugar de una persona, de ahí que quisiera eliminar el principal elemento de prueba.
Además de operar bajo lo que el agente del FBI, Roy Hazelwood, definió como el «síndrome del chaleco a prueba de balas»; es decir, la creencia de que no las autoridades jamás le iban a atrapar.
La fantasía, el motor de sus actos
El mismo modus operandi adoptado -el mismo tipo de secuestro- es muy importante.
Porque este tipo de personas repiten una fantasía que han elaborado previamente en su cabeza, como una película, en la que ellos son los directores, guionistas y actores principales del drama que, en esencia, no es más que una cacería humana.
Una fantasía que les produce una gran excitación sexual.
A los investigadores de la Guardia Civil les corresponde ahora determinar si el asesinato de Diana Quer es el primero, de confirmarse las hipótesis, que ha llevado a cabo o si ha habido otros antes.
Porque nos podríamos llevar sorpresas. ¿Es Abuín Gey un asesino en serie?
De acuerdo con Robert Ressler, el agente del FBI que formaba parte de la Unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI sobre el que Tom Harris se inspiró para su celebérrima novela y película «El silencio de los corderos», un asesino en serie es alguien que comete tres o más asesinatos durante un extenso periodo de tiempo con un lapso de enfriamiento entre cada uno de ellos.
Es lícito que nos hagamos esta pregunta a estas alturas. Y a los investigadores de la Guardia Civil el responderla. En este caso son dos, uno llevado a cabo -el de Diana Quer- y otro frustrado.
Los estudios psiquiátricos que le realizarán próximamente casi con toda seguridad determinarán que sufre un trastorno antisocial de la personalidad, que es como la Asociación de Psiquiatría de Estados Unidos define clínicamente en su Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV) a lo que popularmente se conoce como «psicópatas».
Son personalidades explosivamente agresivas, egocéntricas, carentes de remordimientos o sentido de culpa por los actos realizados, desprovistas de empatía alguna, mentirosas y manipuladoras, superficiales y, sobre todo, capaces de distinguir entre el bien y el mal para su propio disfrute.
Personas de todo punto imputables desde el punto de vista. Porque saben distinguir entre el bien y el mal.
494 días sin abrir la boca sobre el paradero de una joven desaparecida, a la que ha confesado haber quitado la vida, dicen mucho de Abuin Gey en esa dirección.
Diana Quer, en la foto pequeña, y José Enrique Abuín Gey, conocido como Quique ‘el Chicle’, autor confeso del crimen.
7 fases cada vez que matan a alguien
Es bastante frecuente que, para llevar a cabo sus ataques, ingieran alcohol o diferentes tipos de drogas, como cocaína, anfetaminas u otros componentes químicos estimulantes, según el doctor estadounidense, Joel Norris, criminólogo y experto en asesinos en serie, que afirma que los criminales que poseen esta naturaleza pasan por 7 fases cada vez que matan a alguien:
1.- Fase áurea
El sujeto pierde su contacto con la realidad y comienza a retraerse y encerrarse en su mundo de fantasías de muerte y destrucción.
2.- Fase de venteo
Como un depredador, busca una víctima propiciatoria.
3.- Fase de seducción
El criminal seduce a la víctima aprovechándose de la falsa sensación de seguridad.
4.- Fase de captura
Es cuando el sujeto consigue tener bajo su poder definitivo a su víctima
5.- Fase del asesinato
Si el crimen es un sustituto del sexo entonces la muerte es el clímax, la suma del placer que buscaba desde que comenzó a fantasear con la idea del crimen. Tienen sus preferencias. Algunos disfrutan estrangulando, otros golpeando y asesinando.
6.- Fase fetichista
Lo mismo que el sexo, el asesinato ofrece un placer intenso pero transitorio. Para recordarlo fácilmente el criminal suele guardar un «fetiche», un objeto asociado con la víctima.
7.- Fase depresiva
El asesino experimenta una etapa de depresión que es el equivalente a la tristeza «postcoital». Para superarla, comienza a planificar un nuevo crimen.
Son siete fases que se pueden ver reflejadas en el asesinato de Diana Quer. Con toda claridad. A los investigadores les corresponde ahora desvelar la verdad sobre quién es Abuín Gey, «Quique ‘el Chicle'», el aparente don nadie que le quitó la vida a una joven que todos los españoles hemos considerado nuestra hija, nuestra novia, nuestra hermana y que lloramos como si fuera de nuestra familia.
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