Millo asegura que algunos policías cayeron en la ‘trampa del Fairy’

Millo asegura que algunos policías cayeron en la ‘trampa del Fairy’

Dice que dedicó mucho tiempo a que Puigdemont olvidara su ‘planteamiento suicida’ del referéndum
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05/3/2019 11:04
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Actualizado: 05/3/2019 14:31
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El exdelegado del Gobierno en Cataluña Enric Millo ha acusado hoy en el juicio del ‘procés’ al expresidente catalán Carles Puigdemont de alentar el 1-O las concentraciones en puntos de votación para impedir que la policía requisara urnas, ante lo que se constituyeron «murallas de personas» que se enfrentaron violentamente con los agentes.

Millo ha destacado que se produjeron cientos de actos organizados de «hostigamiento, acoso, violencia e intimidación» a instituciones, cuarteles, agentes de Policía y Guardia Civil y comisiones judiciales, y ha señalado que un agente también le contó que había caído en la «trampa del Fairy: verter detergente en la entrada de un colegio para que cuando los policías entraran, resbalaran, cayeran y luego les patearan en la cabeza».

Preguntado por el fiscal Javier Zaragoza sobre cómo vivió él esos días en Cataluña y cómo era el ambiente en las concentraciones de protesta que se sucedieron en las semanas en torno al referéndum ilegal, Millo ha relatado de forma pormenorizada su experiencia.

Ha hablado de lanzamiento de objetos incendiarios, acoso a policías y guardias civiles, hostigamiento en los hoteles donde éstos se alojaban, acoso a comisiones judiciales y en las subdelegaciones del Gobierno en las cuatro provincias catalanas.

«Se creó un clima de violencia tal que allí donde había una diligencia judicial había un grupo de personas para amenazar, hostigar e intimidar con el objetivo de impedir las acciones judiciales», ha explicado.

También ha apuntado que el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJCat), Jesús María Barrientos, le pidió reforzar la seguridad del edificio con Policía Nacional y Guardia Civil porque en la Ley de transitoriedad se establecía que su cargo sería elegido por el presidente catalán y «no sabía lo que iba a suceder, si le iban a destituir».

Para Millo, de todas las protestas, las más «preocupantes» fueron las de los días 20 y 21 de septiembre ante la Consejería de Economía, sobre todo por la cantidad congregados y las proclamas que iban lanzando, tales como «no saldrán hasta que no queramos» o «vamos a defender nuestras instituciones», que considera que respondían a la idea de que «si querían defender las instituciones es porque pensaban que les estaban atacando».

Ha lamentado que «era el mundo al revés», y que este clima fue incentivado desde las instituciones catalanas y las entidades sociales.

Ha recordado que hubo protestas ante varias consejerías y que en la de Asuntos Exteriores vio «personas subidas en el vehículo de la comitiva judicial».

«Si todo eso no es violencia…», ha manifestado. «Amenazar y señalar personalmente a agentes policiales que tienen su casa en Cataluña. Esto de pacífico no tiene mucho. Hubo una componente clara de violencia, de agresividad», ha añadido.

También ha agregado hubo pintadas que decían «Millo muerte».

LA APARICIÓN DE LOS CDR

Millo ha destacado la capacidad de movilización a través de redes sociales y mensajes de Whatsapp que se vio en septiembre y octubre de 2017, en la que los Comités de Defensa del Referéndum (CDR), reconvertidos en Comités de Defensa de la República, adquirieron «una importancia tremenda».

Ha señalado que «en 20 minutos eran capaces de ubicar a 500 personas en un sitio y en 30 cambiarlas de sitio».

Millo ha manifestado que lso CDR son «aparentemente células autónomas que funcionan de forma espontánea», pero ha remarcado que «un estudio detallado permite deducir que hay una estructura y organización» detrás de los CDR, lo cual «de espontáneo tiene poco».

El exdelegado del Gobierno ha situado a los CDR en el último escalón de una estrategia en cuya cúspide ha situado al gobierno catalán, al Parlamento catalán y la «sociedad civil organizada» a través de organizaciones como la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural, alrededor de las cuales «gravitan otras entidades más pequeñas que tienen vinculación directa o indirecta con los CDR».

El fiscal Zaragoza ha querido saber entonces cuál fue la actuación de los Mossos d’Esquadra en esas semanas y si la Delegación del Gobierno percibió apoyo en la policía autonómica para hacer frente a las protestas y los actos de «acoso» y «hostigamiento».

Sin embargo, Millo ha lamentado que su apoyo «no siempre fue todo lo eficaz que pudo haber sido».

Ha afirmado que a veces tardaban «horas» en llegar a la llamada de policías y guardias civiles. Y además, ha dicho que no recuerda que el entonces consejero de Interior, Joaquim Forn, para abordar este problema.

Según el exdelegado del Gobierno, la versión oficial que transmitía la Generalitat esos días es que las concentraciones eran «actos poco menos que festivos y folclóricos». «Pero todos pudimos ver que la intención era otra; las llamadas eran a la defensa de las instituciones», ha apuntado.

NIEGA QUE TRAS EL REFERÉNDUM PIDIESE DISCULPAS SOBRE LA ACTUACIÓN POLICIAL

Por otra parte, el exdelegado del Gobierno en Cataluña ha negado que tras el referéndum pidiese disculpas en una entrevista por la actuación policial: «Nada más lejos de mi voluntad«.

Ha dicho que se disculpaba ante los ciudadanos que participaron el 1-O»engañados por su gobierno», que se encontraron «una situación totalmente desagradable», algo que debía haber hecho Puigdemont, el «único responsable» de aquello.

La declaración de Millo, en calidad de testigo, ha comenzado a 9.30. Millo ha explicado que dedicó mucho tiempo en tratar de convencer a Puigdemont de que olvidara su «planteamiento políticamente suicida» de un referéndum de autodeterminación.

En contraposición a la versión de los líderes independentistas juzgados en el Tribunal Supremo, que denunciaron que se encontraron una «silla vacía» cuando intentaron dialogar con el Gobierno, Millo ha replicado que era él quien se encontraba una «silla vacía» cuando se reunía con Puigdemont, porque «no había otra cosa para él que no fuera celebrar el referéndum».

«No puedo dar marcha atrás», dice que le confesó.

Ha contado que desde el principio mantuvo varias reuniones con Puigdemont «en privado» a petición del propio expresidente catalán, de las que recuerda especialmente dos, en febrero y en mayo de 2017.

«Mi interés era persuadirle de que mantener esa posición era muy mal camino, que su obligación era cumplir con la Ley, pero su posición siempre fue la misma, no había ningún otro tema del que le interesase hablar que el de conseguir el beneplácito para un referéndum «, ha manifestado a preguntas del fiscal Javier Zaragoza.

También ha recordado uno de sus últimos encuentros con Puigdemont, una cena empresarial el 6 de junio de 2017, en la que estuvieron «charlando mucho rato» y en la que Millo le insistió que mientras que no llegara a convocar un referéndum podrían aún encontrar una salida en base al interés general de los catalanes, que no era el de la independencia.

Puigdemont le dijo que no podía dar «marcha atrás» porque estaba comprometido y que anunciaría el referéndum, cosa que hizo tres días después.

Millo considera este momento un punto de inflexión «prácticamente irreversible» y que entonces acabó entre ellos la relación formal.

 

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