El magistrado Borrego presenta un recurso del alzada ante el Pleno del CGPJ contra el acuerdo de la Sala de Gobierno del Supremo
El Pleno del CGPJ tendrá que decidir sobre el recurso de alzada presentado por el magistrado Javier Borrego contra la decisión de la Sala de Gobierno del Supremo de incoarle un expediente disciplinario por unos hechos impulsados por el presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo, Luis María Díez-Picazo. Foto: EP.

El magistrado Borrego presenta un recurso del alzada ante el Pleno del CGPJ contra el acuerdo de la Sala de Gobierno del Supremo

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12/7/2019 06:15
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Actualizado: 12/7/2019 16:29
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El magistrado de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo, Javier Borrego, al que el presidente de dicha Sala, José María Díez-Picazo, ha solicitado que expedienten disciplinariamente, ha presentado un recurso de alzada ante el Pleno del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) contra el acuerdo de la Sala de Gobierno del Alto Tribunal que así lo decidió, según ha podido saber Confilegal de fuentes del órgano de gobierno de los jueces. 

En dicho escrito, Borrego requiere al Pleno que anule dicho acuerdo de la Sala de Gobierno porque precisamente lo promovió y también lo votó el presidente de la Sala Tercera, Díez-Picazo.

El acuerdo, dice el recurso, incumple la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ). 

Díez-Picazo, siendo miembro de la Sala de Gobierno, tenía un interés directo en el tema, como denunciante de lo supuestamente ocurrido en su despacho.

De acuerdo con el artículo 154 de la mencionada ley: «No podrán estar presentes en las discusiones y votaciones los que tuvieren interés directo o indirecto en el asunto de que se trate, siendo de aplicación en este caso lo dispuesto en la ley para la abstención y recusación».

«En este caso, el Presidente de la Sala de lo Contencioso, denunciante de un llamado incidente en su despacho, que informó del mismo a la Sala de Gobierno, según él dice en su escrito del 10 de abril de 2019 antes mentado, (aunque nada se recoja en ninguna acta de la Sala de Gobierno), no se ausentó de la reunión en cumplimiento del artículo 154 L.O.P.J., sino que promovió y votó a favor de que se incoara expediente disciplinario por el Promotor por ‘existir responsabilidad disciplinaria’, y absoluta falta de imparcialidad en la conducta del miembro de la Sala de Gobierno, que debe determinar la nulidad de los acuerdos aquí impugnados», dice el recurso de alzada.

Por ello, el acuerdo es un acto nulo de pleno derecho.

INTERÉS DE DÍEZ-PICAZO A QUE BORREGO RENUNCIARA

De la lectura del escrito, se desprende la existencia de un interés de Díez-Picazo porque Javier Borrego, exmagistrado del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, un hombre políglota, de mundo, con más de 40 años al servicio de la Administración del Estado como abogado del Estado, renuncie a continuar en la Sala de lo Contencioso-Administrativo, puesto para el que tomó posesión en diciembre pasado.

«El día 2 de abril de 2019, sin haber cumplido cien días como magistrado del T.S., fui llamado al despacho del Presidente de la Sala de lo Contencioso-administrativo, quien por primera vez me recibió distante, en su sillón tras la mesa. En tono solemne, me comunicó qué el ejercicio de mi trabajo no era el que debía ser, y que iba a dar cuenta por escrito al ‘Excmo. Sr. Presidente del Tribunal Supremo’, a los efectos de la corrección precedente», relata Borrego.

«Intenté explicarle las dificultades de adaptación que estaba teniendo, que carecía de secretaria desde mi toma de posesión, y que el método de trabajo en el Supremo, con la dación de cuentas verbal y no sobre una ponencia escrita de sentencia, como ocurría en el Tribunal de Estrasburgo, suponía una adaptación en la que me estaba esforzando, y dedicando a ello muchas horas todos los días, incluidos fines de semana y ‘puentes'», continúa.

«El Presidente de la Sala de lo contencioso me respondió que no era excusa, y me repitió que iba a dar cuenta de ello al ‘Excmo. Sr. Presidente del T.S.’ por escrito. Le comenté que estas cosas, dado que llevaba menos de tres meses operativo y las circunstancias que le expliqué, no se hacían por escrito. Entonces, se levantó enfadado de su sillón, me dijo que estaba amenazando al Presidente de la Sala de lo contencioso, y que abandonara inmediatamente su despacho. Y se dirigió, muy solemne e irritado, hacia la puerta. Antes de salir, le pedí reiteradamente por favor que me explicara en qué le había amenazado, y él me repitió en voz alta ‘fuera de mi despacho’. Abrí la puerta y al salir del despacho, dije: ‘me voy, vale'».

Borrego, de 70 años, 1,70 metros de estatura, extremadamente delgado y pausado, cuenta que «no he amenazado en ningún momento al Presidente de la Sala, ni le he empujado [Díez-Picazo mide 1,82 metros aproximadamente, y pasa de los 90 kilos], ni siquiera le he tocado».

UN INCIDENTE A PUERTA CERRADA

Díez-Picazo, famoso en la Sala que preside por su carácter vehemente e impositivo y sus explosiones de personalidad, relata en el «escrito-denuncia» de 4 de abril que «cuando fui a abrir la puerta del despacho, me cogió [Borrego] por los hombros y me empujó para que no lo hiciera. Ya con la puerta abierta se marchó gritando un exabrupto que pudieron oír varias personas, incluidas mis dos secretarias personales».

De acuerdo con Borrego, el incidente que dice Díez-Picazo que ocurrió –y que él dice que no ocurrió–transcurrió con la puerta cerrada.

«Lo único que narra el Presidente de la Sala es que ‘el exabrupto’ que dice gritó el que suscribe al marcharse, ‘lo pudieron oír varias personas, incluidas mis dos secretarias personales'».

«Oír no es ver», señala.

El presidente de la Sala de lo Contencioso «aporta» como «testigos» a sus dos secretarias personales –cuyo futuro y estabilidad profesional y económica dependen directamente de él– cuyos testimonios, además, no coinciden.

Una dice que vio salir a Borrego del despacho de Díez-Picazo «en actitud exaltada, moviendo los brazos airadamente y diciendo algo que fue ininteligible para mí».

La otra secretaria afirma literalmente «observé cómo el magistrado empuja a D. Luis».

Algo imposible porque el propio Díez-Picazo afirma que Borrego le empujó antes de abrir la puerta.

¿Rayos X en los ojos?

EL PRESIDENTE Y EL VICEPRESIDENTE DEL SUPREMO LE SUGIEREN QUE RENUNCIARA

Borrego relata que al día siguiente, el 3 de abril, fue convocado por el presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, quien le recibió en compañía del vicepresidente, Ángel Juanes.

Lesmes le sugirió que si no se veía «capaz de asumir el trabajo del Supremo podía renunciar, ‘como lo hizo Pantaleón'», un magistrado de la Sala de lo Civil. 

Entonces intervino por única vez Juanes para decir que «renunciar al trabajo en el T.S. no dañó el prestigio de Pantaleón, y que esas cosas ocurren».

«Les comenté que llevaba muy poco tiempo en el Tribunal, que hasta que alguien de mi Sección, recién incorporada a finales de enero, acudió al despacho del Presidente de la Sala a criticar mis sentencias, por cierto, firmadas por varios compañeros, no había a pasado nada. Que el que suscribe iba superando con trabajo y estudio, y la ayuda de mis compañeros, las dificultades de adaptación, y que pretendía llegar a ser, en un plazo breve pero necesario por prudencia, un buen magistrado del Supremo».

LA MALA EDUCACIÓN DE DÍEZ-PICAZO

Después de aquello, Borrego pidió ver a Díez-Picazo otra vez, en compañía del presidente de su sección. Un encuentro que tuvo lugar el 8 de abril.

El objetivo era pedirle perdón, por si le había ofendido en algo. Para tener la fiesta en paz, mayormente.

«Me dijo [Díez-Picazo] que fuera a ver al Presidente del T.S. para decirle que él no era un mentiroso. Jamás le he dicho al Presidente que fueras un mentiroso. Que le había narrado lo que ocurrió y punto. Desplazó hacia mí un papel en la mesa del tresillo, diciéndome que era una suspensión de asistencia a las deliberaciones que había propuesto a la Sala de Gobierno, y que ésta había acordado. (Luego comprobé por el Acta de la Sala de Gobierno de día 8 que se acordó mi relevación de funciones, en Ruegos y Preguntas). Al despedirnos le quise la dar la mano y se negó a dármela, echando su brazo derecho hacia atrás«, cuenta Borrego.

Después de eso es cuando Díez-Picazo llevó el caso a la Sala de Gobierno del Tribuna Supremo, que tomó la decisión, el 23 de mayo, de remitir el asunto al promotor de la Acción Disciplinaria.

«Así mismo, la Sala ha tomado conocimiento del contenido de los distintos informes emitidos por el Presidente de la Sección Quinta al Presidente de la Sala Tercera y de los acuerdos de éste, todos ellos comunicados a la Presidencia del Tribunal y acuerda que sea remitida toda la documentación al Promotor de la acción disciplinaria del Consejo General del Poder Judicial, por entender que existe materia disciplinaria», dice el acuerdo.

ÚLTIMAS ADVERTENCIAS, A TRAVÉS DE UN MAGISTRADO «AMIGO» Y UNA PERIODISTA

Al día siguiente, el 24 de mayo, el magistrado Borrego recibió una llamada de un magistrado de su Sala, a quien le había telefoneado un miembro de la Sala de Gobierno [está formada por el presidente, vicepresidente, los cinco presidentes de sala, cinco miembros electos y el secretario de Gobierno].

Le dijo que la Sala «había decidido que el Promotor me incoase expediente disciplinario. Que lo podía evitar si renunciaba a pedir la prórroga por edad, pero tenía que hacerlo pronto. Que si no renunciaba a la prórroga lo iba a pasar muy mal y me debía buscar un catedrático en Derecho Administrativo para que me defendiera». 

El lunes 27, sigue contando Borrego, tras el funeral del padre de Cándido Conde-Pumpido, una periodista conocida le dijo que tenía todos los documentos y que «tenía que renunciar a la prórroga pues si no, lo iba a pasar muy mal y que no me compensaría».

Borrego no lo hizo. Pidió la prórroga.

Y el expediente disciplinario se materializó.

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