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Ya está, ya pasó (a propósito de la exhumación y reinhumación de Franco)

Ya está, ya pasó (a propósito de la exhumación y reinhumación de Franco)
La familia lo despidió a su salida del Valle de los Caídos con un "¡Viva España, Viva Franco!". Foto: EP
28/10/2019 06:25
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Actualizado: 27/10/2019 22:57
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El 25 de octubre se procedió a la exhumación y reinhumación de Francisco Franco en presencia de la notaria mayor del Reino, la ministra de Justicia, Dolores Delgado, y de sus familiares.

Llevamos muchas semanas, incluso muchos meses, con este tema. P

arece que ha sido el único problema que ha merecido la atención del actual Presidente de Gobierno en funciones.

La inmensa mayoría de los ciudadanos españoles, los hijos o nietos de los vencedores o vencidos en la Guerra Civil, nos conciliamos al ratificar por una muy amplia mayoría en referéndum la Constitución de 1978 (el 26 de diciembre, para ser más exactos: un 87,78 % de votos favorables, votaron en contra un 7,83% y emitieron votos nulos el 3,54%).

Esto se explica porque en una sociedad plural, en la que los ciudadanos viven en libertad, la unanimidad es imposible y en todo caso no deseable.

Lo contrario, la unanimidad es consecuencia de la oclusión de las ideas que solo tiene lugar en las dictaduras.

Y es que la reconciliación tiene sus límites: nunca es posible que alcance la unanimidad de los ciudadanos de un Estado.

Los que interpretaron correctamente a la mayoría del pueblo español ganaron las elecciones. UCD y después el PSOE: gobernaron nada más y nada menos que hasta 1995. ¡17 años desde la aprobación de la Constitución!

¿Por qué no se sacaron antes los restos de Franco del Valle de Los Caídos?

Y los demás partidos políticos, en los extremos de la derecha y de la izquierda, perdieron clamorosamente lo que se ha repetido hasta la última legislatura en que los partidos políticos más votados han sido el PP y el PSOE, pese al deterioro de ambos, fruto de la corrupción y del desgaste en el ejercicio del poder.

Y nada hicieron sobre Comisiones de la Verdad y similares por cuanto ya estaba, implícito, en la Ley de Amnistía y, fundamentalmente, en los Pactos de la Moncloa que fructificaron en la Constitución de 1978.

José Luis Rodríguez Zapatero, expresidente de Gobierno, en vez de atender a los problemas de la inmensa mayoría de los ciudadanos –acuérdense, terrorismo yihadista, el atentado del 11 M, con casi 200 muertos y más de dos mil heridos, y la grave crisis económica que se nos venía encima y de la que a duras penas salimos–, optó por sacar del olvido los fantasmas de la Guerra Civil para complacer a una minoría de españoles integrada, fundamentalmente, por los que no aceptaron la Constitución de 1978 (repito, un 7,83% de los votos).

No hay ni puede haber una sola versión de lo que ha sucedido en España desde 1931 hasta nuestros días.

Las versiones de nuestro pasado son muchas porque, afortunadamente, disfrutamos de libertad de expresión, de pensamiento, de ideas y de opinión proclamada en el artículo 24 de nuestra Constitución.

De igual forma las versiones de nuestro presente son igualmente muy numerosas e incluso discrepantes como la noche y el día.

Y Pedro Sánchez se ha puesto a la cabeza de los que no aceptaron o no aceptan la Constitución de 1978, que pretenden desvirtuar la historia, la anterior y la posterior a 1936, construyendo una única historia, su versión de la historia, mediante la Comisión de la Verdad.

Entiendo que esta propuesta es muy grave porque desde que se instauró la democracia en España se han escrito miles, decenas de miles de páginas, sobre la Guerra Civil, la Segunda República, la Dictadura y sobre nuestro presente más próximo.

No existe un déficit bibliográfico, ni mucho menos.

Cualquier persona más o menos ilustrada puede llegar a la conclusión de que no hay solo una versión de los hechos, de lo sucedido en España desde 1931 hasta nuestros días.

Ni mucho menos.

Los que eran demócratas antes de 1978 y lo siguen siendo después, ahora, ninguna duda tienen en que Franco fue un dictador.

Afirmado lo anterior, no puede hablarse de unanimidad en los caracteres de la dictadura y las discrepancias fueron y siguen siendo considerables entre los socialistas, los democristianos, los liberales, los comunistas, los anarquistas y un largo etcétera de posiciones ideológicas.

Muchos de los que apoyaron activa o pasivamente la dictadura y se han hecho posteriormente a 1975 demócratas, hacen un relato muy diferente del pasado y, con mayor o menor intensidad, llegan incluso a justificar el golpe de estado o la guerra civil y algunas de sus consecuencias, incluso algunos añoran la dictadura.

España no es una excepción y el panorama bibliográfico y de opinión sobre su pasado es idéntico en todos los Estados democráticos del mundo.

De los cuatro líderes de los partidos mayoritarios, el actual presidente y los candidatos a la Presidencia del Gobierno, ninguno tiene la más mínima memoria personal del franquismo, ni siquiera de la transición a la democracia o intento de golpe de estado de 1981 (23F) por cuanto alcanzaron la mayoría de edad entre 1990 y 1999, cuando España superó su pasado y está de regreso en el mundo civilizado (Pedro Sánchez nació en 1972, Pablo Iglesias en 1978, Albert Rivera en 1979 y Pablo Casado en 1981).

Y esto es la prueba del éxito colectivo de nuestro país, ejemplo del mundo (¡cuántos países han querido copiar nuestra Transición, que se enseña en las Universidades de Ciencias Políticas de todo el mundo!), pero, por el contrario, están enzarzados en un debate sobre la memoria del franquismo y la Guerra Civil.

LA INCAPACIDAD PARA LLEGAR A UN ACUERDO ES PREOCUPANTE

Que la generación anterior alcanzara un gran acuerdo en los años setenta, los Pactos de la Transición, celebrado –repito– dentro y, sobre todo, fuera de España, y que ellos no sólo sean incapaces de ponerse de acuerdo sobre las cuestiones clave que marcarán el futuro de este gran país como es España (el aburrido y preocupante «procés», el paro, las oleadas de  inmigrantes, el terrorismo yihadista) es para preocuparse y mucho.

Transcurridos más de 40 años desde la muerte del dictador y casi 80 desde el final de la Guerra Civil, parecía lógico y deseable, quizás una ensoñación, que esta generación de jóvenes, que tan bien representa todo lo logrado por los que pactaron la Constitución de 1978 (aprobada -y no me canso de repetirlo- con casi el 90 % de los votos), no tardaran más de diez minutos en mirar al pasado con la misma justicia y equidad que, por otra parte, la mayoría de la sociedad a la que gobiernan o aspiran a gobernar ya practica.

No parece que pidamos mucho.

Han pasado ya dos generaciones desde la muerte del dictador y cuatro desde el final de la Guerra Civil y si lo único que nos pueden ofrecer estos cuatro jóvenes líderes políticos es un desacuerdo, precisamente, sobre el pasado, es que estamos haciendo algo mal, pero muy mal, y con las graves problemas que tiene España.

España tiene muchos y grandes problemas.

El fundamental las relaciones con Cataluña (y lo estamos viendo todos los días desde la sentencia del «procés»).

Pero no es único: la crisis económica que ya la tenemos encima, la inmigración ilegal, el paro (especialmente el juvenil), la sanidad , la educación, la violencia machista, etc.

Como afirmaba el gran y añorado Juan Goytisolo parece que España tendría que pasarse la vida pidiendo perdón a todo el mundo: por la Reconquista, por la expulsión de los judíos y moriscos, por descubrir y colonizar América, por haberse alzado contra Napoleón y, por supuesto, por la Guerra Civil. Para ahorrarse trabajo, España debería pedir perdón por existir.

Hemos exhumado a Franco del risco de Cuelgamuros y reinhumado en Mingorrubio, en el panteón familiar con su mujer, Carmen Polo.

Descanse ya en paz.

Pero, búsquense, sáquense e identifíquese –si se puede– los restos de los fusilados y enterrados en cunetas, en fosas comunes.

Retírense todos los símbolos del franquismo.

Que se abandone la peregrina idea de «volar» el Valle de Los Caídos».

Y acabemos con esto de una vez, pasemos página de nuestra historia reciente.

España es un gran país y nos merecemos todos los españoles que nuestros líderes políticos intenten solucionar los muchos, muchísimos problemas que tenemos y dejen de mirar al pasado.

Creo que nos lo merecemos.

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