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Plácido Domingo: Acusado, juzgado, sentenciado y condenado en un solo acto

Plácido Domingo: Acusado, juzgado, sentenciado y condenado en un solo acto
El tenor Plácido Domingo sobre el que versa la columna de Ricardo Rodríguez. Foto: EP.
01/12/2019 00:00
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Actualizado: 01/12/2019 00:00
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¿Qué te han hecho, Placido?, ¿quién te quiere tan mal que han querido hundir tu brillante carrera, de más de cincuenta años en los escenarios?.

Para unos has sido/eres el mejor tenor de la historia.

Para mí no.

Siempre me han gustado más el gran Luciano Pavarotti, con esa voz tan cálida, su exquisita técnica vocal, su potencia canora… y su do de pecho (¿quién no recuerda el aria Nessun Norma de Turandont, la famosa ópera de Giacomo Puccini?), y, por encima de todos, el impresionante Caruso, Enrico Caruso, con su potencia, la belleza de su voz, la riqueza de tono, su calidez y extraordinaria técnica.

Para otros, Gigli o Corelli

Reconozco, sin embargo, tu fuerza, tu potencia de voz, voz oscura, granítica y pentrante, voz, en suma, generosa e intensa. Nadie puede discutir, sin embargo, que como tenor has sido el más versátil y camaleónico, llegando a protagonizar hasta ciento diez papeles distintos… y empiezas, ahora, tu carrera de barítono…

Todos los amantes de la ópera, incluso aquellos que jamás han pisado un teatro, una sala de conciertos, quedaron sorprendidos por las denuncias de acoso sexual, abuso de poder y comportamiento indebido, a primeros de agosto de este año, realizadas por nueve mujeres al movimiento de reacción feminista «#Me too».

Y a los pocos días con once nuevos casos.

Pero solo dos de ellas dieron la cara, con nombre y apellido.

Y lo cierto es que ninguna, repito, ninguna, presentó una denuncia ante los tribunales.

Pero esto te hundió, física anímicamente. No es para menos.

Pero es que a este hundimiento llegaron las “renuncias” por no decir ceses: el Metropolitan de Nueva York (“la Met y el señor Domingo coinciden en que necesitaba renunciar”), la Ópera de los Ángeles, donde renunciaste a tu cargo de director general; la desvinculación que anunciaron, sin siquiera oírte, la Ópera de San Francisco, la Orquesta Sinfónica de Filadelfia.

A las que siguieron Dallas, Nueva York, etc.

Perdiste toda conexión con la ópera en EE.UU.

¿Qué sucedió, Plácido?

NADIE ENTENDIÓ ESAS DENUNCIAS 

Tú que, además de ser un magnífico tenor (actualmente, barítono… cosas de la edad), tenías fama de simpático, bonachón, un carisma que te salía por todos los poros…, y te denuncian por acoso sexual.

Nos quedamos todos estupefactos.

Las noticias abrían las noticias de todas las cadenas del mundo, los reportajes de prensa eran primera plana en los periódicos más importantes del mundo.

No te han dejado defenderte.

Tampoco has querido.

Simplemente afirmaste, en un sencillo comunicado de prensa, que eran inexactas, remarcando que siempre pensaste que tus interacciones eran bienvenidas y consensuadas.

Las denuncias se remontan a hace unos veinte años o, incluso, cuarenta.

El discurso “políticamente correcto” acoge su mensaje y lo difunde, lo replica para martirio de aquél a quien le ha tocado, existe un fanatismo que destroza una carrera sin prueba alguna.

El refranero castellano -que es muy sabio- dice “difama, que algo queda”.

Pocas son las que han salido en tu defensa por cuanto es complicado, nadie sabe lo que ha pasado, máxime cuando, ni siquiera, se conoce el nombre de las denunciantes, salvo aquellas dos.

Solo –y no es poco- han afirmado que con ellas siempre “has sido un caballero”.

Eran otros tiempos.

LO QUE ERA UN PIROPO HOY ES UN INSULTO 

Lo que antes estaba permitido y se entendía como una galantería hoy es visto como un acoso, lo que era un piropo hoy es un insulto, cuando no algo más.  

Y estamos juzgando aquello (y si algo pasó) con los patrones morales actuales.

Lo considero una verdadera injusticia.

Estas denuncias, que difícilmente pueden llegar a esclarecerse, han quedado en nada pero tu magnífica y dilatada carrera profesional, de más de cincuenta años en los mejores teatros de ópera de todo el mundo, ya ha quedado manchada, tu honra y tu prestigio mancillados.

Se ha especulado que detrás de esta campaña de acoso sexual contra ti ha sido una venganza de la Iglesia de la Cienciología, de la que sacaste a tus dos hijos, previo pago de –se cuenta- dos millones de euros, aunque tú siempre –ayer mismo, otra vez- lo has negado, aunque no alguno de tus parientes políticos.

Otros, que quien sufría la persecución eras tú, que las mujeres que querían prosperar en el mundo operístico te acosaban por su interés por cuanto ya en aquella época eras una figura muy poderosa en el mundo de la lírica.

Lo cierto es que no lo sé y creo que nadie –salvo tú y…, ¿esas denunciantes?- lo saben.

Pero me acuerdo del caso de Carl Beech que denunció una red de pedofilia, de una red de pederastas del establishment británico con brutales abusos de menores a su cargo, en el enorme bloque de apartamentos estatales ingleses de Dolphin Square, allá por finales de 2014 y durante todo 2015. Insignes pederastas con cargos en el Número 10 y el Parlamento habían tejido una malla de impunidad para abusar sistemáticamente de menores.

Este caso mereció la atención de medios de comunicación tan serios o importantes como la BBC, que le entrevistó en uno de sus grandes reportajes de investigación con su imagen velada.

“Nick”, el seudónimo con el que intervino, reveló nombres de abusadores: un «expremier» conservador, ya fallecido; un héroe del “día D” y exjefe del ejército; un ministro del Interior; dos exdirectores del M15 y el M16, los Servicios Secretos británicos; dos diputados, uno conservador y otro laborista … y así un largo etcétera.

La Policía inglesa realizó la Operación Midland para investigar las denuncias, registrando las viviendas de los sospechosos. La investigación y el juicio costaron al Erario público veinticinco millones de libras.

Las consecuencias para los denunciados fueron terroríficas: Varios diputados dimitieron; el ministro de Interior falleció de cáncer en plena vorágine investigadora y la sombra de la pederastia empañó su obituario…

LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA HA QUEDADO MACHACADA

¿Y cómo acabó este caso?

El 26 de julio de este año, Carl Beech, “Nick”, fue condenado a dieciocho años de prisión por fraude y obstrucción a la justicia.

Pedófilo el mismo, ¡se lo había inventado todo!

Dura, tremenda lección y de la que algo debemos aprender para no estar condenados a repetir situaciones tan aberrantes.

¿Pasará lo mismo con Plácido Domingo?

No lo sé.

Nadie lo sabe.

Pero lo que sí podemos afirmar que la historia refleja, una vez más, que la presunción de inocencia, ha sido machacada, destrozada impunemente.

También pone en jaque al periodismo y refleja en sensacionalismo oportunista de tantas personas que nada hacen por sembrar, siquiera, una duda, algo que permita mantener incólume esa presunción de inocencia tan importante en un estado de derecho.

Plácido has hecho bien en quedarte callado, esperando que la tormenta escampase. EE.UU. te ha condenado, pero Europa ha resistido: ningún teatro europeo ha cancelado tus actuaciones.

Mañana cantas en Valencia, en Navidad en Madrid.

¡Bienvenido a tu casa, mi querido y admirado Plácido!

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