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Parejas tóxicas

Parejas tóxicas
El abogado Jesús Seligrat en la Academia de Jurisprudencia y Legislación, de la que es académico de número. Foto: Confilegal.
13/11/2020 06:45
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Actualizado: 12/11/2020 23:35
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El amor, como todo lo que nace, tiene derecho a morir y a veces muere. Lo más letal sucede cuando se lleva por delante la vida, los sueños o los amaneceres de aquellos seres humanos, que erraron en sus relaciones afectivas, siendo víctimas de situaciones nocivas, de convivencias colmadas de toxicidad.

Un gran maestro del mundo jurídico, ya fallecido, comentaba con rigor “el problema afectivo de los seres humanos en el mundo, no reside en no encontrar a la pareja de su vida, sino en toparse con la pareja de su muerte”.

Efectivamente, sabia reflexión, envuelta en realismo, ya que en el mundo acontecen múltiples supuestos de toxicidad, nacida y desarrollada por personas que gestan nocividad, culpando siempre a su pareja de todo aquello que sus errores, sus conflictos, sus dilemas y su inestabilidad emocional gestan situaciones no deseadas, que sangran la convivencia, matan el sentimiento de amor y producen distanciamientos irreconciliables.

Resulta público y notorio que, la unión libre de las parejas es capaz de lograr desde lo más difícil hasta la más sutil y entrañable armonía, así como, en múltiples supuestos, una persona repleta de toxicidad puede romper la más bella, idílica y dulce relación de pareja, de forma irrevocable.

La imagen gráfica del inventado Cupido, aparece con sus flechas, y la realidad, da fe pública y como “Notaria de Autenticidad”, deja constancia, que en múltiples supuestos, esas flechas van impregnadas de toxicidad, hiriendo, sangrando y aniquilando momentos, sueños, proyectos y vidas en los seres humanos.

El daño emocional, el perjuicio irreparable que nace de situaciones cubiertas de toxicidad, resulta abismal, grave, letal, sangrante y muy nocivo para la persona que, siendo víctima de tan nefasta situación, termina sintiendo una incontrolada y patológica dependencia emocional, convirtiéndose en consumidora de la droga socio-emocional de la toxicidad.

La toxicidad en situaciones emocionales, en relaciones matrimoniales, en parejas, puede llegar a ser tan fatal, tan destructiva y tan dañina, que termina gestando ruinas emocionales, daños mentales, depresiones graves y un sinfín de efectos nocivos de muy compleja reparación.

Los daños morales, los daños emocionales, no deben pasar inadvertidos en todas y cada una de aquellas relaciones matrimoniales, de pareja, o de uniones consensuales, para lograr jurídica y psicológicamente una sanación eficaz, reinsertora y paliativa, máxime cuando la toxicidad alcanza un grado tan elevado que se convierte en catastrófica víctima de significativos malos tratos sentimentales, psicológicos y ambientales.

La referida toxicidad produce nocividad, inestabilidad e irritabilidad, siendo causante en determinados supuestos, de posteriores resultados no queridos social, jurídica ni mentalmente.

Los daños emocionales que la toxicidad produce en el desarrollo convivencial de parejas y matrimonios, deben ser reparados, no sólo social y psicológicamente, sino también deben ser puestos conforme a Derecho en conocimiento de la Justicia, en aras de lograr la correspondiente indemnización económica compensatoria por las nocivas toxicidades en el ámbito socio-familiar y sus efectos notoriamente perjudiciales.

La tétrica toxicidad en el ámbito socio-familiar, matrimonial y de uniones consensuales, en determinados supuestos, termina perjudicando también a los hijos y a los abuelos como víctimas colaterales de tan angustiosas situaciones, necesitadas de tratamiento multidisciplinar, ya que, los efectos pueden llegar a ser de variada índole e intensidad.

La convivencia entre seres humanos, nada descubrimos si afirmamos que no resulta fácil con asiduidad y si a ello, sumamos la mencionada toxicidad, el resultado puede llegar a ser tan grave, tan consumado, tan nocivo, como irreparable, si no se toman soluciones legales, sociales y psicológicas a tiempo.

Si unir dos libertades es amor, sumar corazones en armonía emocional, en estabilidad afectiva y en seguridad convivencial, resulta legítimo, loable y maravilloso síntoma de amor, hago votos por que las flechas de Cupido sean complementadas por pacifistas latidos de amor, leales pasiones irrevocables y nobles sueños de felicidad alcanzados por mujeres y hombres en la Tierra.

No obstante, si como dice un sabio dictamen “quien en su vida acierta en el amor, jamás errará en nada”, observando el mundo actual, resulta evidente, que gran número de seres humanos, no acertaron en el amor.

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