Tras la reforma de la LOPJ, el CGPJ vive su particular «día de la marmota»
La reforma de la LOPJ, que impide al CGPJ hacer nuevos nombramientos, ha desactivado al órgano de gobierno de los jueces. Ya no molesta y no hay prisa por su renovación, que podría demorarse durante varias semanas todavía. Sus componentes viven su particular "día de la marmota".

Tras la reforma de la LOPJ, el CGPJ vive su particular «día de la marmota»

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22/4/2021 06:50
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Actualizado: 22/4/2021 11:16
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La aprobación de la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial y su publicación en el Boletín Oficial del Estado, el pasado 30 de marzo, ha inducido al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) a un estado muy similar al que vivió Phil, el personaje de Bill Murray en la famosa película «Atrapado en el tiempo». Que todos recordamos como la película de «El día de la marmota», que, curiosamente, es su título original, «The Groundhog day».

Phil, el hombre del tiempo de una televisión local, egocéntrico y sarcástico, se traslada a Punxsutawney, una localidad donde el 2 de febrero de cada año celebran el día de la marmota. El día en el que una marmota hibernara al despertar señala el final del invierno o su prolongación por seis semanas.

Acompañado de una productora, encarnada por Andie McDowell, y un cámara, se ven obligados a pasar la noche en el pueblo por una fuerte ventisca. Al día siguiente, Phil descubre que sigue siendo 2 de febrero y que lo vivido el día anterior se repite. Sólo él es consciente de este fenómeno. Y así durante 35 días.

Esta es la sensación que están viviendo los 20 vocales y el presidente en funciones del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) desde aquel día. Para algunos se está haciendo muy duro y ponen sus esperanzas en que «les liberen» después de las elecciones a la Asamblea de la Comunidad de Madrid, previstas para el 4 de mayo próximo.

Privados de su capacidad para hacer nombramientos, no pueden dar solución a la nulidad de los nombramientos de los magistrados de la Sala de lo Militar, Fernando Marín Castán y Ricardo Cuesta del Castillo, como sería lo lógico.

La sentencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo, fue dictada el 8 de abril y hecha pública el 13, ocho días –o trece– más tarde de la publicación de la mencionada reforma de la LOPJ en el BOE, que fue el 30 de marzo.

Lo máximo que pueden hacer es requerir los informes «olvidados» y dejar cerradas las ternas de «cuatro» para los que vengan detrás. Poco más. Los dos magistrados seguirán como adscritos hasta que el nuevo CGPJ pueda llevar a cabo todo el proceso desde el principio, otra vez.

En la sesión del Pleno de hoy, que será presidida «telemáticamente» por el presidente en funciones desde su casa, Carlos Lesmes Serrano, quien se encuentra confinado porque algunos familiares se contagiaron del COVID, el «plato fuerte», por llamarlo de alguna forma, va a ser el informe técnico ordenado por él.

Lesmes quiere medir el alcance de esa reforma para saber lo que el órgano de gobierno de los jueces puede hacer en esas condiciones. Como era de esperar, dice que la reforma lleva a este órgano «a la atrofia y a la paralización» por dejar en el aire casi cincuenta nombramientos.

Es decir, nada que todo el mundo supiera ya.

Entre ellos las vacantes de cinco magistrados del Supremo, y las Presidencias de los Tribunales Superiores de Justicia de Valencia, Castilla-La Mancha, Castilla-León y Andalucía.

Otro de los puntos relevantes del informe es si el CGPJ puede o no presentar un conflicto de atribuciones ante el Tribunal Constitucional. La respuesta es que sí. Pero la seguridad es casi completa de que no tendrá ninguna trascendencia.

Todo apunta a que será una sesión híbrida, presencial-telemática, con la trascendencia de uno de los días vividos por el personaje de Bill Murray.

Atrapados en el tiempo, se podría titular. 

Bill Murray en una foto de la película «Atrapados en el tiempo», o «El día de la marmota», como se tituló en el resto del mundo. Un estado similar al que ha entrado el actual CGPJ.

Mientras tanto, tras las declaraciones de la vicepresidenta de la Comisión Europea para valores y transparencia, la polaca Vera Jourova, y del comisario de justicia, el belga Didier Reynders, dando por buena esta reforma, pero instando al Gobierno a renovar el CGPJ en la línea de lo establecido por la Constitución de 1978 –que los jueces elijan a los 12 vocales judiciales de forma directa y secreta–, las expectativas de la renovación se han animado.

En especial por las palabras del ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, desde la propia Moncloa, «urbi et orbi», manifestando que el Gobierno abandonaba la otra reforma en curso, pensada para elegir a esos 12 vocales judiciales con una mayoría de la mitad más uno de ambas cámaras, en vez de la cualificada de dos tercios.

Pero no hay nada que indique que el acuerdo vaya a ser inminente.

En especial porque el magistrado de la Audiencia Nacional, José Ricardo de Prada, sigue siendo una línea roja.

En el PP no olvidan que sus frases, en la sentencia de Gürtel, Primera Época, de cuyo tribunal formó parte, incriminando al PP, fueron el detonante que provocó la moción de censura que propició la caída del Gobierno de Mariano Rajoy.

No admiten, además, el «cambalache» previo de que pida la excedencia durante 24 horas para que pueda ser elegido como jurista de reconocido prestigio.

Por ahí los de la calle Génova no pasan. Como no pasaron con la propuesta de Victoria Rosell, magistrada en servicios especiales, delegada del Gobierno contra la violencia de género y exdiputada podemista.

Además, desde el PP se sienten fuertes con el respaldo de la Comisión Europea a su planteamiento de regresar al planteamiento de que los 12 vocales jueces sean nombrados por la carrera judicial en vez de por el Parlamento.

La misma idea que plantearon en 2011, cuando obtuvieron una mayoría absoluta de 187 diputados en el Congreso de los Diputados y que olvidaron después para hacer justo lo contrario.

Los polvos que después se convirtieron en estos lodos.

A pesar de todo, no sería de extrañar que esta situación se prolongue varias semanas más. Una vez desactivado el Consejo, ya no molesta. Ya no hay prisa.

Sus miembros pueden seguir viviendo su particular día de la marmota sin molestar a nadie.

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