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La futura Ley de Diversidad Familiar y su objetivo: Abatir al modelo tradicional de familia

La futura Ley de Diversidad Familiar y su objetivo: Abatir al modelo tradicional de familia
María Menéndez de Zubillaga, presidenta de la Asociacion de Familias Numerosas de Madrid, es la autora de esta columna.
09/5/2021 06:45
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Actualizado: 08/5/2021 20:18
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La familia es la célula básica de la sociedad tal y como la entendemos desde hace miles de años y hasta ahora.

Y decimos “hasta ahora” porque parece que estamos inmersos en un profundo y trascendental cambio cultural y social. Más bien un cambio de época, de civilización incluso.

Este cambio o fin de una época, para inaugurar otra bien distinta, podría durar un tiempo. Sin embargo, en los últimos meses pareciera que el cambio es inminente.

Aunque el problema no es tanto el cambio, sino más bien lo que ese cambio nos tiene preparados. Cómo será la civilización emergente.

Por las señales que nos van dejando, el futuro no es muy halagüeño.

Los modos y maneras en que se están produciendo los cambios nos insinúan imposiciones, obligaciones, penalizaciones, recortes, dependencia, precariedad, restricciones, recorte de libertades, trastocamiento de derechos fundamentales…

Uno de los objetivos para que se produzca este cambio es trastocar la naturaleza y la esencia de la familia para convertirla en otra estructura social totalmente diferente.

Para que no cohesione ni produzca vínculos entre las personas. “Los hijos no son de los padres” como nos dijo la ministra de educación y ha repetido la directora de infancia y adolescencia del ministerio de derechos sociales.

Parece que los derechos sociales son los derechos del gobierno. Se debería llamar “Ministerio de Derechos Sociales gubernamentales”.

Pues bien, tras la aprobación de la la Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOMLOE), conocida como «Ley Celaá», donde se anula el derecho fundamental de la libertad de los padres de educar a sus hijos según sus convicciones morales, religiosas, filosóficas y pedagógicas, se aprueba la ley de infancia, donde se sospecha de los padres en relación con el bien que reciben los hijos de ellos.

Vamos, que peligra la patria potestad.

También nos dieron la puñalada con la excusa de ampliar para los padres el complemento por tener hijos en la pensión.

Se modifica el % que se daba desde 2016 y que iba aumentando a medida que aumentaba el número de hijos.

Ahora es una cifra igual para todos, 27 euros al mes y por hijo.

Como si esa igualdad fuera justa. La realidad es que a medida que aumenta el número de hijos el complemento se reduce en comparación con el % que es establecía desde 2016.

Sin tocarlo se hubiera podido ampliar para los padres y para las familias con 1 solo hijo y además se podía haber ampliado a partir del cuarto hijo. Cuatro hijos o más es discriminatorio.

No pudo ser.

Otra puñalada letal a la familia es la ley de diversidad familiar.

Y en particular, puñalada a la familia numerosa.

Los axiomas son: los hijos cuestan dinero –según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) el coste en el primer año de vida de un hijo asciende a 7.706 euros–. Por lo que tener hijos trae pobreza y precariedad. Entonces las familias con hijos necesitan pedir apoyo y ayuda estatal para sobrevivir.

¿Y que baremo se utilizará para determinar esa precariedad? Pues la renta familiar, estipulado así en el plan de trabajo de la ley de diversidad familiar.

Así, las familias por debajo de ese nivel de renta serán dependientes del estado y las que superen ese nivel de renta serán ricas y tendrán hijos por capricho o lujo que se pueden permitir.

Las ahogarán fiscalmente ¡y con la economía de cada día!

Penalizando las cosas más sencillas y cotidianas, como poner la lavadora, ducharse, cocinar, llevar a los hijos al colegio o al médico o a actividades de ocio y de formación…

Porque son ricas en hijos, ricas por el tesoro que es su familia, pero económicamente hablando la renta familiar se reparte entre todos los de la casa y esa renta per cápita si que es baja. Pero esa no se mira o se le pone límite.

Y unas familias son beneficiadas a costa de otras familias. Desigual, injusto.

Además, esta ley de diversidad familiar se está gestando en Europa, sin abrir el debate en España. Solicitando apoyo financiero, técnico y jurídico a un organismo llamado de Reformas Estructurales.

Con la excusa de actualizar beneficios a las familias desfavorecidas, vulnerables y excluidas socialmente por su precariedad, se deconstruye la ley que protege a las familias numerosas, desaparece el criterio del número de hijos para dar paso a la medida de la renta familiar, tremendamente injusta porque no se mide con el número de hijos.

Hace unos días el ataque fue con el tema de las deducciones por hacer la declaración de la renta de forma conjunta. Especialmente importante y significativo este detalle de atacar la declaración conjunta, que se enmarca en el plan de recuperación, de transformación y resiliencia de España en la UE.

Los matrimonios no podrán optar por hacer la declaración de la renta de forma conjunta. No solo se nos priva de la libertad para elegir, sino que además se pagará más impuestos, penalizando así al matrimonio y a la forma de gestionar la familia.

Afectaría a más de 4 millones de contribuyentes de las clases medias y bajas.

Después de sacar la noticia, se retractaron, pero la realidad es que esta rectificación no se ha llevado a cabo porque la propuesta no se ha quitado del plan.

Y mientras escribía este artículo, nos sorprenden con la noticia de que se van a revisar las deducciones fiscales a las familias numerosas, porque claro, habría que mirar la renta de cada familia para ver si le corresponde una deducción, no por tener numerosos hijos, sino por su nivel de renta.

Todo esto ataca a las familias con más de dos hijos, las numerosas; al matrimonio; a la dedicación de cuidar familia y hogar; a ganarse un sueldo con el que mantener y sostener a la familia, a tener una casa con muchos dormitorios; a poner muchas lavadoras -tantas que utilizamos todas las horas del día y casi de la noche-; y a trasladarnos en coches grandes porque tenemos mucha “mercancía” que mover.

Si seguimos sin hacer frente a tanta ofensiva, en vez de considerar los ataques a la familia como oportunidades para reafirmar y promover la naturaleza y esencia de la familia y muy en particular de la familia numerosa, éstas serán derrotas.

Perderemos lo que hemos heredado. Y eso no lo concebimos.

Estaremos frente a los que nos quieren callar y parar. Avanzaremos porque el que no avanza, retrocede y eso no lo tenemos planeado.

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