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Libertad: Progenitora de verdades en la Humanidad

Libertad: Progenitora de verdades en la Humanidad
El abogado Jesús Seligrat en la Academia de Jurisprudencia y Legislación, de la que es académico de número. Foto: Confilegal.
13/5/2021 06:45
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Actualizado: 12/5/2021 23:34
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Sumar corazón y razón gestará talento emocional, inteligencia social, sembrando derechos y libertades en los pueblos del mundo, necesitados de verdad, justicia y solidaridad, sin jamás dejar de ser los genuinos, auténticos protagonistas en este mundo, donde la salud es amor por la vida y la economía, libertad en mujeres y hombres, como creadoras y creadores de progreso, avance y bienestar social, económico, sanitario, asistencial, cultural y vivencial.

Sin amor resulta difícil convivir y sin libertades estamos muertos, delatando la libertad económica en las mujeres y los hombres en la Tierra, como necesidad imprescindible para lograr independencia personal, siendo la libertad económica en la Humanidad, quien hace de la gestión, eficaz avance, progreso, triunfo y prosperidad en los pueblos, en sus gentes, como sabedoras independientes, conocedoras de que su más necesaria verdad comienza por lograr su libertad económica, sin tener que mendigar, suplicar o arrastrarse en colas del hambre, en filas del paro, en cuartos trasteros de miseria, sin hogar, sin vidas y sin muertes dignas. ¡En un mundo colmado de múltiples instituciones ricas, de numerosos cargos públicos, toda pobreza en seres humanos, significará fracaso!

Con supremo respeto y cálida reflexión social, considero, que establecer la igualdad de la pobreza como criterio-gestión, significará grave error contra el derecho humano de toda mujer, hombre, jóvenes, mayores a disfrutar de una vida digna, con libertad económica, sin apuros, sin mendigar, sin tener que pedir para ir solventando una igualitaria pobreza, que debe ser desterrada, siendo suplantada por la igualdad en la riqueza, amparando, protegiendo la libertad económica en las mujeres y los hombres, como su más necesaria verdad, su apremiante realidad, sin utopías, sin sofismas, sin virtualizar nunca jamás la virtud de ser una misma y uno mismo, evitando la dependencia económica como súbditas y súbditos de quienes manden, ordenen o impongan.

La libertad como progenitora de verdades, demuestra que un ser humano adquiere integral independencia, cuando su economía vive, triunfa y prospera, siendo solidario con quién más lo necesite, entregando su sacrificio, su talento, su sudor en hacer un mundo más avanzado, más progresista, siendo los pueblos los auténticos protectores sociales, económicos y asistenciales de sí mismos, constituyendo su independencia económica, social, sanitaria, asistencial y cultural con saludable, inteligente y eficaz gestión, como seres humanos libres, independientes, solidarios y justos.

Redimir al caído, reinsertar al herido, proteger al desvalido, al dependiente, a los más débiles y vulnerables, constituye obligación inexcusable en toda sociedad, en todo Estado Social y Democrático de Derecho, como necesario signo de justicia, seguridad, garantía y solidaridad, gestando un mundo donde los caídos, los heridos, los indefensos, los sin hogar, sin trabajo y sin pan, constituyan excepcionales situaciones, debiendo ser evitadas desde la raíz, sembrando senderos de libertad, independencia y seguridad en la inversión individual, haciendo de la libertad económica en mujeres, hombres, jóvenes y mayores, bandera unitiva de eficaz gestión, reduciendo conforme a Derecho las Instituciones y cargos públicos,  aumentando, sumando las arcas, los bolsillos de los seres humanos para lograr ser ellas mismas y ellos mismos, como seres dotados de la suficiente inteligencia social y talento generacional, para lograr en su independencia económica la necesaria libertad, en aras de obtener el bienestar social, económico, sanitario, asistencial, cultural y vivencial de la igualdad económica en la riqueza de todas las mujeres y todos los hombres en la Tierra.

Lograr un mundo donde la pobreza económica, social y vivencial sea erradicada, donde los sin hogar constituyan graves e indefensas historias que jamás deben volver a repetirse, un mundo donde todo tipo de terrorismo y violencias sean sustituidas por concordia, conciliación y corazón, una colectividad mundial donde los sin hogar jamás vuelvan a existir como historias trágicas para no dormir, con integral protección, amparo y seguridad en los derechos jurídico-sociales, económicos y asistenciales de los seres humanos dependientes, más débiles o vulnerables en su salud física, psíquica, mental o emocional, con un especial auxilio jurídico-social a mujeres y hombres en su tercera y cuarta edad como garantía integral en los derechos humanos y libertades económicas, sociales, sanitarias y asistenciales.

Lograr el bienestar social, económico, sanitario, asistencial en todo ser humano, es viable, es posible y debe constituir la finalidad más inmediata en todos los poderes de la Tierra y en los grande líderes mundiales, como talento e inteligencia institucional para que nuestro mundo, sea en verdad nuestro, de los pueblos, de mujeres, hombres, jóvenes y mayores, como incuestionables, insustituibles protagonistas de la vida, razón, corazón y libertad en la Humanidad, sin ambages, sin fisuras, sin discriminaciones, sin demagogias, sin utopías ni virtuales sofismas.

Resulta público y notorio que la libertad de la verdad, delata, demuestra, que vivir como morir sin dignidad, hace sangrar, hiere, aniquila, la necesaria, legítima y justa libertad económica de todos los seres humanos en la Tierra.

Con supremo respeto y social reflexión, considero que proteger, defender la propiedad privada desde los Organismos Públicos, debe generar libertad en la economía de las mujeres y los hombres en el mundo, por legitimidad, por justicia y por verdad.

Hacer un mundo donde los seres humanos sean en verdad libres, independientes, encontrando en las distinta Instituciones Pública, la más integral seguridad y garantía en sus derechos económicos, en sus libertades económicas y en su patrimonio económico, como signo de que los pueblos viven, sienten, progresan, avanzan y disfrutan del derecho humano a vivir con dignidad, del derecho humano a morir con dignidad, con amparo legal en sus disposiciones testamentarias, sin que determinadas herencias constituyan ruina, indefensión o injusticia socio-económica, con plena seguridad jurídica y garantía legal.

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