Firmas

Un indulto vergonzoso

Luis Romero, socio director de Romero Abogados –https://romeroabogados.com–, explica en su columna porqué está en contra de los indultos proyectados por el Gobierno a los políticos que organizaron el movimiento de secesión para separar Cataluña de España.
14/6/2021 06:47
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Actualizado: 14/6/2021 06:47
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Los guardias civiles caminaban entre los manifestantes que les insultaban e increpaban en un pueblo donde abandonaban su destino cumpliendo órdenes del Ministerio del Interior para marcharse cuanto antes.

No olvido el gesto en la cara de esos guardias valientes conteniéndose ante lo que oían de esas personas llenas de odio que herían a los servidores de la patria en lo más hondo de su honor.

Los policías estaban en la entrada de su hotel en otra localidad también sitiada por alborotadores poco espontáneos que comparecían allí para amedrentar a los agentes, mandados por políticos separatistas escondidos.

No olvido el gesto compungido expresando impotencia de esos héroes asistiendo a la tragicomedia independentista.

Recuerdo los vidrios rotos de los coches patrulla de la guardia civil por los violentos instigados por la ANC y Òmnium “Cultural”, mientras la benemérita cumplía con su deber protegiendo a la comisión judicial para la entrada y registro en la Consejería de Economía.

Después supimos que la secretaria judicial hubo de saltar desde la azotea de ese edificio a otras aledañas hasta llegar al teatro contiguo y esperar a que terminase la función para esconderse entre el público y no ser reconocida por los energúmenos.

La comisaría de la Policía Nacional en Vía Layetana, que ahora pretenden cerrar, sitiada y hostigada tantas veces por las hordas que insultaban, lanzaban objetos y exhibían la violencia más extrema; ahí, sus valerosos policías permanecían siempre alerta ante su sede defendiéndola a la misma vez que defendían a España.

Muchos policías fueron agredidos, pateados, insultados, golpeados con todo tipo de objetos el día del falso referéndum, al igual que los guardias civiles y policías locales que cumplían con su deber de evitar que se celebrase la votación ilegal.

Mientras, la mayoría de los mozos de Escuadra incumplían su deber desobedeciendo lo ordenado por el Tribunal Constitucional e incluso enfrentándose a veces a los policías y miembros de la benemérita.

Después vimos en algunos medios cómo se habían hecho virales imágenes y videos que no correspondían a ese día y lugar sino a otros momentos y sitios, incluso en el extranjero, que se habían encargado de difundir los agitadores para crear una imagen de las fuerzas y cuerpos de seguridad españoles como agresores e irrespetuosos con los derechos humanos.

LO QUE SE DEMOSTRÓ EN EL JUICIO

Cada día del juicio en la Sala Segunda del Tribunal Supremo se demostró que los políticos separatistas catalanes prepararon una estrategia dirigida por Puigdemont y financiada por todos los españoles, llevando a cabo las acciones necesarias para su consecución y cometiendo delitos de rebelión, malversación de caudales públicos y desobediencia, tal como había fundamentado brillantemente el Fiscal General del Estado, José Manuel Maza, en su querella y había instruido excelentemente el Juez Pablo Llarena, un héroe que se está jugando aún su integridad física y la de los suyos.

Igualmente, los fiscales mantuvieron su acusación por un delito de rebelión en vez del delito de sedición a pesar de las intensas y continuadas presiones desde el gobierno de Sánchez.

Sin embargo, a los fiscales no los podían cesar pero sí al valiente jefe de la Abogacía del Estado, Edmundo Bal, quien se mantuvo firme en su calificación de rebelión.

No obstante, la Sala Segunda del Tribunal Supremo cambió su criterio inicial entendiendo que debía dictar una sentencia con una condena por delito de sedición describiéndonos una ensoñación donde sólo había un intento de golpe de estado con violencia.

No podían condenar a esos políticos a tantos años de prisión y, al fin al cabo, siempre es posible encontrar fundamentos de Derecho para justificar un fallo “político” previamente decidido.

Y ahora, a los tres años de cumplir prisión algunos de ellos, porque los otros permanecen huidos de la justicia en países europeos que los acogen, ya ha decidido nuestro gobierno indultarlos pues para eso apoyan sus partidos al frágil gobierno sostenido por los separatistas y ex terroristas vascos.

NO HAN MOSTRADO ARREPENTIMIENTO

El perdón además es gratis para los condenados pues no han mostrado arrepentimiento ni han pedido perdón, al contrario, casi todos han dicho que lo volverán a hacer: sólo necesitan tiempo para preparar mejor el nuevo golpe de estado.

El tribunal sentenciador se opone al indulto porque no hay razones de justicia, equidad ni de utilidad pública, además de no haber ningún arrepentimiento.

Es más, advierten que podría calificarse de auto indulto esa gracia del gobierno teniéndose en cuenta que los indultados son miembros de los partidos que sostienen al gobierno de España, y eso lo prohíbe la Constitución Española.

Por muy bien que fundamente el Ministerio de Justicia el indulto anunciado, tiene muchas posibilidades de ser revocado por el Tribunal Supremo como ya ocurrió con el perdón al conductor kamikaze.

Y por muy bien que intenten disfrazar de razonamientos jurídicos el vergonzoso perdón, ni hay justicia, ni hay equidad ni hay utilidad pública en el inminente indulto a los separatistas.

Es un deber del gobierno respetar la Ley, no puede prostituirla sacando de la cárcel a sus socios, pues mal ejemplo se da con ello a la sociedad.

Por otra parte, facilita argumentos a los defensores del recurso contra la sentencia del “procés” ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Es decir, el Gobierno de España se erige en abogado defensor de los que intentan destruirla.

Sólo treinta indultos se han concedido en 2020 en España de los miles solicitados, así que los indultos a los delincuentes catalanes sumarán la mitad de todos los indultos concedidos en el año anterior; en 2019 se concedieron unos cuarenta indultos.

Una institución tradicional quedaría degradada a pesar de que el Ministro de Justicia desee convencernos de su conveniencia y magnanimidad.

La vergüenza que sentimos los españoles el día del referéndum ilegal la seguiremos sintiendo el día que se anuncie la concesión del indulto y salgan en libertad los que no se arrepienten de nada.

El firme discurso de nuestro Rey quedará manchado por una maniobra política que restará aún más apoyos a este Gobierno.

Pero muchos españoles seguiremos paseando por el Paseo de Gracia, el Barrio Gótico, las Ramblas, la Ciudad Olímpica de Barcelona, disfrutaremos de la visita a la Casa Museo de Dalí, nos bañaremos en las playas del litoral catalán y subiremos a sus montañas, convencidos de estar en España y de que todos los españoles formamos parte del censo para decidir si Cataluña es España o una República bananera.

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