Firmas

Sobre los hombres y la humanidad

El abogado José Luis Sariego Morillo, autor de esta columna, es abogado especializado en derecho de familia.
09/8/2021 06:46
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Actualizado: 09/8/2021 06:46
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Escribir en estos tiempos sobre los hombres es simplemente un acto de responsabilidad y humanidad.

Pero, sobre todo, es un acto de reivindicación política.

En estos tiempos convulsos para la imagen de la masculinidad, escribir sobre los hombres y su derecho a ser tratados como iguales, es como un soplo de aire fresco que entra por la ventana tras las tormentas feministas que se desencadenan cada día en nuestra sociedad.

En cada esquina, en las calles, en las aulas, en los bares, en los medios, en las redes sociales, por donde quiera que vayas, se habla demasiado sobre conceptos que deberían estar superados: igualdad, justicia, dignidad, humanidad, libertad de expresión, corrección política, etcétera.

Nunca antes la evolución de la imagen social, mediática y política de los hombres ha sido atacada de una forma impía y tan cruel por una ideología política, como es la perspectiva de género.

Desde una perspectiva científica e histórica rigurosa, las generaciones pasadas han luchado contra el mal y la opresión. Hombres y mujeres a una, unidos en pro de mejorar la vida de todos.

Pero hemos llegado a un momento histórico en el que la ideología de género ha convertido a la masculinidad en el mal de todos los males del mundo.

Y lo que es más preocupante, subyace la idea medieval y religiosa de que todos los hombres somos los culpables del sufrimiento de todas las mujeres de este planeta.

La idea del mal se ha identificado en los últimos años como el patriarcado, frente al que el feminismo se alza como la bandera que representa la fuerza del bien contra el mal.

La perspectiva de género se convierte en una especie de camino o herramienta para obtener justicia para las mujeres de todos los tiempos.

En realidad, no deja de ser la idea básica de muchos regímenes totalitarios y autoritarios del pasado y que ha calado en esta ideología de género, que intenta imponerse sobre cualquier otra idea.

Lo más peligroso es que intenta aniquilar el pluralismo político, que es una de las bases fundamentales de nuestras democracias progresistas.

Desde la era de las cavernas, los hombres han afrontado los peligros reales de la vida dadas sus diferencias morfológicas, mientras que las mujeres han cuidado del fuego de la caverna y de la prole.

Y apenas hemos cambiado: aunque la realidad material no es la misma (el Estado se apropia cada vez más del rol de proveedor y protector), las expectativas hacia los hombres, en cuanto a su rol de género, continúan siendo bastante tradicionales.

Y las expectativas, instintos y deseos internos de las mujeres continúan siendo igual de tradicionales.

Seguimos actuando de una forma natural en casos como: las mujeres y los niños primero –los hombres van a la guerra–, los hombres renuncian a estar en la vida de los niños porque deben proveer a la familia con recursos, aunque ello les cueste la vida (accidentes laborales, infartos, cáncer, etcétera) –la custodia de los hijos debe ser para las madres–, a las mujeres hay creerlas sí o sí, “porque en fondo son inferiores” y merecen una especial protección –la culpa del cambio climático es de los hombres (como si las mujeres no condujeran coches, no fueran irresponsables con el medio ambiente en la misma medida), etc.

Las palabras sacrificio, valor, mérito, justicia, trabajo, igualdad, lealtad, libertad, complicidad y otras similares tienen un significado muy distinto cuando se les exige o aplica a contextos masculinos o a cualquier hombre.

La sociedad actual apenas ha cambiado y el feminismo actual sigue esperando lo mismo que desde siempre se ha esperado de los hombres: que se sacrifiquen por los demás.

Y ahora, como forma de control social nos exigen a que renunciemos a nuestra esencia y naturaleza: nuestra masculinidad.

Ya no existen campos de concentración, pero hemos creado estas nuevas formas de campo de concentración a través de leyes, prácticas y políticas discriminatorias hacia la mitad de la ciudadanía: los hombres.

Es curioso que aún hoy en día a los hombres, cuando cometen un delito, sea legítimo, justificable y razonable castigarles de forma más rotunda y grave que si el mismo delito lo comete una mujer.

Así, nuestro Código Penal recoge esta asimetría legal de castigos (penas) a hombres y mujeres, como podemos comprobar en este cuadro elaborado por el Observatorio Galileo. [i]

La humanidad ha creado religiones, fronteras, la propiedad privada, banderas, partidos políticos, sindicatos, etc., como estructuras sociales con muy variados objetivos, entre los cuales está hacer creer a los hombres que deben sacrificarse por los demás y que deben proteger a las mujeres y a la infancia. En este sentido, como acabo de señalar, hemos evolucionado muy poco.

La conciencia colectiva occidental sigue justificando, o simplemente ignorando, que la mayoría de los seres humanos que mueren en el trabajo, en la guerra, en los incendios apagando fuegos, en la seguridad pública, etcétera, son hombres.

O que los hombres triplican el número de suicidios con respecto de las mujeres.

Por tanto, algo está fallando en nuestra sociedad cuando la vida de un hombre se valora mucho menos que la de una mujer.

Cada vez que enciendo la TV y veo un rescate de una patera de inmigrantes o la noticia de una catástrofe, invariablemente escucho lo mismo: ‘Han rescatado a cien inmigrantes, entre ellos veinte mujeres y doce niños’ [ii] .

O bien, ‘Han rescatado cien cuerpos de los restos del avión. Cien cuerpos, entre ellos veinte mujeres y doce niños’.

Y siempre me pregunto:

¿Y el resto (los hombres fallecidos o rescatados) qué son?

O que los niños sufren tantas o más agresiones sexuales en su infancia como las niñas, según un informe del Departamento de Justicia de los Estados Unidos [iii].

Aunque el porcentaje de los estudios hablan de que un 30 % de mujeres y un 10 % de hombres encarcelados habían sufrido violación durante su infancia, cuantitativamente los datos son otros.

Comparamos el total de hombres y mujeres que sufrieron una agresión sexual en su infancia en términos absolutos y nos da este resultado con los datos de 2019:

Esto es, que hay 232.650 hombres que sufrieron una agresión sexual en su infancia frente a 69.300 mujeres (datos redondeados).

En España apenas tenemos datos, pero según Bodelón González [iv], un 25 % de las mujeres presas en España sufrieron una agresión sexual en su infancia. Sin embargo, de los hombres presos en España no hay un solo dato.

Olvidamos a menudo que la mayoría de los hombres hemos estado siempre del lado del progreso, de la justicia, de la democratización de la vida y de los grandes hitos de la Historia, siendo el más importante en mi opinión, el establecimiento e implantación universal de los derechos humanos.

Unos derechos humanos que son ahora limitados, pero sólo para los hombres como defiende y justifica la ideología política de la perspectiva de género.

Olvidan aquellos que defienden la discriminación (acción positiva favor de las mujeres) que sufren los hombres actualmente, que el futuro de la humanidad no sólo depende de los derechos de las mujeres, sino que del futuro de los derechos de los hombres depende también el futuro de toda la humanidad.

De toda nuestra humanidad.

———————————

[i] https://observatoriogalileo.blogspot.com/

[ii] https://www.antena3.com/noticias/sociedad/rescatados-cien-inmigrantes-que-navegaban-dos-pateras-mar-alboran_201906225d0e5ab70cf24734440fbb25.html

[iii] https://bjs.ojp.gov/content/pub/pdf/parip.pdf

[iv] https://www.emerj.tjrj.jus.br/revistaemerj_online/edicoes/revista57/revista57_111.pdf

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