El agasajado, Gabriel María de Diego Quevedo, con las cinco personalidades que intervinieron en el acto y que tuvo lugar en la sede del Colegio de Procuradores: José Ramón Navarro, presidente de la Audiencia Nacional, Enrique López, consejero de Presidencia, Interior y Justicia de la CAM, Juan Carlos Estévez, presidente del Consejo de Procuradores de España, el propio Gabriel María de Diego Quevedo, Manuel Marchena, presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, y Juan Carlos Campo, exministro de Justicia y magistrado de la Audiencia Nacional. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.
Gabriel María de Diego, decano de los procuradores madrileños, recibe la Cruz de Honor de San Raimundo de Peñafort
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29/10/2021 06:50
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Actualizado: 29/10/2021 08:46
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El «capitán» de la procura madrileña, Gabriel María de Diego Quevedo, recibió ayer la Cruz de Honor de San Raimundo de Peñafort, como reconocimiento a su labor al frente del Colegio de Procuradores de Madrid, con un plantel que no podía tener más lujo: Manuel Marchena, presidente de la Sala de lo Penal del Supremo, José Ramón Navarro, presidente de la Audiencia Nacional, Juan Carlos Estévez, presidente del Consejo General de Procuradores de España, Juan Carlos Campo, exministro de Justicia y magistrado de la Audiencia Nacional, y Enrique López, consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid.
Marchena, al que le correspondió hacer la «laudatio» –sin un papel, igual que el resto de los intervinientes–, resaltó, con gran humor, la «capacidad de liderazgo» de De Diego Quevedo, del que dijo que tenía el sobrenombre de «El Pacificador», por su capacidad para mediar y llegar a acuerdos.
El presidente de la Sala de lo Penal del Supremo, subrayó la pasión por el deporte de De Diego: «Hace del deporte una metáfora de la vida. Practica surf. Me cuesta mucho imaginármelo en traje de neopreno sobre una tabla manteniendo el equilibrio. También ha hecho boxeo, que enseña a defenderse y atracar. En suma, un ser excepcional».
Y le recordó lo que decía Ramón Gómez de la Serna: «Querido Gabi, las medallas no hay que merecerlas. Si te las dan hay que aceptarlas y agradecerlas. Tú te las mereces por tu dimensión humana y profesional», concluyó.
A José Ramón Navarro le correspondió imponerle la condecoración, que pende de una cadena de eslabones, iguales en tamaño a los de la Gran Cruz, pero en plata, sin esmaltes ni flamas. Su posesión conlleva el tratamiento de Ilustrísimo señor.
Después el agasajado tomó la palabra.
Muy emocionado, dedicó el reconocimiento a su familia y a sus padres ya fallecidos, y afirmó que la condecoración no era un reconocimiento a su persona, sino “a todo un grupo de personas. Sin ellos, esto no hubiera sido posible».
Finalizó afirmando “no sé si me habéis hecho mejor profesional, pero sí me habéis hecho mejor persona, que es lo que cuenta cada día».
A continuación le correspondió tomar la palabra Juan Carlos Campo, el ministro que, precisamente, le concedió la condecoración, hoy destinado en la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional.
«Felicidades, querido Gabi. Ya sabes que hoy se te premia por el pasado pero te pone responsablidad para el futuro», afirmó Campo.
Resaltó, durante su intervención los dos factores que les unen. La justicia, por una parte. Y la amistad, «ese juego de complicidades y de lealtades de que está hecha la vida. Nada iría bien en el mismo sin los afectos. Ese es el núcleo duro de nuestra existencia».
Le siguieron, después, José Ramón Navarro, que destacó los duros momentos vividos durante la pandemia y el hecho de que los procuradores estuvieron al pie del cañón. Juan Carlos Estévez, impresionado ante la multitud de asistentes, le recordó al premiado que podía decir lo que el Cardenal Cisneros: «Estos son mis poderes. Los podres del conocimiento, de la amistad y de las relaciones».
Clausuró el acto Enrique López, que no pudo dejar de recordar que «no se debe insultar a la Sala Segunda y a su presidente desde el Gobierno de España», en clara alusión a las declaraciones de la líder de Podemos y ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra.
López hizo hincapie es la fugacidad de la política en comparación con la Justicia: «La política es tan fugaz que no te permite hacer amigos. En la justicia, sí».
Y dio las gracias a De Diego Quevedo «por haber convertido a los procuradores en algo más que cooperadores de la Justicia: en elementos claves de su proceso de modernización.”
Al acto asistieron, además, el presidente de la Audiencia Provincial de Madrid, Juan Pablo González, la decana de los Juzgados, María Jesús del Barco, la viceconsejera de Justicia, Yolanda Ibarrola, el también exministro de Justicia, Rafael Catalá, el magistrado del Tribunal Supremo, Julián Sánchez Melgar, los magistrados de la Audiencia Nacional Francisco Vieira, Santiago Pedraz y Alejandro Abascal, el vocal del Consejo General del Poder Judicial, José María Macías, la fiscal superior de Madrid, Almudena Lastra, el secretario del Consejo de Procuradores de España, Antonio Álvarez Buylla, el presidente de AJA Madrid, Alberto Cabello, el secretario de Gobierno de la Comunidad de Madrid, Sebastián Lastra, la secretaria coordinadora provincial, Verónica Ezcurra, y el secretario judicial de la Sala de lo Militar del Supremo, José Palazuelos, entre otros.
También asistieron Concepción Espejel y Enrique Arnaldo, propuestos por el PP a magistrdos del Tribunal Constitucional, y toda la Junta de Gobierno del Ilustre Colegio de Procuradores de Madrid.
Gabriel María de Diego Quevedo (Santander, 1960) posee la Cruz Distinguida de Primera Clase y también la de Segunda Clase.
En 2015 fue elegido decano del ICPM, tras ocupar con anterioridad los puestos de tesorero del Consejo General de Procuradores de España, desde 1999 a 2001, y del ICPM, entre 2005 y 2015.
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