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Francisco Javier Lara: un decano ejemplar

Francisco Javier Lara: un decano ejemplar
Luis Romero aborda en su columna la figura del decano emérito de Málaga, Francisco Javier Lara, imputado por un supuesto delito de desobediencia judicial cuando se negó, en plena pandemia, a que los abogados del turno de oficio de su colegio asistieran a los detenidos en los calabozos de la Ciudad de la Justicia.
07/12/2021 06:47
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Actualizado: 07/12/2021 10:08
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Me siento orgulloso de que Francisco Javier Lara Peláez sea abogado, decano emérito de Málaga y amigo mío.

Lo conocí hace unos años en el Congreso de la Abogacía de Málaga y desde entonces cada vez que nos hemos encontrado me ha demostrado su compañerismo, su compromiso con la abogacía y que es una gran persona.

En el congreso celebrado en Marbella, me ofreció la revista del colegio para publicar un artículo que no habían querido incluir en otro medio y que hacía referencia a la soberbia de algunos jueces.

En el encuentro de Córdoba sobre la prisión permanente revisable, comprobé de nuevo su gran altura moral y su cercanía. En una reunión del Coloquio Fiscal Portero su discurso y claridad de exposición brillaron ante los juristas allí presentes.

Además, le contestó a todo un juez decano: “Y también hay buenos y malos jueces” cuando el magistrado dijo “Hay buenos y malos abogados”.

En la Jornada “Derecho y Periodismo Carlos Larrañaga”, en la que me propuso como ponente, me invitó después a comer junto a los periodistas y observé el afecto y el cariño que éstos le tenían. Al terminar, le pregunté por la ubicación de la biblioteca ya que tenía que redactar un recurso y me respondió:

– Estarás más cómodo en mi despacho.

– Muchísimas gracias, Javier, pero no quiero ocupar tu lugar de trabajo.

– Por favor, Luis, este es tu despacho.

Allí, frente a la luz y el mar de Málaga, rodeado de retratos de decanos de otros siglos y el ornato propio de la oficina de una autoridad, con la sensación de que mis próceres me observaban. ¡Cuánta responsabilidad!

El viernes tenía preparada mi toga en Madrid para acompañar a Javier y mostrarle todo mi apoyo.

Sin embargo, estando muy cerca de él y tantos abogados que lo respaldaban, hube de quedarme en mi bufete atendiendo a una cliente.

Pero sin estar, estaba con él.

Por ayudar a los abogados de su colegio, por defender los derechos de sus compañeros, por ejercer dignamente su cargo de decano, por no ser un lacayo de una jueza soberbia y responder públicamente a expresiones impropias de un alto funcionario, hoy se encuentra procesado nuestro valiente y heroico Decano.

¡Que la soberbia y la arrogancia sean vencidas por la justicia y el Derecho!

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