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La ruptura entre Albert Rivera y el bufete Martínez-Echevarría: un enfoque humorístico

La ruptura entre Albert Rivera y el bufete Martínez-Echevarría: un enfoque humorístico
El profesor Felicísimo Valbuena analiza la figura de Albert Rivera como político y en este nuevo capítulo como abogado.
15/2/2022 06:48
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Actualizado: 14/2/2022 22:23
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No entro en el asunto de quién lleva la razón en este asunto, de este conflicto entre Albert Rivera y la firma de abogados Martínez-Echevarría. Acabará en los Tribunales.  Desde luego, no estoy dispuesto a convertirme en un abogado defensor ni en un fiscal.

Tampoco voy a añadir una interpretación que supere, por ejemplo, a la de Manuel Álvarez del Mon, publicada en Confilegal, y que me parece muy bien argumentada.

Entonces, ¿qué pretendo transmitir en esta columna? Algo muy sencillo: Sintetizar algunos trabajos que he venido publicando sobre Rivera, para comprender cómo actúa esta persona.

Hay investigadores que sí saben interpretar, a mi entender, cómo actúan las personas, grupos u organizaciones.

Por ejemplo, Eric Berne, el fundador del Análisis Transaccional: o Russell L. Ackoff, pionero de la Investigación de Operaciones; o Gustavo Bueno, el creador de un sistema filosófico original.

Albert Rivera comenzó muy bien en política, pero su descenso fue vertiginoso

Los comienzos de Albert Rivera estuvieron muy bien fundados. En 2006, ofreció una alternativa al desbordante dominio nacionalismo catalán.

Y su partido “Ciudadanos”, llegó a ganar las elecciones autonómicas catalanas en Diciembre de 2017. Nada menos que el 25 % de los votos y 37 diputados, siendo Inés Arrimadas quien encabezaba la candidatura.

Sólo 14 meses después, en febrero de 2019, Inés Arrimadas encabezó la lista de Ciudadanos, por Barcelona, a las elecciones Generales al Parlamento Nacional. Resultado: Ciudadanos bajó de 32 diputados a 10.

De ahí en adelante, el desastre para Ciudadanos.

Es decir, Rivera no supo comprender qué iba a ocurrir si abandonaba tan escandalosamente la razón de ser en la que había fundado su política en Cataluña.

Convirtió a Inés Arrimadas en una “boabdila”, que se vino a Madrid para estar más tranquila, aunque proclamando que lo hacía para que “Sánchez no siguiese en La Moncloa”.

En el debate decisivo del 14 de diciembre de 2015, Albert Rivera lanzó un doble mensaje.

En ese debate, los medios de comunicación habían vaticinado que el vencedor del debate iba a ser Albert Rivera. Sin embargo, si analizamos su conducta no verbal, vemos que él enviaba un mensaje con sus palabras y otro muy distinto con sus ademanes. Entonces, lo que hice fue fotografiar distintos momentos de su actuación.

Aquí están los resultados:

Mientras está hablando, Rivera se toca su vestimenta en varias ocasiones.  (He identificado 8 veces; aquí ofrezco 3).      

El público capta su falta de seguridad. Lo que el público no espera de un líder político es que parezca estar necesitado continuamente de darse apoyo a sí mismo.

Prefiere un líder seguro que transmite confianza y que irradia energía. Los edificios seguros no necesitan que los apuntalen. Son los inseguros los que necesitan puntales.

Y entra en una zona de riesgo cuando no está hablando; es decir, el problema de Rivera es qué hace cuando está en posiciones de descanso.

Si la cámara sólo hubiera enfocado a Albert Rivera mientras hablaba, la impresión de los televidentes hubiera sido distinta. Los asesores deberían haber negociado bien las condiciones del debate y seguramente hubieran llegado al acuerdo de que las cámaras no ofreciesen planos de reacción.

Es decir, aquellos en los que un candidato se encuentra en postura de descanso.

Esos planos entregan una información muy importante sobre el candidato, precisamente porque no se da cuenta de los mismos. O limitarlos al mínimo, es decir, a los planos generales de los cuatro candidatos.

El doble cierre de Albert Rivera: Cruza el pecho con un brazo y con el otro se tapa la boca. Si estuviera sentado, seguramente efectuaría un tercer cierre, cruzando las piernas.

Se agarra una mano con la otra; he identificado 11; aquí presento 3;

Oscila los pies hacia adelante y hacia atrás, sin mantener una posición firme;

Levanta un pie, sea el derecho o el izquierdo; 10 veces; presento dos fotografías.

En resumen: Cuando Rivera tuvo la oportunidad de mostrar lo mejor de sí mismo, prefirió enviar un doble mensaje: el verbal podría estar bien articulado pero no estaba ajustado con el no verbal.

Ese desajuste recibe el nombre de “ruido” en Teoría de la Información.

Según Eric Berne, la información es el contenido que una persona quiere emitir conscientemente; el “ruido”, lo que transmite sin quererlo. Y muchos interlocutores, audiencias o públicos se quedan con el “ruido”, porque les parece más auténtico.

Gustavo Bueno considera que la esencia de la política es la “eutaxia” o “buen orden social” y el criterio fundamental de la “eutaxia” es la duración: cien años . Como político, Rivera ha dado muestras de un entendimiento muy corto de la eutaxia.

Albert Rivera, en el debate electoral del 10 de Noviembre de 2019

En ese debate, Albert Rivera parecía no haber sacado las consecuencias de su mal debatir de 2015. Más bien, empeoró en todos los aspectos. Interrumpió a los demás candidatos sin cesar y abusó de la figura retórica de la Deixis o Mostración, enseñando un adoquín, una lista interminable de corrupciones, etc.

Con este abuso de la Deixis quería atraer la atención de los electores con detalles sensacionalistas, pero sin elaborar las pruebas que aportaba. Podríamos comparar la táctica de Albert Rivera con lo que buscan quienes consumen alcohol.

Según el gran investigador social, Russell L. Ackoff, lo que desean las personas al beber es lograr un cambio de conducta en un tiempo más breve del que le llevaría actuar de forma racional.

Rivera, en las Elecciones Generales de 2019, logró que su partido, Ciudadanos, pasase de 57 diputados a 10.

Destrozó a su partido y su carrera política.

El episodio de Albert Rivera y el Bufete Martínez-Echevarría

Hay dos maneras de responder que resultan muy útiles en Comunicación Política: la respuesta breve o “bocado de sonido” (soundbite), cuya duración no debe sobrepasar los 9 segundos y la respuesta más extensa.

Si me piden mi respuesta breve, creo que el bufete ya citado cometió un error de base: Elevar demasiado las expectativas del fichaje de Albert Rivera.

Crane Brinton, un estudioso de las revoluciones, pone el origen de las revoluciones en a) elevar mucho las expectativas y b) no cumplirlas.

Los miembros del citado bufete deberían haber estudiado conductas tan públicas como las que, como observador interesado, había descubierto partiendo de ver dos debates separados por cuatro años.

Publiqué el primer estudio en una Revista científica y el otro como capítulo de un libro.

Resulta humorístico cómo un bufete con cuarenta años de antigüedad, de la noche a la mañana, cambia nada menos que su nombre y presenta a Rivera como un supermán. ¿A que esta situación suena a los comienzos de una comedia norteamericana, cuando aquel cine tenía humor de verdad?

No entro en los motivos de Martínez-Echevarría para contratar a Rivera.

«En bandeja de plata», un referente

Álvarez del Mon avanza algunos y parece que va a seguir martilleando en el yunque. Lo que sí parece es que ahora vamos a asistir a otra parte de la comedia: la petición de indemnizaciones.

Ahí, Rivera y Villegas pueden aprender de Walter Matthau cuando actuaba “En bandeja de plata”. 

En esta comedia, Rivera y el triste Villegas, que le sigue como la sombra al cuerpo, pueden defenderse diciendo que, en política, ellos han hecho lo mismo que Pedro Sánchez cuando dijo que no pactaría con los comunistas y luego lo hizo; o como Pablo Casado, que aprovechó un mes de vacaciones para dejarse crecer la barba y, después empezar a crearse problemas donde no los tenía.

«En bandeja de plata», la comedia de Billy Wilder, cuenta la historia de un cámara de televisión que se ve arrollado por un jugador de fútbol americano durante un partido y finge una seria lesión. Un papel interpretado por Jack Lemmon. A su cuñado, un abogado sin escrúpulos que hace todo el montaje, lo representa Walter Matthau. A esta película se refiere el profesor Valbuena en esta columna.

O que se han comportado igual que los abogados del Estado que se dedican a la política: creen que con hablar bien, las cosas se solucionan; y cuando la realidad les demuestra lo inútiles que son como políticos, se vuelven a sus cuarteles de invierno; es decir, a los bufetes de abogados, a percibir más ingresos que sirviendo al Estado.

Rivera y Villegas no disfrutan, ni de lejos, de los privilegios de los abogados del Estado.

El 40% de éstos trabaja para la empresa privada. Y la Administración les guarda el puesto, aunque no regresen a él en años y años y años. Ningún otro Cuerpo de la Administración se le puede comparar.

Sí creo que el “caso Rivera” ha abierto una mina de situaciones cómicas.

Hay una teoría muy interesante, la de los Accidentes y Escándalos, de Harvey Molotch y Marilyn Lester. Según esta teoría, llegamos a la estructura profunda de la realidad cuando se producen accidentes y escándalos.

Como en este caso.

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