Firmas

30 Motivos para defender a los abogados: carta a los candidatos a decano del ICAM

30 Motivos para defender a los abogados: carta a los candidatos a decano del ICAM
El autor de esta columna es socio director de Luis Romero Abogados y doctor en Derecho Penal.
19/12/2022 06:48
|
Actualizado: 19/12/2022 08:10
|

Estimados compañeros y candidatos a Decano del Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid,

Frente a las propuestas de las distintas candidaturas de rebaja de cuotas, conciliación, igualdad, servicios colegiales, digitalización, formación, un turno de oficio digno y hasta una televisión colegial, entiendo que la defensa del abogado ante la falta de respeto y consideración en los tribunales y otras administraciones es la más importante de las labores del próximo decano y su junta de gobierno.

A pesar de los avances en esta cuestión esencial para nuestra profesión, y el departamento de defensa de la abogacía dirigido por doña Victoria Espejel es un ejemplo del trabajo bien hecho, todavía hay bastante por hacer pues parece que muchos jueces, fiscales, LAJS, policías y otros funcionarios no se dan por enterados.

Peor aún, el grado de desprecio hacia nosotros como abogados y como personas se ha incrementado en los últimos años quizás por la carga de trabajo, la frustración profesional y otros problemas que puedan tener algunos de esos servidores públicos.

Me refiero sobre todo a la jurisdicción penal, pues es ahí donde ejerzo.

1.- COVID versus derecho de defensa y derecho a un proceso público

Durante la pandemia, algunos de esos funcionarios se han aprovechado de las restricciones en parte justificadas en un momento inicial, alargando “sine die” medidas como la limitación del acceso a los tribunales de acompañantes de los justiciables para los juicios u otras comparecencias, de los estudiantes y abogados en prácticas y hasta de los propios abogados defensores a no ser que se acercara la hora de su acto procesal.

Como si fueran barricadas, nos encontrábamos mesas atravesadas en la puerta de las oficinas judiciales y si había algún hueco para pasar y entrábamos como siempre habíamos hecho, alguna voz estridente nos hacía volver al lugar original fuera de los confines privados de esos señores y señoras que están allí para ayudarnos de acuerdo con la Carta de los Derechos de los Ciudadanos ante la Justicia, la Ley Orgánica del Poder Judicial y la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

Todavía hay que justificarse en muchos tribunales en las puertas de abajo y en las de arriba y eso se nota en la menor concurrencia de personas en los pasillos y zonas de espera.

Lo más grave de todo ello es la limitación que ha supuesto para el derecho de defensa y algo que algunos olvidaron, el derecho a un proceso público, a la audiencia pública.

¿Por qué estas limitaciones aún vigentes en algunos tribunales? Porque les molestamos, ellos quieren hacer su trabajo sin intromisiones como si fuese su oficina particular. ¿A qué vendrán ahora? ¿A qué vendrán a estas horas? ¿No han leído el cartelito?

Éramos los extraños.

2.- Tomar la declaración en la plaza pública

Tomar la declaración a un investigado o a un testigo en una mesa en medio de la oficina judicial resulta difícil de entender pero si se trata de delitos contra la libertad sexual y otros delitos graves, más aún. 

Pero si el acto procesal tiene lugar en medio de una gran sala que conforma la gran oficina judicial de tres juzgados de instrucción, todavía será peor.

Allí están los otros funcionarios, llegan, permanecen o se van profesionales y ciudadanos a realizar comparecencias, gestiones o diligencias. Éstos, aunque no tengan un especial interés en oír lo que allí deponen los declarantes, tienen a su disposición sus manifestaciones vertidas en lo que parece la plaza pública.

Difícilmente podrá concentrarse el abogado en su interrogatorio y en realizar su actividad como es debido.

Ningún respeto por la intimidad, por la privacidad.

3.- No grabar las declaraciones

Todavía hay muchos juzgados de instrucción en los que no se graban las declaraciones y cuando éstas finalizan unos jueces nos las entregan o piden que nos las faciliten para firmarlas directamente, otros nos “permiten” leerlas antes incluso por si deseamos sugerir alguna modificación.

Por mucho que la leamos y nos permitan introducir cambios en el acta por omisiones o errores, nunca reflejará ese acta lo que se ha dicho pues el único modo de plasmar todo lo expuesto por un declarante es la grabación de la imagen y el sonido.

Unos jueces resumen y dictan al funcionario, otros dejan a éste que vaya escribiendo lo que buenamente puede recoger o él entiende que es lo más importante, otras incluso el juez o la jueza esperan al final de la declaración para dictarle al funcionario la declaración finalizada bien porque tiene una gran memoria bien porque ha ido tomando notas.

A ojo de buen cubero.

4.- No permitirnos explicar nuestras protestas

Hace poco tiempo hice constar mi protesta al finalizar una declaración de un denunciante en un juzgado de instrucción pues el juez no me permitió preguntar en último lugar a pesar de ejercer la defensa.

Antes incluso de anunciar mi protesta, el juez ordenó al funcionario cortar la grabación y yo anuncié mi protesta para a continuación explicar el motivo de la misma que no era otro que no permitirme formular preguntas al compareciente pues el juez me había dado la palabra al principio en vez de al final.

No pude apenas hablar alegando la vulneración del derecho de defensa y la falta de respeto y consideración de Su Señoría al cortar éste mis palabras interrumpiéndome y diciéndome precisamente que yo le estaba interrumpiendo e incluso “enturbiando”.

Por economía procesal.

5.- Cortarnos la grabación

Finalmente, transcurridos unos segundos, el magistrado ordenó esta vez definitivamente al oficial que diese por terminada la grabación dejándome con la palabra en la boca y sin que yo pudiese hacer constar las preguntas que deseaba formular al allí presente. He solicitado la nulidad de dicha declaración y la repetición de la misma.

Si no está presente el letrado de la Administración de Justicia y el juez es el encargado de velar porque en la grabación, que hace las veces de acta, consten todas las incidencias procesales, las protestas y el motivo de éstas, es una actitud poco democrática e irrespetuosa para con la defensa el que ordene detener la grabación dejando al abogado con su intervención entrecortada.

Esta actitud del togado no solo es una vulneración de derechos fundamentales y un incumplimiento de normas procedimentales sino una falta de respeto y consideración al abogado, además de un abuso de poder.

¡Corten, corten!

6.- Declaraciones en el despacho del juez

Entiendo que el juez esté muy cómodo en su despacho, con su ordenador, sus papeles y sus cosas, incluso que no desee desplazarse a la sala de vistas.

Pero un despacho de un juez no está habilitado para que los abogados y los fiscales –que ni están ni se les espera en la mayoría de las ocasiones; ¿sigue habiendo ministerio público en la fase de instrucción?– trabajemos en unas condiciones idóneas para realizar nuestra función.

No hay mesas donde apoyar nuestros folios, lápices, expediente u ordenador. Debemos apoyarnos en nuestras piernas para tomar nota y hay veces en las que tenemos que coger el micrófono con una mano con lo cual difícilmente podremos tomar notas.

Dignidad, funcionalidad.

7.- Tenernos por personados tarde, mal y nunca

No tiene ninguna explicación lógica el que presentemos el escrito de personación en unas diligencias previas adjuntando el poder notarial y varias semanas después no podamos acceder al expediente judicial por que primero “deben tenernos por personados”.

Esta situación es intolerable, cuando deberían tenernos por personados en 24/48 horas y permitirnos acceder al expediente con la exhibición del escrito de personación con justificante de presentación.

No somos nadie.

8.- Limitación del acceso al expediente

A causa de lo expuesto anteriormente, el abogado que no accede al expediente y obtiene copia del mismo, difícilmente puede realizar su trabajo. Es como si se hubiese decretado el secreto de las actuaciones. ¿Por qué lo permitimos? ¿Dónde está el juez decano y el Consejo General del Poder Judicial?

A la búsqueda del expediente perdido.

9.- ¿No puede asistir otro compañero?

Si justificamos que no podemos asistir a una determinada diligencia o juicio por coincidencia de señalamientos u otro motivo, frecuentemente nos sugieren que seamos sustituidos por otro compañero del bufete.

Es más, a mi me han llegado a insistir a través de mis administrativos o compañeros con reiteradas llamadas telefónicas.

¡Para esos tiene usted más abogados en el bufete!

10.- Jueces que no permiten a la defensa preguntar en último lugar

Si no se le ha dado la palabra a la defensa en último lugar, hay varias defensas o el juez hace alguna pregunta más, el abogado defensor tiene derecho a formular nuevas preguntas cuando lo crea conveniente.

Sin embargo, recientemente un juez instructor no me dio el turno de palabra estando en dicho supuesto, de malos modos: “¡Deje usted de interrumpir, alterar y enturbiar!”.

¿Por qué ese mal genio?.

He solicitado la nulidad de la diligencia y la repetición de la declaración.

11.- No se suspende el juicio, la declaración

Aunque estemos en la otra punta de la comunidad o la provincia, hay jueces que ven que la coincidencia de señalamientos podría permitir que se celebrase el suyo si convergen los astros: no dura más de lo previsto el primer acto, no hay atascos de tráfico, se encuentra aparcamiento y el abogado o abogada tiene esa capacidad ilimitada de celebrar varios juicios en una mañana incluso en caso de ostentar defensas en las que nuestro cliente se juega mucho.

Tenemos el don de la ubicuidad.

12.- Juicios que no se graban

Aún hay juicios que no se graban aunque se soliciten por las acusaciones penas de prisión de 20 años y más. Así ha ocurrido durante trece años en una audiencia en la que no se grabó ningún juicio con jurado, unos trescientos, porque el único LAJ para el tribunal del jurado tenía un decreto mágico que estaba por encima de la ley y la jurisprudencia: era la costumbre en esa audiencia provincial.

El Tribunal Supremo, el Tribunal Constitucional y muchos Tribunales Superiores de Justicia son tajantes: un juicio que no se graba o que tiene importantes defectos en la grabación, es nulo.

¡Con lo tranquilos que estábamos con el acta mecanografiada y a ese abogado se le ocurre recurrir porque no se ha recogido la imagen y el sonido!

13.- Jueces que no dejan hablar

¡No me interrumpa! Es una de las frases que reflejan el abuso de la autoridad frente al derecho del abogado de poder intervenir y expresarse y en caso de denegarlo el juez, poder hacer constar en acta/grabación su protesta y el motivo y justificación de la misma.

Así, cuando no se permite una pregunta o preguntas, hacerlas constar literalmente.

Como eso les cansa a algunos que han decidido dar por terminada la declaración o el juicio, sin tener en cuenta que el fiscal o la acusación han preguntado mucho más, no nos dejan ni protestar y nos atropellan con actitudes autoritarias.

¡No me vuelva a interrumpir! ¡Glup!

14.- Jueces que invalidan al tribunal del jurado

Aunque nos queden años para asemejarnos a otros países con el sistema del tribunal del jurado, el Tribunal Supremo y algunos Tribunales Superiores de Justicia están declarando nulos juicios en los que el magistrado presidente olvida que no está en su sala rodeado de sus compañeros sino que tiene a su derecha a nueve jueces populares y dos suplentes.

Y protagonizan esos togados unas intervenciones, unas incidencias, unas instrucciones, unas discusiones tan poco imparciales, que influyen de tal forma que ocasionan la nulidad del juicio

 “Se cargan” al jurado, que son los auténticos jueces.

15.- Jueces con poca imparcialidad objetiva

Esas antedichas actitudes tienen lugar por olvido manifiesto de su deber de imparcialidad objetiva que algunos no entienden bien o lo respetan cuando les place.

Incluso recientemente, un brillante y valiente abogado de Granada ha sido investigado por manifestar públicamente que un juez actuaba incumpliendo su deber de imparcialidad objetiva.

Parecería que nos refiriésemos a épocas de la Inquisición.

Se les ve el plumero.

16.- Jueces que tienen prisa

¡Vaya usted terminando! Sin añadir nada más, cuando el abogado tiene aún mucho que preguntar con preguntas muy pertinentes. Y a pesar de que el investigado o acusado se esté jugando muchos años de prisión y/o una importante cuantía en concepto de responsabilidad civil, el juez no declara una determinada pregunta impertinente sino que a partir de un determinado momento ya todas las preguntas son impertinentes.

Generalmente esos jueces que cortan los interrogatorios “manu militari” (y los informes) suelen tener después otros juicios o quehaceres, o se acerca la hora de la comida y no desean continuar por la tarde o tomarse un sándwich.

¡Yo tampoco! ¡Deme usted más de media hora, Señoría!

El estrés causa estragos.

17.- Acuerdos a la fuerza

Hay un truco para forzar acuerdos en los juicios penales y es pedir la máxima pena o casi a la hora de proponer el acuerdo. Así, la defensa a veces queda perpleja pensando en su pobre cliente.

Parece no interesarles al juez, que muchas veces está presente en esa “invitación”, y al fiscal escuchar lo que tienen que decir el encausado, los testigos y los peritos, es decir, esperar a la práctica de las pruebas, pues así la defensa o el ministerio público podrían modificar sus conclusiones si así lo entendiesen necesario.

Lo peor es cuando el juez o la jueza nos dicen: “¡Yo que usted aceptaría ese acuerdo!”

¿Y si es inocente o merece una eximente?

18.- La alianza

Un amable funcionario nos ofrece café a los abogados cuando él se dispone a prepararlo artesanalmente para tomarlo calentito en estas fechas ya casi invernales. Yo no digo que siempre nos lleven los jueces a tomar café con ellos y los fiscales, o acepten nuestro café o té, pero deberían en muchos juzgados y salas permanecer fuera de estrados los acusadores públicos y entrar y salir a la misma vez que los abogados, pues así no solo lo serían sino que parecerían independientes.

El difícil papel de los fiscales.

19.- Las largas esperas, lo de menos

Ante esos despropósitos expuestos y los que a continuación se describen, ya no tiene tanta importancia que nos hagan esperar si después cuando entremos en el templo de la Diosa Justicia se respeta el derecho de defensa, el derecho a un proceso con todas las garantías, la tutela judicial efectiva, aunque sea con dilaciones indebidas.

Nunca es tarde si la dicha es buena.

20.- ¡Señoría, los buenos días!

Hace poco, se suspendieron unas declaraciones en un juzgado de instrucción. Estábamos los abogados hablando con el funcionario y esperando la copia de las resoluciones.

De pronto, observo que hay un señor a mi lado y veo que es el juez. Ni buenos días ni nada, encontrándonos allí varios abogados. Le dio unas instrucciones al funcionario y se dio la media vuelta.

Me lo decía un funcionario amigo “Pues si para vosotros que vais de vez en cuando es una situación incómoda, imaginaros para nosotros”

¡Ah! ¿Tampoco os da los buenos días Su Señoría?

21.- El “NO” de algunos jueces

No es que queramos pleitesía pero cuando un juez o una jueza se encona, por mucho que argumentemos y fundamentemos nos dice que no y que no. Si se cierra en banda, de nada valdrá que intentemos ser persuasivos.

No es No.

22.- La doble vara de medir

Aunque sea uno de los principios básicos del derecho procesal penal el principio de igualdad de partes, se ve muchas veces vulnerado cuando el magistrado o magistrada tratan de forma desigual a la acusación que a la defensa.

A veces, parece que el juez fuese abogado o fiscal más que juzgador.

En ocasiones, disimulan con una inocente advertencia al fiscal o una pequeña bronca para aparentar que dan una de cal y otra de arena.

23.- Las amistades peligrosas

Nunca me ha gustado hablar con los jueces antes o después de mi intervención en un juicio más allá de saludar. Sin embargo, me he encontrado a veces a compañeros que se quedan hablando con el magistrado o el tribunal largo rato. La culpa no es de mis colegas sino de esos jueces.

Después me entero de otras cosas.

24.- ¿Y los jueces decanos?

De algunos de los atropellos descritos deben ser conscientes los jueces decanos, bien sea por quejas interpuestas o porque las cosas se comentan y llegan a sus oídos por funcionarios, fiscales, letrados judiciales y hasta por abogados.

“Bueno, usted sabe que tiene esas formas”, me dijo una vez un juez decano.

25.- ¡No publiques esto en Confilegal!

Alguna vez, no hace mucho, tras un incidente en un juzgado de instrucción, dije ante dos compañeros que ese incidente procesal me inspiraría para un artículo en Confilegal.

A uno de los compañeros le cambió la cara de color y me pidió que no lo hiciese, el otro me dijo: “Te lo ha puesto fácil”, refiriéndose al juez.

26.- Almorzando con tu enemigo

Algunas veces me he encontrado en actos colegiales a jueces u otros funcionarios respecto a los que yo había comunicado alguna falta de respeto e incluso cosas peores.

Pero los han seguido invitando y yo lo he tenido que ver hablando con unos y otros, a modo de recordatorio de lo que aconteció.

Hay decanos que al ver en una celebración colegial a un juez u otro funcionario que alguna vez no trató bien a compañeros, los han invitado a marcharse.

27.- Funcionarios que resuelven

A veces me he sorprendido cuando un funcionario me ha dicho “Esta declaración no se va a suspender” cuando yo he solicitado la suspensión alegando justa causa, sin tan siquiera consultar a Su Señoría.

Después ha consultado a la autoridad y muchas veces me ha dado el juzgador la razón.

Ocurre lo mismo cuando leemos ciertas resoluciones.

28.- Fuego amigo

Cuando ves que algún compañero critica a otros que no permiten faltas de respeto y consideración de jueces, fiscales, letrados judiciales u otros funcionarios, y se quejan de palabra o por escrito, o de otro modo defienden nuestra posición y los derechos fundamentales de nuestros defendidos, es como si intentaras abrir una puerta y el otro empujara en sentido contrario al otro lado.

Sí, hay abogados “negacionistas” que dicen que a ellos no les pasa.

¿Por qué ha recurrido? ¡Con lo bien que estábamos así!

29.- El Fiscal ni está ni se le espera

Hace años se veía más a los fiscales pero hoy en ciertas sedes judiciales no aparece más que en los juicios. En muchas ocasiones, ni siquiera en los procedimientos con menores e incapaces.

Su presencia quizás podría garantizar que no se vulnerasen derechos fundamentales e incluso se respetase más al abogado, si no se “alian” con el juez.

¿Y el fiscal?

30.- Nuevo decano, grandes esperanzas

Al leer los programas electorales de los candidatos a decano del Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid, tengo la esperanza de que ese ahinco refuerce aún más el departamento de defensa de la abogacía para que todos los atropellos que he descrito anteriormente y otros que no he mencionado dejen de producirse o al menos ocurran menos veces.

En otra próxima ocasión me referiré a las faltas de respeto y cortapisas en las comisarías y cuarteles.

Y sé que el nuevo decano, joven, líder y reivindicador, nos defenderá.

Otras Columnas por Luis Romero Santos:
Últimas Firmas
  • Opinión | Los juicios serán preferentemente telemáticos a partir de ahora, según  el Real Decreto-ley 6/2023
    Opinión | Los juicios serán preferentemente telemáticos a partir de ahora, según el Real Decreto-ley 6/2023
  • Opinión | El secreto de la fase de instrucción ha muerto
    Opinión | El secreto de la fase de instrucción ha muerto
  • Opinión | Elección de colegio y patria potestad
    Opinión | Elección de colegio y patria potestad
  • Opinión | CDL – El pleito de M&A más complejo y largo de la Historia: La compra de Autonomy por Hewlett-Packard (I)
    Opinión | CDL – El pleito de M&A más complejo y largo de la Historia: La compra de Autonomy por Hewlett-Packard (I)
  • Opinión | ¿A quién defiende el Defensor del Pueblo?
    Opinión | ¿A quién defiende el Defensor del Pueblo?