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Alienación parental, engaños políticos y neolenguaje

Alienación parental, engaños políticos y neolenguaje
José Luis Sariego, abogado especialista en derecho de familia, denuncia la manipulación que se hace desde la política, negando la alineación parental.
08/1/2023 06:49
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Actualizado: 09/1/2023 08:16
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Los niños han sido desde siempre moneda de cambio y un grupo fácilmente manipulable:

1º.- En las relaciones de familia y de pareja, como por ejemplo en las referencias históricas de María Estuardo, las descritas por William Shakespeare (MacBeth), por Juan de Mariana en su Historia General de España o la referencia a ello de muchas cartas de Albert Einstein a su exmujer.

2º.- En las relaciones sociales, como los niños soldados de Boko Haram, los niños jemeres rojos del régimen de Pol Pot, o en las adopciones en los tiempos de la dictadura argentina.

3º.- Y en las relaciones políticas, como en las juventudes hitlerianas o los guardianes rojos de Mao.

Por ello, no es ninguna novedad decir que la manipulación y el uso de los niños siempre ha existido siempre.

La alienación parental a nivel legal se puede definir cuando un progenitor trata de modelar o programar a su hijo para que este rechace al otro progenitor, sobre todo durante un proceso de custodia.

El Tribunal Supremo ha aceptado la existencia de este tipo de manipulación negativa de un menor en dos ocasiones, en la STS 519/2017, de 22 de septiembre y en la de 11 de abril de 2018.

Muchos sabemos que existe cierta polémica sobre si existe la alienación parental o no, pero la pregunta correcta no es esta, sino que esta otra:

¿Quién no ha sufrido alienación parental en su infancia?

Muchos adultos olvidamos que un día creímos en los Reyes Magos o en Papá Noel, sólo porque nuestros padres nos hicieron creer que existían. Alienación parental sin duda.

Otros muchos olvidamos que somos seguidores de un determinado equipo de fútbol o de una determinada ideología religiosa o política porque alguien nos inculcó todo ello.

Otros olvidamos que nos gusta determinado tipo de música o lectura porque nos cuesta recordar que alguien nos enseñó a ver la belleza de aquella música o lo fácil que es soñar y viajar a través de las páginas de un libro.

Podíamos ser cualquier cosa, sentirnos cualquier cosa, solo porque nuestros padres estuvieron ahí, enseñándonos el camino hacia la adultez.

Nos corregían la conducta inadecuada, nos educaban para vivir en sociedad y nos enseñaban a respetar a los demás, pero, sobre todo, a nuestros mayores.

Pero, a la vez que se produce este lado mágico de la infancia, donde todo está por descubrir con la mirada de un niño, ávido de saber, conocer, aprender, etc., también existe un lado oscuro en toda infancia, salvo contadas excepciones.

Muchas personas son de izquierda o de derechas porque se les ha inoculado desde su infancia el rechazo e incluso el odio al “otro” (facha, rojo, etc.).

Si educar a un niño es un acto de amor y de humanidad inconmensurable, deberíamos pararnos a pensar, tan solo un instante, sobre aquel momento en que uno de nuestros padres, o ambos, decidieron un día educarnos sobre la base del odio, el enfado, la venganza o de cualquier otro motivo.

LAVADO DE CEREBRO

Y ahí es donde la manipulación de un niño o la alienación parental se convierte en maltrato infantil. Ocurre con los niños que viven en las sectas.

El lavado de cerebro que sufren estos niños les hace tener una visión de la realidad totalmente tergiversada, y en la mayoría de los casos la manipulación tiene como fin el odiar y rechazar de forma irracional a los demás que no creen o que son diferentes a los miembros de la secta.  

Las técnicas de manipulación son muy variadas desde hablar mal del otro, darles escenarios prestados y hasta la inducción a la falsa memoria. Todo ello, con el objeto de lograr que los niños mientan en una exploración judicial o psicológica en un proceso de custodia.

La alienación debe ser considerada como una forma de maltrato psicológico a los niños, ya que tiene consecuencias muy negativas para el bienestar emocional presente y futuro de los niños.

Recalca la psicóloga Arantxa Coca que uno de los síntomas más claros de la alienación parental es lo que se denomina adultización del niño: el menor, aún a su corta edad, es capaz de hablar de leyes, hipotecas, nóminas, amantes, etcétera.

Como vemos el objeto de programar a un hijo para que rechace al otro progenitor, lleva al niño a tener que mentir (consciente o inconscientemente) cuando se le pregunta en un Juzgado o en un centro de intervención.

Y por qué asocio la alienación parental y a los políticos. Pues pienso que muchos políticos de este país no quieren reconocer que mienten a la sociedad. Usan los medios y la propaganda institucional para mentir descaradamente a los ciudadanos.

Por ejemplo, usan un neolenguaje para manipular a la sociedad diciendo que no dormirían tranquilos sin pactaran con determinado grupo político, pero luego te venden que lo han hecho por el bien de la mayoría social que representan.   

Al igual que el poder político quiere tener el control absoluto del poder judicial en nuestro país, utilizando mentiras y falacias como discurso político de obligado cumplimiento para los miembros de su partido y de sus socios, un progenitor inocula a su hijo con mentiras para obtener el mayor beneficio en un proceso de divorcio y “controlar” al sistema judicial.

En un caso se aprovechan del estado de necesidad de partidos minoritarios que solo así (obediencia debida a quién miente) lograrán sus fines (referéndum, acercamiento de presos, agenda de género LGTBI, etc.).

En el otro caso, el progenitor que aliena a los niños, éstos sienten lo mismo que les pasa a estos partidos minoritarios, deben aceptar las mentiras del progenitor que manda en sus vidas y los manipula, porque aprenden que sólo así pueden sobrevivir y obtener “sus pequeños beneficios” si apoyan ciegamente al mentiroso.

Por ejemplo, que lleven a tal sitio, o les compren tal juguete o un móvil nuevo.

Por eso la clase política dominante ha aprobado leyes que obligan a los jueces, fiscales, abogados y psicólogos a no poder argumentar que un niño es educado en el odio y rechazo al otro progenitor.

Igual que se hacen nuestros políticos: Todo lo que diga la oposición o el partido contrario es mentira. Así hasta confundir a la opinión pública en donde gana quien tiene más poder mediático y de propaganda, como en los mejores tiempos del nazismo.

Cuando veo un caso de un niño alienado en un juzgado, siempre me viene a la memoria aquellos niños a los que se les enseñó a odiar a los judíos.

O a esos niños a los que se les enseña a odiar a los homosexuales, a los gitanos, a los negros o a los del equipo contrario (ultras del fútbol).

Todos sin excepción estamos repitiendo la historia del odio, pero ahora ése odio es contra los padres varones y los niños varones.

Porque la ley aprobada por este gobierno sólo rechaza la idea de que las madres puedan manipular o alienar a los niños, sino que afirma que sólo son los hombres en cuanto padres, los que pueden hacer y lo hacen.

Basta comprobar la Ley 17/2020, de 22 de diciembre, de modificación de la Ley 5/2008, del derecho de las mujeres a erradicar la violencia machista de Cataluña que prohibía usar a los técnicos de los juzgados y a los abogados usar la alienación parental como argumento científico para explicar la manipulación de los niños en procesos de divorcio (artÍculo 4) o la reciente Ley Orgánica 8/2021 que hace lo mismo que su precursora catalana.

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