Ha muerto Rafael de Mendizábal Allende, magistrado emérito del TC y «creador» de la Audiencia Nacional
Rafael de Mendizábal en una foto tomada en 2015 en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España, de la que era académico de número. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Ha muerto Rafael de Mendizábal Allende, magistrado emérito del TC y «creador» de la Audiencia Nacional

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11/3/2023 19:23
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Actualizado: 11/3/2023 19:58
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Cuando en algunos discursos o algunos textos el interviniente o el autor escribe «si he logrado ver más lejos ha sido porque me he subido a hombros de gigantes» su intención siempre es la de hacer un reconocimiento a aquellas personas que han marcado nuevas pautas o abierto caminos que no se habían empleado o transitado con anterioridad.

Rafael de Mendizábal Allende es uno de esos «gigantes» de nuestra historia reciente. Un gigante en el orden jurídico y también en el orden político. Además de un gran intelectual que hoy nos ha dejado.

Mendizábal ha fallecido en Madrid, a la edad de 95 años (nació el 10 de agosto de 1927 en Jaén). Sus restos mortales se encuentran en la Sala 7 del Tanatorio Parcesa La Paz, Alcobendas, situado en la salida 20 de la carretera de Colmenar (M-607). Será enterrado mañana a las 12.30.

Mendizábal, desde el Ministerio de Justicia, siendo subsecretario, en plena Transición, impulsó la creación de la Audiencia Nacional el 6 de enero de 1977 –aunque comenzó a funcionar materialmente el 15 de febrero– a la que él siempre denominó «el portaaviones de la Justicia». Frente al «barco almirante», el Tribunal Supremo.

Un órgano judicial que presidió en dos periodos, el primero entre 1977 y 1986 y entre 1991 y 1992.

En una entrevista que este diario le hizo en 2015, Mendizábal –con ese acento tan castizo que le caracterizaba– explicó que la creación de la Audiencia Nacional «fue una idea genial, tengo que reconocerlo, que además está pensada para el crimen organizado en lo penal. Tiene una competencia que andaba por ahí suelta que era la competencia de los delitos cometidos por españoles en el extranjero que no han sido juzgados en su lugar de comisión. La Audiencia ha cumplido con creces, en general».

Mendizábal, número 1 de su promoción, fue presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo y después magistrado del Tribunal Constitucional desde 1992 hasta 2001.

A ÉL SE DEBE QUE EL REY PRESIDA EL ACTO DE APERTURA DE TRIBUNALES EN EL SUPREMO

Pocas personas saben que el hecho de que hoy en día el Rey presida el solemne acto de apertura de tribunales se debe a su intervención. Porque fue Mendizábal, gracias a la gran relación que mantenía con el entonces joven monarca Juan Carlos I, el que desactivó el conflicto que, en 1980, emergió entre el entonces ministro de Justicia, Pío Cabanillas, y el primer presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Carlos Sáinz de Robles, por ver quien debía presidir la apertura de tribunales de aquel año.

La costumbre bajo la dictadura es que tenía que ser el ministro de Justicia. Sáinz de Robles argumentó que le correspondía a él porque en la nueva estructura democrática que España se dotó, eso no era posible porque vulneraba el principio de división de poderes.

Mendizábal, que entonces ocupaba la Presidencia de la Audiencia Nacional, se enteró porque su vecino, Sáinz de Robles –el CGPJ acababa de nacer y ocupaba una planta en el mismo edificio–, se lo contó.

Y no se lo pensó dos veces.

Se fue a La Zarzuela, se lo expuso al Rey, que vio con claridad la raíz del serio conflicto, y accedió a presidir el acto. Un ritual que se sucede cada año desde entonces.

Así se escribe la historia.

Rafael de Mendizábal era, además, académico de número de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España y presidente, desde 2015, de la Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología del Periodismo, dependiente de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España. Siempre tuvo alma de periodista, confesó a este diario.

Prueba de ellos son los libros que publicó: «Averroes, un andaluz en Europa», Códice con un Juez sedente», «El Tribunal de Cuentas y el nacimiento de la Administración contemporánea», Cartas, «El Tribunal de Cuentas entre la Restauración y la República», «La guerra de los jueces», «Misión en África. La descolonización de Guinea Ecuatorial» y «Cine y derecho. Togas en la gran pantalla».

Con su desaparición, España pierde a uno de esos gigantes sobre los que este país levantó su democracia.

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