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Falso bipartidismo

Falso bipartidismo
Manuel Álvarez de Mon es abogado, exjuez y exfiscal. considera que el bipartidismo que se plantea, entre PSOE y PP, es falso porque defienden lo mismo. Foto: Confilegal.
12/7/2023 06:28
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Actualizado: 12/7/2023 09:13
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Se quiere imponer un bipartidismo que no corresponde a la realidad social de España.

Voy a empezar por decir que dejo para el final la referencia al debate televisivo entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo el 10 de julio pasado pues creo que  corrobora lo que digo a continuación.

Los poderes reales multinacionales, que detentan los medios económicos e informativos y que imponen sus planteamientos ideológicos a la sociedad al servicio de sus intereses, no quieren que estos sean cuestionados en modo alguno.

El poder lo tienen en el control de la ONU, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de la OTAN y por supuesto de la Unión Europea, institución basada sobre un radical mercantilismo liberal.

Su poder se traslada a través de estas instituciones a los diversos estados que las integran.

En España, como en todos los estados comunitarios, les interesa un poder que no cuestione sus planteamientos económicos de verdadera izquierda económica o los culturales y sociales, como la política de género o sobre el aborto, gran negocio a nivel mundial de ciertas industrias farmacéuticas financiadoras de la OMS y por importantes clínicas especializadas en abortos.

Por ello propugnan el bipartidismo del PSOE y del PP, partidos en los que tienen influencia decisiva, pues tanto uno como otro les garantizan que no cuestionarán sus intereses económicos e ideológicos como la llamada Agenda 2030.

El PSOE les garantiza, en la practica, una política económica liberal o a lo sumo moderadamente social demócrata; y el PP que no cuestionará temas como la regulación citada del negocio del aborto o de la política de género.

Si el poder real dependiera de Sumar u otros grupos de la izquierda económica, como Bildu, ERC o el BNG, el liberalismo económico del PSOE podría ser más o menos cuestionado en alguna medida, como ha  pasado con la necesaria y moderada ley de la vivienda, cuyo fin es acercarse al cumplimiento de la función social de la propiedad que establece la Constitución, y  tacada por el ultraliberalismo mercantil por, simplemente, limitar algo la libertad de la contratación del alquiler de viviendas, para proteger a la parte más necesitada de ello, en general, el inquilino. En aras de esa citada  función social de la propiedad, frente a la codicia especuladora de ciertos grupos de inversión inmobiliaria y de otros propietarios.

La ley no fue votada por el BNG, que se abstuvo por considerarla con fundamento excesivamente moderada e insuficiente como expuso el diputado Néstor Rego.

Está ley que quiere derogar el PP salió adelante repito solo por la presión de Podemos, de Bildu y de ERC.  

Del lado contrario, el PP no cuestiona tampoco los planteamientos ideológicos que subyacen en la política de género y en la expansión del modelo de regulación del aborto, por la llamada Organización Mundial de la Salud, que propugna un modo siniestro de control de la natalidad a nivel mundial.

Si el poder dependiera de Vox este podría probablemente cuestionar ese enfoque del aborto o de otras cuestiones como la política de género.

Por ello, a los poderes fácticos mundiales les interesa el bipartidismo en España, para que nadie pueda cuestionar sus planteamientos .

De ahí el querer centrar las elecciones en un debate interesado de optar por Pedro  Sánchez opor Alberto Núñez Feijóo, ajeno a la pluralidad social y con ello obviar a quienes les cuestionen económicamente Sumar o culturalmente Vox.

Evidentemente, quienes reflexionen deben de tener en cuenta esa trampa y resolver la ecuación política de enfoques en favor de lo que les sea prioritario, bien una política de izquierda económica o bien una defensa de valores en favor de la defensa de la vida. Lo que no significa  encarcelar a nadie pero sí de no frivolizar con el aborto o de otro lado con  as  cuestiones  de género para que sean tratadas seriamente, sopesando las consecuencias de los actos posiblemente irreversibles.

En resumen, el centrar el debate electoral en España en dos partidos, relegando a otros incluidos los nacionalistas de ciertos territorios es una manipulación y un fraude a la buena parte del electorado de izquierdas, de derechas y nacionalista que no está con el bipartidismo.

EL DEBATE DE TELEVISIÓN

Entrando en el debate televisivo del pasado lunes, entre los líderes del PP y del PSOE, se puede decir que se escenificó lo dicho anteriormente.

Núñez Feijoo por ejemplo no cuestionó a Pedro Sánchez sobre la ley de la vivienda, ni este último a Núñez Feijóo, pese a su importancia, pues quizás coincidan al respecto, pues como señalábamos antes, esa ley fue impulsada por la verdadera izquierda económica.

De otro lado Sánchez no cuestionó a Feijóo sobre la ley del aborto, pues conoce la postura de éste favorable a su liberal regulación, antes ya de la sentencia del Tribunal Constitucional, como había ocurrido en Galicia; solo hizo unas superficiales referencias a cuestiones de banderas de género.

Pese a la aparente brusquedad del debate, no se trató de los problemas de fondo de los ciudadanos, pues como digo el bipartidismo coincide en sus planteamientos fundamentales.

En realidad, se discutió sobre un tema personal: el de quién es el líder más idóneo para llevar a cabo una política igual en lo fundamental.

Puede haber quizás también matices en el tema de la organización territorial del Estado, pero sin olvidar que coinciden en lo fundamental  que es mantener inalterado el sistema administrativo autonómico incluso aumentarlo más allá de lo necesario para servir de vivero económico y social a mucha gente que vive  de la política, como si no bastara ya con entes innecesarios como senadores autonómicos o múltiples consejos económico ó políticos que solo sirven de recolocación de políticos cesantes.

Y finalmente el que gobierne automáticamente la lista más votada, implicaría la coronación del bipartidismo y el postergar el poder de amplios sectores de la sociedad, los que voten a los partidos minoritarios .

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