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CDL- Clásicos del arbitraje de Inglaterra y Gales: Sir Edward Coke y el célebre «caso Vynior» (I)

CDL- Clásicos del arbitraje de Inglaterra y Gales: Sir Edward Coke y el célebre «caso Vynior» (I)
Sir Edward Coke fue fue precisamente Coke quien asentó la primacía del derecho común inglés sobre las prerrogativas regias cuando declaró que el Rey estaba sujeto a la ley y afirmó que las leyes del Parlamento eran nulas si violaban “el derecho y la razón comunes” (‘common right and reason'), según el columnista, Josep Gálvez.
18/7/2023 06:31
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Actualizado: 19/7/2023 15:23
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A pesar de ser aún un auténtico desconocido para muchos, a Sir Edward Coke se le considera a este lado del canal como la persona más influyente en el ‘common law’ que jamás ha existido.

Por este motivo iniciamos con él una serie veraniega sobre grandes casos del derecho arbitraje en Inglaterra y Gales, por aquello de tener una lectura amena durante estos meses de asueto.

Cabe decir que ha sido la importancia de Coke en el devenir de la historia del Reino Unido y sobre todo del derecho inglés desde el periodo isabelino que la simple cita de su nombre en las alegaciones ante los tribunales de Su Majestad llevaba directamente a su estimación.

De hecho, su influencia se extiende a todos los campos del derecho, desde el arbitraje al derecho penal y, sobre todo, al derecho político, siendo la autoridad absoluta en la formación del ‘common law’ tal y como lo conocemos en la actualidad.

Y es que fue precisamente Coke quien asentó la primacía del derecho común inglés sobre las prerrogativas regias cuando declaró que el Rey estaba sujeto a la ley y afirmó que las leyes del Parlamento eran nulas si violaban “el derecho y la razón comunes” (‘common right and reason’).

Pero, sin duda, su mayor contribución a las libertades de sus paisanos fue la promulgación de la ‘Petition of Rights’ o “Petición de Derechos” de 1628, considerado uno de los tres grandes documentos constitucionales del derecho de Inglaterra y Gales junto con la ‘Magna Carta’ (“Carta Magna”) de 1215 y la ‘Bill of Rights’ (“Carta de Derechos”) de 1689.

Por si no fuera suficiente y gracias a Coke, el Parlamento inglés aprobó en 1679 la ‘Habeas Corpus Act’, ley que aún sigue vigente y que garantiza, como es bien sabido, que nadie puede ser encarcelado ilegalmente o de forma arbitraria por las autoridades.

Es más, seguramente a muchos les sonará la famosa expresión de que “la casa de cada uno es su castillo” ¿Verdad?

Pues también se la debemos a este hombre, ya que en una decisión de 1604, Coke declaró expresamente que “la casa de cada uno es para él como su Castillo y Fortaleza tanto para defenderse contra las injurias y la violencia, como para su descanso”.

Una sentencia que ha pasado a la historia por defender los derechos del ciudadano frente a la autoridad, encarnada en la dinastía entonces reinante, los Stuart, amantes de la patada en la puerta.

Aunque visto lo visto, seguramente Coke debió incluir expresamente las fiestas que se celebran durante las pandemias, no sea que la policía entre en casa a lo ‘Corcuera Style’.

En fin, frente al poder omnipotente del Estado, Coke defendió la justicia del ‘common law’ inglés -el derecho de tus iguales-, y a través de sus sentencias e innumerables escritos se aseguró de que estos principios quedaran consagrados para que ninguna persona, por poderosa que fuera, estuviera por encima de ellos

Pero como todo personaje complejo, Coke fue un hombre de grandes luces y también de sombras negras como la noche.

SIR EDWARD COKE, UN TIPO DE ARMAS TOMAR

Tengo que reconocer que no le guardo especial simpatía a Coke ya que fue el encargado de enjuiciar a Sir Walter Raleigh, famoso explorador a la par que escritor y uno de mis autores favoritos desde aquellos tiempos muy pretéritos en los que estudiaba literatura inglesa.

De hecho, son bien conocidos los piropos que le dedicó Coke al pobre Raleigh durante el juicio y que aún deben resonar en la sala de vistas:

“¡Sois un monstruo! Tenéis cara inglesa y corazón español. Vos, víbora. Nunca ha existido una víbora más vil sobre la faz de la tierra”. (‘Thou art a monster! Thou hast an English face and a Spanish heart.Thou, viper. There has never lived a viler viper on the face of the earth.‘)

Aunque seguramente ningún inglés había demostrado ser un enemigo más decidido de España que Raleigh, acabó en el cadalso del palacio de Westminster el 29 de octubre de 1618 siendo ejecutado mediante decapitación, claro está.

Según algunos testigos presentes en el momento del ajusticiamiento, dicen que como a Raleigh no le gustaba perder el tiempo le dijo a su verdugo: “Despachemos esto” (‘Let us dispatch’).

Como curiosidad, Raleigh fue una de las primera personas en Inglaterra que fumaba tabaco y,  de hecho, dejó una pequeña bolsa de este producto en su celda con una inscripción en latín que decía:

“Fue mi compañero en aquel momento tan miserable” (‘Comes meus fuit in illo miserrimo tempore’).

Pero volvamos a Coke, cuya preeminencia como autoridad en el derecho de Inglaterra y Gales le llevó a su particular valoración del arbitraje como método adecuado para la resolución de controversias.

De hecho, en el caso Berry v Perry de 1614 Coke mostró su claro compromiso con el arbitraje al exponer de forma ciertamente poética:

Quia expedit reipublicæ, ut sit finis litium (“porque es por el bien del país que se ponga fin a los litigios”)

Pero todo cambiará con el ‘report’ que Coke realizará del famoso “caso Vynior”.

COKE Y SU IMPORTANCIA EN EL DERECHO NORTEAMERICANO

Cabe recordar que durante siglos las sentencias de los tribunales ingleses no eran publicadas como hoy en día, sino que eran recogidas en los famosos ‘reports’, es decir, recopilaciones de las distintas decisiones de los jueces recogidas por otros  ‘barristers’ que estaban presentes en las salas de los juicios.

En estas recopilaciones, que luego formaban los famosos tomos de jurisprudencia, se describían los hechos enjuiciados y la solución ofrecida por el juez a tal supuesto, estableciéndose así el derecho común o ‘common law’ de origen judicial, añadiéndose también en ocasiones ciertos comentarios por el autor.

De hecho, como había distintos ‘barristers’ encargados de dicha actividad, los mismos casos aparecían repetidos en distintos ‘reports’ e incluso bajo distintos nombres, distinguiéndose según la importancia del autor quién elaborara el ‘report’ en concreto.

Y claro está, el ‘report’ de Sir Edward Coke sobre el caso ‘Vynior’ tuvo tanta importancia que marcaría la valoración del derecho inglés sobre el arbitraje, una actitud que llegaría los jueces de los Estados Unidos de Norteamérica hacia este modo de resolución de conflictos.

Curiosamente, las tesis de Coke serán tan importantes en los Estados Unidos que llegarán a utilizarse para que el Tribunal Supremo de los Estados Unidos declarase inconstitucional la Ley Arancelaria Wilson-Gorman  de 1894 y llevara a la aprobación de la Decimosexta Enmienda de la Constitución norteamericana unos años después.

Es más, la famosa “doctrina del castillo” que hemos visto antes, influyó profundamente en la Cuarta Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos que impide las entradas y registros sin una orden judicial previa, como hemos visto en tantísimas películas.

Lógicamente lo que dijera Coke sobre el arbitraje iría a misa.

EL FAMOSO CASO CASO VYNIOR V WILDE  (1609)

Los hechos del asunto ‘Vynior’ son los siguientes:

El demandante Robert Vynior, interpuso una acción de reclamación deuda contra William Wilde sobre un ‘bond’ una figura de garantía muy usada entonces y parecida a la fianza o compromiso de pago de hasta 20 libras, fechado el 15 de julio de 1608.

Según este documento y para garantizar el cumplimiento, las partes acordaron someterse expresamente a arbitraje y al laudo de un abogado, William Rugge.

Por si tienen curiosidad en saber qué pinta tiene una cláusula arbitral del Siglo XVII, decía tal que así:

“que el susodicho William Wilde acata, observa, ejecuta, cumple y mantiene y en todo momento, la norma, la orden, el fallo, el arbitraje, el laudo y la resolución final de Wm. Rugge, Esq. árbitro nombrado, elegido y escogido de forma diferente, tanto por parte del mencionado William Wilde como por parte del mencionado Robert Vynior, para dictaminar, ordenar, adjudicar, arbitrar y, por último, determinar todos los asuntos, pleitos, controversias, negociaciones, quejas y disputas que hasta ahora se han planteado y suscitado y que ahora existen entre dichas partes, en relación con la suma de dos con veinte peniques que hasta ahora se ha cobrado al mencionado Wm. Wilde, por diversos tipos de asuntos parroquiales, dentro de la parroquia de Themilthorpe en el Condado de Norfolk, de modo que dicha adjudicación se haga y se establezca por escrito bajo la mano y el sello del mencionado Wm. Rugge, en o antes de la Fiesta de San Miguel Arcángel”.

No me negarán que es todo un convenio arbitral.

Así, cuando Vynior interpuso la reclamación contra Wilde por impago de ese ‘bond’ o fianza, solamente reclamó 10 libras, cantidad que según él se correspondía a los daños que había sufrido por el incumplimiento de Wilde.

Pero Wilde se negó a someterse al arbitraje, dado que la disputa conllevaba un impuesto parroquial, la tasa judicial de aquellos entonces.

Lo interesante es que cuando Vynior reclamó entonces por las 20 libras de la fianza, Wilde se opuso y alegó que había revocado la sumisión al árbitro.

Y lógicamente se fueron a resolverlo ante el juez ordinario

Vynior alegó que la fianza fue otorgada entre las partes para asegurar el cumplimiento de la cláusula de arbitraje que discutía disputas presentes y futuras bajo el acuerdo y, por tanto, debía cumplirla ya que en caso contrario, supondría una violación de su acuerdo de “acatar y cumplir el laudo”.

Por el contrario, Wilde alegó que estaba en su derecho a revocar la designación al árbitro en la cláusula de marras.

¿Y qué dijo el tribunal inglés?

Pues lo sabremos la semana que viene.

Hasta entonces, mis queridos anglófilos.

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