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CDL: El hundimiento de la sentencia española del ‘Prestige’ en la jurisdicción de Inglaterra y Gales (I)

CDL: El hundimiento de la sentencia española del ‘Prestige’ en la jurisdicción de Inglaterra y Gales (I)
Josep Gálvez comienza con esta primera entrega la explicación del revés sufrido por España en los tribunales ingleses para ejecutar la sentencia del Tribunal Supremo que condenó a los aseguradores británicos a pagar 1.573 millones de euros como indemnización..
10/10/2023 06:32
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Actualizado: 30/10/2023 21:06
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Según cuentan, tras recibir unas hostias como panes contra los navíos ingleses, lo que quedaba de la maltrecha Armada Invencible buscó refugio en Santander, puerto al que consideraban seguro en tierras españolas para curarse así de las graves heridas sufridas.

Enterada de esta circunstancia por sus espías, la Reina Isabel I de Inglaterra decidió entonces enviar la “English Armada”, una enorme expedición de castigo para tratar de acabar, de una vez por todas, con la amenaza de una invasión por la muy católica España. 

Y para ello encomendó esta tarea al más famoso de sus marinos, nada menos que a Sir Francis Drake, bien conocido en España bajo el apelativo de “El Draque”, es decir, “El Dragón” en castellano antiguo.

Al parecer, este mote se debía a los numerosos ataques del amigo Francisco contra barcos y asentamientos españoles aquí y allá.

De hecho, se decía que “El Draque” estaba compinchado con el mismísimo demonio, que practicaba la brujería en sus ratos libres e incluso que tenía un espejo mágico con el que veía la ubicación de todos los barcos españoles.

Total que, efectivamente, zarparon unos 180 navíos ingleses transportando a más de veinte mil soldados con rumbo a Santander, donde se guarecía la mayoría de los galeones supervivientes, con la intención de acabar con lo que quedaba de la flota española.

Pero sucedió que, al acercarse y ver tanto barco en la ciudad cántabra y que todo aquello iba a ser un enorme pifostio con resultado incierto, Sir Francis decidió que nada oigan, que mejor nos vamos a La Coruña a dedicarnos a la especialidad de la casa, es decir, un buen asalto en busca de botín.

Cabe recordar que, si bien el principal objetivo militar de la ‘English Armada’ era sin duda acabar con la amenaza española, el interés económico también estaba muy presente en la decisión de Drake dado que había numerosos inversores en esta empresa.

Y es que la expedición inglesa estaba financiada por gentes que habían puesto dinero y a los que después habría que satisfacer, ya que los barcos y la soldada no se pagan solos, siendo este seguramente el origen remoto del ‘Third-Party Litigation Funding’ o financiación de pleitos por un tercero.

Nada nuevo bajo el sol, ya ven ustedes.

Así que, efectivamente, Drake y sus colegas pasaron de pegarse en Santander y tomaron dirección hacia la ya entonces importante ciudad de A Coruña a ver lo que pillaban.

Y vamos si pillaron.

A pesar de un exitoso desembarco en Oza y unas victorias iniciales, la ofensiva de este particular ‘David Beckham’ de los mares se enquistó al tratar de acceder al interior de la ciudad de A Coruña, ya fuertemente defendida por una red de castillos y baterías de muy señor mío, a las que se unió una reseñable defensa popular contra el temido inglés.

Finalmente, el 17 de mayo de 1589 y tras haber perdido más de 1.500 hombres en el asedio y algunos barcos, El Draque decidió que ya había bastante de empanadas gallegas y decidió que lo mejor era pegarse el piro, llevándose a cientos de heridos, pero sin botín y sin apenas suministros.

Una grandísima victoria para España después del desastre de la Armada Invencible.

PRESTIGE

Pero más de cuatrocientos años después parece que el fantasma de “El Draque” haya vuelto otra vez a las costas gallegas para cobrarse una última victoria a propósito del desastre de otro barco muy distinto, el ‘Prestige’.

Aunque la última decisión de la ‘High Court’ del pasado viernes era ya esperada por algunos, el resultado no puede haber sido más devastador contra los intereses gallegos ya que deniega la ejecución de la sentencia española contra la aseguradora británica del maldito barco que ocasionó el peor desastre ecológico de nuestro país.

Pero, ¿Por qué ha decidido este juez inglés denegar la ejecución una sentencia tan importante?

¿Cómo es que se han tardado tantísimos años en llegar a esta sentencia?

¿Es acaso porque la aseguradora inglesa, como Sir Francis Drake, está conchabada con el demonio?

¿O es que han hecho uso de la brujería para que la ejecución de la sentencia española acabe naufragando?

Como veremos, no hay nada de nada eso.

Tras largos años de procedimientos judiciales en España e Inglaterra, varios laudos arbitrales, una  escandalosa sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea contra el arbitraje (una vez más), y costes incalculables hasta la fecha, la estrategia de la aseguradora ha funcionado a la absoluta perfección con una simple arma.

El viejo ‘common law’ de toda la vida.

Así que echemos un poco la vista atrás para saber cómo se ha llegado hasta la sentencia del pasado 6 de octubre de 2023, un auténtico aviso a aquellos navegantes.

DESASTRE ECOLÓGICO Y PRIMER PROCEDIMIENTO PENAL EN ESPAÑA

Estamos a 19 de noviembre de 2002 y el petrolero monocasco griego ‘M/T Prestige’ se rompe en dos frente al Cabo Finisterre con más de 70.000 toneladas a bordo, contaminando la costa norte de España y suroeste de Francia.

Lejos de ser “como unos hilillos de plastilina”, una espesísima marea negra de petróleo llega a las playas gallegas provocando la mayor catástrofe ambiental de la historia de España.

Como es lógico, a consecuencia de lo anterior se inicia la correspondiente investigación por el Juzgado de Instrucción que desemboca en un proceso penal ante la Audiencia Provincial de La Coruña  contra el capitán, el primer oficial y el jefe de máquinas del “Prestige” entre otros y  donde además se ejercita acción directa contra la aseguradora por su responsabilidad civil.

Y aquí tenemos una de las primeras cuestiones a tener en cuenta: en sede de un procedimiento penal es donde se establecerán las eventuales responsabilidades civiles, es decir, las cuantiosas indemnizaciones por los daños producidos.

Entre los responsables civiles está la aseguradora del barco, el “London P&I Club”.

Pero frente a ese procedimiento judicial penal iniciado en España, ¿qué hace el Club?

Pues muy sencillo.

El Club se persona en el procedimiento, consigna un total de 22.777.986 euros y no hace nada más.

¿Y por qué esa cantidad y no otra?

Pues porque es exactamente el límite de responsabilidad del Convenio de Responsabilidad Civil de 1992 (el célebre “CLC”), sobre responsabilidad de los propietarios de buques por los daños causados por contaminación de hidrocarburos.

Es decir, el Club consigna ante los tribunales españoles el máximo por responsabilidad que le tocaría pagar en virtud de ese convenio para el muy probable caso que le toque pagar.

Pero ni un euro más.

Pero no se crean que el Club se va a estar quieto, sino que a partir de entonces va a prepararse para el desembarco, que un día llegará, de la sentencia española en tierras inglesas.

Y ahí, amigos míos, es donde se centrará su defensa:  preparar el escenario de la batalla, que no será en España sino en su propio campo, en la jurisdicción inglesa.

Para ello, se van a Londres y ante los tribunales de Su Graciosa Majestad instan el nombramiento de un árbitro para un proceso arbitral para que se dicte una importantísima medida declaratoria.

En efecto, el árbitro nombrado por la ‘Commercial Court’, el señor Alistair Schaff KC, dicta el laudo de fecha 13 de febrero de 2013 estimando la mayoría de las pretensiones del Club y sin que España tuviera interés en intervenir.

¿Y qué dice este laudo absolutamente crucial para lo que pasará más de 10 años después?

Pues eso lo veremos la semana que viene.

Hasta entonces mis queridos anglófilos.

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