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Opinión | CDL: El extraordinario caso del avaro de Gloucester, el hombre más rico de Inglaterra

Opinión | CDL: El extraordinario caso del avaro de Gloucester, el hombre más rico de Inglaterra
Josep Gálvez, abogado español y 'barrister' inglés, relata en su columna la historia de Jemmy Wood, el personaje en el que se inspiró Charles Dickens para crear su personaje de Scrooge en "Un cuento de Navidad". Foto: JG.
19/12/2023 06:35
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Actualizado: 19/12/2023 08:03
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Como nos recuerda John Aye en su fantástico libro “Humor entre los Abogados” (‘Humour among the Lawyers”) de 1931, aunque la jurisdicción de Inglaterra y Gales se ha distinguido siempre por sus grandes ‘barristers’ y jueces, lo cierto es que la línea entre “santos y pecadores” ha sido más delgada de lo que parece.

Esto parece ser especialmente cierto cuando echamos la vista atrás, cuando más de un juez, en su tierna juventud, había sido un conocido transgresor de la ley o había tenido alguna experiencia con la Administración de Justicia a nivel de usuario.

Entre estos, según dicen, estaba el controvertido Sir Francis Pemberton, quien fuera Lord Chief Justice of the King’s Bench, algo así como el equivalente al Presidente del Tribunal Supremo en España.

Pemberton había disfrutado en su juventud de algunas estancias en las frías celdas de la Fleet Prison, la conocidísima cárcel londinense situada junto al río Fleet y que estuvo en uso hasta 1846, cuando fue finalmente derruída.

Por su parte el también Lord Chief Justice, Sir John Popham, gozaba de la dudosa reputación de haber hecho las prácticas de la profesión como “El Tempranillo”.

Es decir, asaltando esos caminos de Dios. Y ciertamente actuaba con todo el celo del converso, pues era un hecho bien conocido que cuando algún caso de asalto a mano armada llegaba ante él, había muy pocas posibilidades de salir vivo de ese trance.

Y es que, como muchos ya sospecharán, la elevación a los más altos cargos judiciales no siempre conlleva el correspondiente estándar de altísima conducta y moral del personaje.

«Más de un juez, en su tierna juventud, había sido un conocido transgresor de la ley o había tenido alguna experiencia con la Administración de Justicia a nivel de usuario»

Por ejemplo, un tal Sir William Scrooge, Lord Chief Justice del cual se decía que tenía “una gran tendencia a maldecir y jurar en sus discursos, y a beber en exceso, lo que desmerece grandemente la dignidad y gravedad de su mencionado cargo”.

Pues bien, durante una cena de Navidad, en la casa de un caballero de alta alcurnia inglesa, Sir William habló públicamente y abiertamente “haciendo uso de muchas blasfemias y maldiciones, y bebió en exceso”.

Todo un personaje ese Sir Scrooge, no me lo negarán. 

Pero no hay que confundir al Lord Chief Scrooge con el personaje dickensiano de Mr Scrooge, cuyo origen también nos lleva a un interesante pleito en la jurisdicción ingles.

¡Cómo no!

JEMMY WOOD, UN AUTÉNTICO PERSONAJE DE CUENTO PERO DE TERROR

Según se dice, Ebenezer Scrooge, el avaricioso personaje de Charles Dickens en ‘A Christmas Carol’, (“Un Cuento de Navidad”) estuvo inspirado en James Wood, o más popularmente conocido como ‘Jemmy Wood’.

Wood fue un banquero de Gloucester conocido como “el terrateniente más rico de Inglaterra” cuyas prácticas y legendaria avaricia le hicieron célebre en toda la Inglaterra de su tiempo.

A pesar de sus carencias formativas, Jemmy Wood era un tipo muy espabilado y con el tiempo logró acumular muchísimas riquezas, ya que siempre estaba maquinando nuevas formas de ganar dinero.

Aunque, a diferencia de lo que pregonaba El Fary, este hombre no gastaba ni un céntimo.

Cuentan que Jemmy Wood amasaba una fortuna, pero que siempre iba sucio y con pintas de desaliñado, vistiendo con ropas andrajosas. Y que iba a todos sitios a pie, incluso aunque cayera una tormenta de mil demonios, para así ahorrarse el carruaje.

«Charles Dickens se inspiró en Jemmy Wood para crear el personaje de Ebenezer Scrooge, protagonista de su novela ‘Un cuento de Navidad’, publicada en 1843»

Y si en lo personal era así, imagínense en su actividad como banquero y prestamista.

Wood, que operaba en Draper Street con dos empleados a su cargo, no ofrecía ningún tipo de interés por depósitos inferiores a un año y que además tenía billetes falsos clavados en el mostrador para disuadir así a los falsificadores.

Fue tanto el cariño que le profesaron clientes y vecinos que cuando falleció las calles se llenaron de multitudes para abuchear el ataúd al paso de su cortejo fúnebre e incluso le llegaron a arrojar piedras y otros objetos volátiles.

No en vano, años después Dickens le bautizaría como Ebenezer Scrooge quien sería visitado por una serie de fantasmas durante la Nochebuena, como es bien sabido.

Lo que igual no saben ustedes es que los auténticos dolores de cabeza vendrían para sus herederos.

EL DISPUTADO TESTAMENTO DEL AVARO DE GLOUCESTER

Según consta documentado, Jemmy Wood murió en 1836 y fue enterrado en la iglesia de St Mary de Crypt Church, en Gloucester, donde aún pueden encontrar una lápida con su nombre en el presbiterio de esta bonita construcción que, por cierto, todavía mantiene algunos vestigios normandos del Siglo XII.

¡Pero, ay! Los problemas relacionados con el testamento de Wood resultarían fatales..

Wood nunca se casó y tampoco tuvo hijos, pero apareció un testamento en que nombraba a cuatro ejecutores de su voluntad, que a su vez eran los que recibían todo su caudal, valorado en 900.000 libras de las de entonces, unos cuarenta millones de las actuales.

Estas cuatro personas eran su propio ‘solicitor’ y redactor de su testamento, John Chadborn, Sir Matthew Wood, el señor Jacob Osborne y John S. Surman.

Sucedió que al tiempo apareció otro documento testamentario, un codicilo, en que Wood dejaba la fortuna a la ciudad y a otros beneficiario, por lo que pronto se sospechó de un fraude para aprovecharse de la millonada del banquero fallecido.

Total, que entonces se ofreció una recompensa altísima de 1.000 libras por cualquier información acerca de algún otro testamento del fallecido avaro, generándose una gran controversia pública sobre la herencia del viejo Jemmy Wood.

Con todo esto, apareció publicado un librito bajo el simpático título de ‘Extraordinary facts and circumstances relating to the last will and first codicil of the late James Wood’ (“Hechos y circunstancias extraordinarias relacionados con la última voluntad y primer codicilo del difunto James Wood”).

Su autor resultaba ser un abogado llamado Thomas Leighton quien había intentado ganar la recompensa y, al verse rechazado por los supuestos herederos, expuso el caso completo en su librillo, que por cierto pueden encontrar íntegramente aquí.

Así que con semejantes ingredientes, las partes en liza acudieron a sus respectivos ‘barristers’ para resolver la disputa sobre la autenticidad de los documentos testamentarios ante los tribunales de Su Graciosa Majestad.

Como es lógico, esto resultó en graves retrasos en la liquidación de la herencia, para desesperación de todos los implicados, quienes no sólo no cobraban un duro sino que, por el contrario, gastaban ingentes cantidades en abogados, peritos, expertos y juicios.

El punto culminante de todo este asunto vino cuando el supuesto heredero y ‘solicitor’ John Chadbourne apareció ahorcado como consecuencia de las graves acusaciones sobre fraude que pesaban sobre él.

Días después, en la necrológica publicada en Gentleman’s Magazine se decía que, tras la muerte de Jemmy Wood, la atención de Chadbourne se centró “casi por completo en los procedimientos relacionados con la impugnación de la validez del testamento”.

En fin, como dice la maldición gitana, “Pleitos tengas y los ganes”, tras unos once años de costosísimos litigios, innumerables audiencias, peritajes, testigos y demás pitos y gaitas judiciales, el proceso llegó a su fin.

El resultado fue toda una enseñanza moral, ya los altísimos costes de los procesos judiciales habían casi superado el valor de la herencia de Jemmy Wood.

Una auténtica ruina.

De hecho, el propio Dickens recogería esta triste historia en la maravillosa novela, ‘Bleak House’ (“Casa Desolada”), cuya trama se refiere precisamente a esta disputa legal con desagradables consecuencias para todos los involucrados.

Como moraleja, si algún día se encuentran en Gloucester, en la calle Westgate Street hay un McDonald’s en cuya puerta hay una placa que recuerda que aquella fue la sede del banco de Jemmy Wood.

Es lo único que recuerda al avaro más rico de toda Inglaterra.

McDonaldsJemmyWood
El McDonalds al que se refiere Josep Gálvez. En este lugar tuvo su sede el banco de Jemmy Wood.

En fin, les deseo a todos ustedes unas muy felices fiestas navideñas, nos leemos a la vuelta.

Hasta entonces, mis queridos anglófilos.

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